Posibilidades de la filosofía

  • Interés Público
  • Víctor Reynoso

Puebla /

"Filosofía es aquello con lo cual o sin lo cual te quedas tal cual". La frase popular expresa el abismo entre la más sistemática de las reflexiones sobre la vida humana y el mundo, la filosofía, y la vida del ser humano común. Hay obras filosóficas, sin embargo, que tocan directamente a la vida y que difícilmente puede dejar indiferencia a quien las lee. Es el caso de Ortega y Gasset. Por eso es bienvenido el libro coordinado por Rubén Sánchez Muñoz y Sandra García Pérez, Meditaciones sobre la filosofía de Ortega.

Los textos del libro comentado se centran en el Ortega joven, particularmente en su primer libro, Meditaciones del Quijote, que publicó en 1914, cuando tenía 31 años. Es el mismo año en que presenta la conferencia "Vieja y nueva política", cuyas ideas articularían a la Generación de 1914.

En Meditaciones del Quijote, Ortega toma distancia de la filosofía predominante en el siglo XIX, el positivismo, recuperando ideas de la fenomenología propuesta por Husserl a principios del siglo XX.

Lo que propone Ortega es volver a ese sentido o significado: "dado un hecho –un hombre, un libro, un cuadro, un paisaje, un error, un dolor- llevarlo por el camino más corto a la plenitud de su significado". Los hechos no son así vistos solamente como conjuntos de átomos y moléculas que adquieren formas diversas, que son causados por otros hechos y pueden generar hechos nuevos. Son vistos como cuestiones vitales. De esta visión se deriva una idea de cultura, que sería "esa animación o espiritualización con que percibimos las cosas materiales o de las que dotamos a materialidades, sean estas del tipo que sean, según las cuales las valoramos y deseamos, y por tanto actuamos" (San Martín, p. 21).

Max Weber describía al positivismo como "el desencantamiento del mundo": lo que antes era visto como sagrado era ahora visto como simples hechos, como conglomerados de átomos y moléculas. La poesía, dicen, nunca sucumbió a esta tentación. Aunque sí planteó el dilema: "¿Habrá algo que sea sagrado? ¿Habrá algo que no lo sea?" (Borges).

¿De qué depende que una cosa ("un hombre, un libro, un cuadro, un paisaje, un error, un dolor") tenga sentido o no? ¿Qué le da su carácter sagrado? ¿De ella misma o de nuestra mirada? "Las orquídeas penumbras mueren de una mirada/ mal puesta de los hombres que no saben ver nada" (Pellicer).

Ortega no habla de emociones, hasta donde sé. Pero su obra las genera. No es emocionalmente neutra. Su primer libro, lo dice en el prólogo, es un ejercicio de amor, de amor intelectual.

En estas Meditaciones están algunas de las frases célebres de Ortega, actuales hoy día: "el ensayo es la ciencia menos la prueba explícita", "yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo", o la definición de amor de Platón (nada que ver con el amor platónico). Termino con una que no conocía: "El pensamiento es un pájaro extraño que se alimenta de sus propios errores".

¿Es posible quedarse tal cual después de leer estas cosas?

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