La noticia de ayer es sin duda no solo un hecho sin precedentes, sino un rayo de esperanza en que hay manera de resolver los desencuentros actuales entre el gobierno de Donald Trump y México.
Nadie duda que el problema principal no son los aranceles o la imposición de los mismos; ese es solo un efecto, una medida de presión, ante otra realidad innegable: “A México y sus gobiernos recientes les ha faltado voluntad o capacidad suficiente, (o ambas cosas) para frenar el trasiego de drogas a nuestro vecino del norte”.
Aun y cuando exista verdadera intención de resolver, todo será insuficiente si en los planes integrales no se incluye el tema incómodo para Estados Unidos, sus millones de enfermos.
Entonces, por lógica simple, si existe una oferta y tráfico de drogas, es porque abunda demanda creciente de estupefacientes en personas de casi todas las edades del otro lado de la frontera.
Datos del propio gobierno de Estados Unidos sostienen que el fentanilo provocó 70 mil muertes tan solo durante el 2023, uno de los años en los que más se ha notado la escalada de víctimas.
Es verdad que esta potente droga es una de las principales causas de muerte entre las personas de 18 a 45 años en la unión americana, y así lo confirman sus propias autoridades de salud.
En cuanto a las cifras oficiales de México, la Secretaría de Marina revela que de enero a junio de 2024 se incautaron 130 kilos de fentanilo en todo el país, mientras que durante todo el 2023 fueron 2 mil 329 kilos de esta droga.
Si no hubiera cliente, la droga no se fabricaría ni su distribución tendría sentido.
En el supuesto de que ese blindaje de la frontera reduzca al mínimo o erradique el paso de armas de allá para acá, y el de las drogas de aquí para allá, faltaría la otra parte de la misión. Los adictos son enfermos, necesitan la droga para subsistir, mientras el sistema de salud pública no los saque de esa lista.
Esta realidad va más allá de una guerra comercial, de un intercambio de aranceles, de discursos desafiantes o conciliadores de quienes hoy están en la silla.
La de ayer es una excelente noticia, sin duda, enviar militares y planear estrategias conjuntas suena bien, pero la solución llevaría años, y si olvidan el último eslabón de la cadena, que son los adictos, el éxito es prácticamente imposible.
La tarea es ardua, pero puede que con la unión de voluntades y talento, los aranceles no se apliquen en marzo, aunque ninguno de esos escenarios comerciales tenga en el fondo algo que ver con el tráfico y las adicciones.