Una propuesta absurda

  • Interés Público
  • Víctor Reynoso

Puebla /

La semana pasada se conmemoró el asesinato de estudiantes en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Fueron soldados, “pueblo uniformado”, los autores directos de esos asesinatos.

El 2 de octubre de este año soldados mexicanos asesinaron a migrantes de diversos países en Chiapas.

Hasta en la muerte hay desigualdad: no es lo mismo que el ejército asesine estudiantes universitarios en la capital del país, a que haga lo mismo con campesinos en zonas rurales.

Menos de dos años después de la matanza de Tlatelolco el ejército mexicano asesinó a más de 300 indígenas totonacas en Jopala, Puebla. Muy pocos recuerdan esa masacre. Es poco probable que algún presidente se declare “hijo de Jopala”.

El ejército ya no vigila manifestaciones opositoras, como lo hacía en 1968. Por buenas razones: está entrenado para actividades letales, y esas no son las que requiere la relación entre el Estado y ciudadanos.

Alguien, preocupado porque nuestro ejército pueda seguir cometiendo estos errores, podría poner como remedio el nombramiento “democrático” de toda la jerarquía militar.

Habría que reformar la constitución. Diseñar las leyes secundarias y poner al INE a organizar la elección.

Todos los grados militares, de tenientes a generales, serían electos por el pueblo. Todos los actuales tendrían que renunciar. Así evitaríamos las muertes de civiles inocentes por militares designados en forma antidemocrática.

Una propuesta claramente absurda. Para obtener un grado militar hay que tener una trayectoria que atraviesa por rigurosas evaluaciones de diversos tipos.

Elegir a los generales y a otros grados militares por popularidad, por su capacidad para hacer campañas, porque consiguieron suficiente dinero para convencer a los electores, no ha ocurrido nunca.

Muy probablemente si apenas hace un año a alguien hubiera propuesto la elección popular de los miembros del poder judicial, la idea habría sido vista tan insensata como la de elegir a la jerarquía militar.

Si quien la propuso tiene la popularidad y el poder adecuados, habrá algunos que la consideren sensata. Pero no por eso deja de ser absurda.


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