El fracaso deportivo es huérfano y no es de los atletas

Monterrey /

Del fracaso se han dicho y escrito muchas cosas: “Es una oportunidad para empezar otra vez, pero con más inteligencia”, “La caída no es el fracaso; el fracaso es quedarte donde caíste”, “No hay nada que aprender del éxito, todo se aprende del fracaso”, y un largo etcétera.

En nuestro país se usa la palabra fracaso con suma facilidad, alejada la mayoría de las veces de un análisis causal y siempre con sentencia lapidaria.

Cada cuatro años, por ejemplo, decenas de deportistas representan a México en los Juegos Olímpicos.

La historia tiene siempre un resultado parecido, con un lugar poco destacado en el medallero, y una serie de episodios de emoción que nos llevan al tan doloroso “ya casi ganaba”. De ahí que millones de compatriotas, los mismos de siempre, se sientan frente a una pantalla y transformados en “peritos deportivos” califican como fracaso el desempeño de los atletas.

París nos ha dejado hasta ahora verdaderos ejemplos de lucha, deportistas que han subido al podio venciendo a potencias mundiales para quedarse con el bronce o la plata, todos y todas ellas son ejemplares, sin duda.

Pero hablar de fracaso en el deporte mexicano no se debe hacer mirando a la cancha, la fosa de clavados, la pista de atletismo o el tatami de judo. Hay que mirar a los de pantalón largo para hacer un verdadero análisis, tratando de ser justos y coherentes.

Quienes no nos perdemos esta justa mundial, al menos desde Los Ángeles 84 a la fecha, hemos sido testigos más de diez veces de que siempre es lo mismo; quienes dirigen el deporte están lejos de hacerse responsables de lo que la gente juzga como fracaso.

Hoy mismo lo estamos viviendo con la guerra de declaraciones entre la titular de la Conade, Ana Gabriela Guevara, y quien dirige el Comité Olímpico Mexicano, Mari José Alcalá.

Ambas fueron deportistas exitosas y aunque uno esperaría que eso garantizara una buena gestión directiva, se desgastan el apellido en grillas y acusaciones.

Los señalamientos de corrupción hacia Guevara la mantienen incluso hasta la fecha sometida a auditorías, la más reciente por un monto de 400 millones de pesos; mientras la ex clavadista es acusada de haber hecho acuerdos comerciales con empresas por debajo de la ley.

Mientras este circo ocurre, hay verdaderos casos de deportistas con talento innegable sufriendo el abandono y la falta de recursos.

En resumen, el fracaso deportivo es huérfano de nacimiento; aunque tiene varios responsables y varias aristas, nadie quiere cargar con él.


  • Víctor Martínez Lucio
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