La semana anterior hablé de cómo, según lo veo yo, mucho del material que se presenta en la exposición “Revisión 2024” (Fototeca de Nuevo León), así como la manera en que se expone al público, carece de lógica interna que es la que se constituye en el primer requisito de lo que será una buena fotografía, pintura, grabado, escultura e incluso exhibición abierta al público.
En los estudios de percepción visual hay una ley que se conoce como de Pragnaz o buena configuración, responsable natural, de nuestras tendencias por lo simple, la simetría, el equilibrio, causa y efecto, el orden y la complementariedad de los elementos que participen en la imagen. Esta característica es algo inherente al ser humano y nos sirve, entre otras cosas, para saber que es atrás y adelante, arriba y abajo, pesado y ligero, etcétera. Esta ley, igualmente, dicta que el todo es mayor que sus partes, pero cuando falta una de ellas se desequilibra el sistema, deja de tener esa lógica que facilita la percepción de la buena configuración de las imágenes y afecta, directamente, al resultado final.
Digamos que de manera inconsciente o intuitiva, el hombre a través del tiempo ha aprendido lo que es esta ley, cómo se manifiesta y cómo se puede aplicar, en especial, a su producción de imágenes y objetos, al arte y el diseño industrial. En este sentido, uno de los aspectos más importantes es el haber llegado a la conclusión, casi unánime, de que no existe una sola o universal configuración, sino que esta, dependiendo de otros muchos factores, puede modificarse sin alterar el resultado final, una buena configuración. Dentro de esta discusión hay que apuntar que independientemente de que si se es una pintura, un monumento fúnebre o una fotografía, cada una de ellas para haberse logrado debió cumplir con su propia lógica interna, o sea no se puede proceder empleando la de alguna otra disciplina, el resultado ya sabemos cuál es: trátese de hacer un pay de limón siguiente la recta de una paella.
Una fotografía siempre es una fotografía. Sin más vueltas es la reproducción de una imagen lograda por la interacción de la luz con diversos materiales. Eso fue la primera fotografía conocida de Niepce, como lo es la última de Annie Leibovitz, Jeff Wall o de Juan José Herrera. La llamada fotografía contemporánea es exactamente lo mismo, solo que obtenida –esa imagen– durante, digamos, el último cuarto de siglo.
En la actualidad, muchos productores gustan de emplear la imagen fotográfica como elementos de trabajos más elaborados en los que se combinan, además de la fotografía, otras técnicas y materiales; según sea el caso habrá que buscar –y encontrar– cuál es su lógica interna, lo que es un error es querer hacer pasar estos trabajos multitécnicos, por fotografías, el resultado está a la vista, más que evidente, en esta exposición en donde hay tan poca fotografía.
No tener claras estas diferencias, incluso para los propios organizadores, es lo que los lleva a crear o abrir otro Salón, el Premio Nuevo León (del que hablaremos la próxima semana), en donde vuelven a participar los mismos trabajos, total, si no es Juana, es Chana y si no, su hermana.
Octubre 08, 2024
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