Todo apunta a que 2019 será el año más violento de la última época en México, lo más grave es que en el camino no se vislumbra ninguna señal de remisión, de hecho, cada dos o tres días observamos con horror que en alguna región del país se registra un brote inusitado de violencia, antier tocó el turno a Villa Unión, Coahuila, pero en el lapso de las últimas semanas la violencia se ha hecho presente en Culiacán, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, La Mora, Sonora, entre muchos otros sitios.
El Presidente insiste en que no va a modificar su estrategia de no enfrentar a las organizaciones criminales, aunque en la afirmación haya dos imprecisiones de por medio, de inicio, presume que ya no se están enfrentando a los criminales, cuando la realidad es que nunca se ha dejado de hacerlo, basta recordar que en los enfrentamientos de antier en Villa Unión, personal de ejército y de la policía estatal abatieron a 17 presuntos delincuentes y no es una crítica hacia el ejército, los integrantes de esta célula criminal entraron al pueblo en cuestión con ráfagas de disparos hacia los edificios que se encontraban alrededor de la plaza principal, nos guste o no, a veces el Estado tiene que usar la fuerza para proteger a la población.
La segunda imprecisión es que el Presidente considera que el cambio de estrategia que impulsa su gobierno se basa en modificar las condiciones de vida de la población en riesgo de participar en actividades ilícitas, con más oportunidades y programas sociales, lo cual es sin duda la ruta correcta, pero lo que no puede esperar es que estas medidas den resultado en el corto plazo, ya que tardan años en tener efectos.
El Gobierno Federal debe reaccionar, ya que lo que está haciendo y dejando de hacer, solo está profundizando la crisis de violencia que vive nuestro país.
El propio Presidente se negó esta semana a dar un nuevo plazo para que baje la violencia, señal suficiente para tomarse en serio ajustar la estrategia y al menos contener la espiral de violencia.
@victorsanval