Pascua, primavera, renacer de la tierra y redención

  • Columna de Zvi Tal
  • Zvi Tal

México /

El miércoles 8 de abril por la noche, en concordancia con el 14 de Nissan del calendario judío, muchas familias -aunque probablemente solo la familia nuclear y no la extendida como es costumbre, por las restricciones debido al covid-19, en comunidades judías alrededor del mundo celebrarán la pascua judía -Pesaj- y conmemorarán el éxodo de nuestros ancestros de Egipto y su rescate de la esclavitud.

Para los fans del cineasta Cecil B. DeMille, la historia bíblica del éxodo siempre estará relacionada con la confrontación entre Charlton Heston -Moisés- y Yul Brynner -Ramsés II-, en la película Los Diez Mandamientos de 1956.

La pascua judía tiene otras características, además de la conmemoración familiar anual de la transformación de las 12 tribus de Israel en una nación que entraron a la Tierra Prometida y cumplieron su pacto con Dios.

En efecto, el Antiguo Testamento La Torah hace énfasis en el hecho de que Pesaj ocurre en la primavera. El nombre de la primavera en hebreo es Aviv, que significa “una planta joven a punto de madurar”. Aquí encontramos el nexo entre agricultura y la filosofía de la historia; el desarrollo completo del pueblo tendrá lugar cuando se sientan seguros y enraizados en su tierra.

En la Era mesiánica, cuando los humanos conozcan a Dios, las personas descansarán bajo sus árboles en paz y armonía. La profecía nos dice que el león se recostará junto al cordero (Isaías 11-6).

Algunos lo toman de acuerdo con su significado literal de que el orden natural cambiará; otros, como el filósofo judío Maimónides, asumen que es una metáfora que significa que las naciones grandes y pequeñas se unirán en armonía.  

La primavera es también la estación de la liberación, el renacimiento de la tierra después del invierno. De acuerdo con algunos sabios, la primera noche de Pesaj conmemora la redención del exilio en Egipto, mientras que el último de los 8 días es la celebración de la redención futura: el día que los esclavos dejaron Egipto alcanzaron el estatus de libertad, pero esta transición de la esclavitud a la libertad es una experiencia espiritual continua que requiere ser meditada por cada individuo, antes y ahora.

En la Cábala (Escuela de Misticismo Judío), libertad de Egipto significa romper las cadenas que mantuvieron al mundo cautivo del deseo de recibir solo para uno mismo.

De acuerdo con esta escuela de pensamiento, en el Pesaj bíblico -el tiempo de creación- la energía de la Fuerza de Luz del Creador, una energía para compartir se dispersó por el cosmos.

Moisés dio a los israelitas las herramientas para tocar esa energía y poner fin a la energía de caos y oscuridad, dolor y sufrimiento. Los israelitas aún no habían alcanzado un estado elevado de conciencia y aún eran esclavos de la idea de que ese caos era una característica integral y permanente de su vida.

Podemos encontrar muchas similitudes en el significado de la pascua cristiana. La última cena de Jesús con sus Apóstoles era muy probablemente una cena de Pesaj. Dios dio instrucciones detalladas a los israelitas de qué hacer con el cordero que sacrificarían (la sangre del cordero pintó las puertas de las casas de los israelitas para que Dios pudiera pasarlas y salvar a sus primogénitos).  

El acto del sacrificio del cordero y la sangre pintada en los hogares está directamente relacionado con la salvación del pueblo judío. En el cristianismo, el cordero representa el sufrimiento de Cristo, su sacrificio y su triunfo, a su vez puede simbolizar inocencia y pureza.

El sacrificio de Jesús de reemplazar al cordero y convertirse en el Cordero de Dios, ha traído la libertad del cautiverio de los pecados y a su vez ha otorgado una dimensión de libertad espiritual.

Como hemos mostrado, hay muchos elementos tanto en la pascua judía como en la cristiana que son relevantes en estos tiempos difíciles que vivimos hoy: la centralidad de la tradición familiar durante la cena pascual -Séder- de narrar el éxodo de Egipto, involucrar a todos los miembros de la familia, los fuertes vínculos entre los hombres, la tierra y la naturaleza, la idea del renacimiento, la libertad tanto física como espiritual, el perdón y la redención entre hombres, entre el hombre y Dios, así como entre el hombre y la naturaleza, representa lo contrario del egoísmo, la armonía con los pueblos (en los tiempos mesiánicos).

Este es el tiempo de contemplar nuevamente lo que el egocentrismo es capaz de imponer en nuestro medio ambiente y en nuestros semejantes.

Deseo que la unión de los valores tradicionales de nuestra fe y nuestra cultura, especialmente en estos tiempos tan desafiantes que vivimos, nos despierten y motiven a compartir responsabilidades. 


* Embajador de Israel

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