La pregunta frecuente en las charlas cotidianas de los últimos días cuando se habla de política, es ¿qué va a ocurrir con la elección de Monterrey?
Han pasado más de 50 días desde que los regiomontanos acudieron a las urnas para elegir a su próximo alcalde o alcaldesa. Y si bien es cierto el resultado fue amplio a favor del entonces candidato Adrián de la Garza, aquí estamos, a punto de terminar julio y con la incertidumbre de qué va a pasar.
“La política es el arte de lo incierto, lo que nos lleva a un principio de incertidumbre política generalizada”, sentenció Edgar Nahoum, sociólogo francés. Vaya que aplica ante los escenarios de la capital del estado.
En estas siete semanas ha ocurrido de todo: historias en redes reconociendo los resultados, luego historias donde ya no estaban conformes con esos resultados, impugnaciones, señalamientos de parcialidad de los magistrados del Tribunal Electoral Local, una transición que ya inició, fotos con mensajes implícitos, y un largo etcétera.
Pero sin duda, el mensaje principal es para más de medio millón de habitantes de Monterrey que confiaron en el sistema y en la promesa de que sus votos serían contados para elegir a su próximo alcalde o alcaldesa, y hoy tienen la certidumbre de que hay un alcalde electo, pero acompañada también por la incertidumbre de lo que pasará en los próximos meses.
No hay muchos caminos: si se ordena reponer la elección, sería la segunda ocasión en los seis años recientes, donde se tiene que ir nuevamente a las urnas para votar por presidente municipal, posibilidad que existe si los magistrados consideran que la razón le asiste a Movimiento Ciudadano.
Sea lo que sea la sentencia, los electores necesitan certeza de una elección limpia y si hay cambios, también certeza del porqué se tomó esa decisión.
Si se pide el voto por parte de los candidatos y se promueve la participación por parte de las autoridades electorales, lo menos que pueden hacer es transparentar sus decisiones y acabar ya con la zozobra de no saber quién asumirá la riendas de la capital a finales de septiembre.
Aunque suena extraño, a casi dos meses de la cita en las urnas, el camino puede llevar tres “estaciones” porque son tres las instancias para definir si “vale o no vale” la histórica jornada.
Que sea pronto, porque evidentemente ya es urgente sacar los pendientes adelante. Y no olvidemos que hay mucho por resolver .