¿Lo que nos choca nos checa?

Ciudad de México /

En mi trayecto en bici hacia el trabajo una moto se pasó el alto, dos coches hicieron lo mismo en diferentes cruces. La persona de la moto solo volteó y tocó el claxon sonriendo. Varios coches están parados en el carril de la derecha en la avenida a pesar de la línea amarilla, y algunos más se encuentran invadiendo la banqueta o líneas peatonales de los cruceros u obstruyendo rampas para silla de ruedas. Había una camioneta estacionada sobre la ciclovía de Federalismo, y quien parecía el propietario del vehículo estaba parado fuera del coche. Le comenté que no podía estar en ese lugar porque no era estacionamiento, y solo respondió: “¿Y?”. Estas son situaciones cotidianas que veo en todos los trayectos que hago en la calle.

Pero hoy me resuenan diferente y me recuerdan lo que pasó el fin de semana con una persona que cerró por algunos minutos la circulación en el puente atirantado, y que fue identificada en la prensa como “influencer” de redes sociales. “Esto es un ejemplo de lo que puede hacer el dinero y demostrar que lo hago porque quiero”, dijo en alguna de sus populares publicaciones. Esta situación fue muy sonada en las redes y medios de comunicación, y provocó comentarios en su mayoría de indignación sobre el hecho, donde pedían al gobierno que no dejara pasar el asunto sin hacer valer la ley.

Lo que pasó en el puente no es nada comparado con las situaciones de riesgo que vivimos todos los días y no por unos minutos. Invadimos espacios peatonales y ciclistas por horas, no respetamos la luz roja de los semáforos; circulamos en sentido contrario o a altas velocidades ignorando los límites máximos permitidos; damos vuelta a la derecha en cruces sin importar si alguien está intentando cruzar. Otras personas apartan lugares para estacionarse o cobran por ello; hay quienes van hablando por celular o viendo mensajes mientras conducen, o avientan lámina en su coche si les estorbas en su recorrido. Y esto pasa todos los días y genera poco escándalo, poca indignación, pues ya es algo muy “normal” en las calles.

“Lo hago porque es mi derecho, porque quiero”, para demostrar que puedo hacerlo. Y en algunos casos, como el citado, “porque tengo el dinero”. No por nada siguen apareciendo despachos jurídicos que, por un porcentaje del costo de las multas como pago, las quitan sin preguntar ni investigar las consecuencias que pudieron tener esos actos. Así de fácil es hacer a un lado la ética y la ley, y no asumir las consecuencias de nuestra conducta. Y lo que está en juego es la vida de las personas en las calles y no solo las ganas hacer un video para TikTok.

Lo que hizo Fofo, comparado a lo que pasa todos los días en las calles, es poco, pero si llamó nuestra atención, y por eso pedimos justicia. Solo que no vemos en el espejo a nuestro Fofo interno porque no podemos pedirnos justicia, ¿lo que nos choca nos checa?

  • Yeriel Salcedo
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