Espejismos sobre el ring

México /

Las peleas soñadas son un tema frecuente para los fanáticos de los deportes de combate.

A veces, los protagonistas de esos enfrentamientos son referentes de disciplinas antagónicas o bien de épocas distintas.

En esas discusiones, promotores y combatientes han visto una oportunidad inmejorable.

A últimas fechas, figuras de las Artes Marciales Mixtas enfrentan a leyendas del pugilismo.

Por lo general, aceptan salir del octágono, su arena habitual, para probar que un buen gallo donde quiera canta.

Confían en su preparación y en la insaciable necesidad de prevalecer ante cualquier escenario.

También obedecen a una predisposición natural hacia el intercambio de golpes.

La violencia es un producto que se ha diversificado y refinado con el correr de los siglos.

El ser humano nunca se ha detenido cuando se trata de desarrollar nuevas formas de agredir al otro.

En el terreno de la violencia como espectáculo, el combate uno a uno se mantiene como la célula básica de la programación.

No obstante, esa unidad elemental ha sido nutrida con nuevas motivaciones, y hasta guiones casi circenses, el marketing en todo su esplendor.

Así llegan a cartelera producciones que mezclan combate, política y un fuerte componente económico.

Conor McGregor vs. Floyd Mayweather fue claro ejemplo de ello.

El enfrentamiento llegó, y no por casualidad, en la era Trump, un gobierno mediático, autoritario y demagógico que se instaló, entre otras cosas, gracias a su discurso a favor de la supremacía blanca.

¿Quién ganó? El Money afroamericano.

Muhammad Ali vs. Antonio Inoki (1976) fue una de las primeras contiendas de este tipo.

De todas las peleas en el haber del pugilista más grande de todos los tiempos, ninguna fue tan extraña como ese encare contra un luchador profesional.

Ali vs. Inoki fue uno de los combates que alumbró el camino por donde arribaron las Artes Marciales Mixtas.

Además, se desarrolló en un contexto de liberación y de lucha contra el racismo, movimiento que demandaba nuevas formas de golpear a la realidad discriminatoria.

Ali, gladiador de estilo boquiflojo, se había convertido en uno de los personajes más influyentes en Estados Unidos. Con su virtuosismo como púgil y con sus decisiones como ciudadano rompió paradigmas enraizados en el ideario supremacista norteamericano.

Tuvo la visión para tomar parte de situaciones extraordinarias y dio aliento a un nuevo fenómeno dentro de los deportes de combate.


Circo

La pandemia de covid que asaltó el mundo desde finales de 2019 motivó la adopción de nuevas formas de consumo.

Seguir las reglas de la contingencia convirtió a buena parte de la población en un público cautivo, siempre en busca de un buen espectáculo para hacer llevadero el encierro.

Eso enfermó a mucha gente de otro modo: vivir para consumir de forma ininterrumpida.

Así se produjo una nueva sed, no de salud o convivencia, sino de shows.

Había que dar satisfacción a una audiencia cada vez menos capaz de quedar impresionada y, al mismo, tiempo, saciar su inexplicable demanda de novedades.

De ese modo apareció en el horizonte la pelea de exhibición entre Mayweather, siempre presente en el debate de los mejores pugilistas de la historia, y Logan Paul, un youtuber con millones de suscriptores.

Combate de ficción (así lo reconoció el propio Floyd) en toda regla, su premio fue generar más ganancias que buena parte de las peleas profesionales: más de un millón de compras de Pago por Ver.

Cabe mencionar que la Comisión Atlética, órgano que representa a la autoridad estatal al momento de aprobar los eventos de combate (una de sus funciones es salvaguardar la integridad física de quienes suben al ring), dio el visto bueno por una razón sencilla: el duelo entre púgil y youtuber era un espectáculo, no una pelea profesional.

La bolsa de efectivo que se llevaron sí fue bastante real.

Los espectadores tienen fantasías como atestiguar citas con la historia, participar de sucesos irrepetibles o, simplemente, disfrutar de un buen show.

Contratan el espectáculo y se sientan a verlo con toda seriedad.

Si tienen suerte reciben, a cambio de su contribución, un combate de excelencia donde los dos gladiadores asumen con seriedad aquello de ver de qué cuero salen más correas.

La otra opción es disfrutar de una comedia, de un producto de consumo rápido, de una fantasía con amagues de violencia, de un espejismo arriba de un ring.


Twitter: @WenArellano

  • Wendy Arellano
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