La guerra a muerte entre el cártel de Jalisco Nueva Generación y La Familia Michoacana por el control de la Tierra Caliente de Guerrero parece no tener fin.
En las últimas semanas, durante las noches y madrugadas las comunidades serranas del municipio de Zirándaro se han convertido en zona de enfrentamientos; el último ocurrió en el poblado El Chivo.
Éste obligó a un centenar a huir y refugiarse en el curato, a un lado de la iglesia en la cabecera municipal. Habitantes de El Reparo, La Calera, El Chivo y La Huaracha se quedaron ahí porque en Guayameo, donde está el primer grupo de desplazados, ya no tiene espacio.
“Los niños venían agarrados de las faldas de sus mamás, ya los más grandes llorando. El miedo fue en ese momento que estaba el enfrentamiento y tuvieron que salir. Es algo triste”, relató el sacerdote de Zirándaro, Javier Mondragón.
Días después del enfrentamiento el alcalde Gregorio Portillo recorrió la comunidad. Las imágenes fueron un déjà vu de lo que ya ocurrió en otras poblaciones: vehículos incendiados, casquillos de bala en el suelo, casas saqueadas y ganado a punto de morir por falta de agua y alimento.
“Las balas no te dicen ‘ahí te voy’, nada más te toca y ahí quedaste. Mejor dejar todo abandonado por la seguridad de nuestra familia”, exclamó Paulo Pineda, quien se llevó a su esposa y tres hijos de la comunidad de Calera, donde han vivido toda su vida.
“La Familia Michoacana se encontraba aquí, realizándole la paga a sus trabajadores, y se dio en ese momento el ingreso de camionetas artilladas por parte del cártel de Jalisco Nueva Generación. Al paso que vamos nos vamos a quedar sin pobladores en el municipio”, dijo a MILENIO el alcalde.
Portillo estimó que si la problemática continúa sin ser atendida, la mitad de la población de Zirándaro, unos 9 mil habitantes, será desplazada por la violencia. Como los enfrentamientos ocurren en la noche y madrugada, algunos aprovechan la mañana para regresar a sus hogares por sus pertenecientes y alimentar a su ganado. Por la tardenoche el curato se llena para la cena y poder dormir.
Los desplazados que se encuentran en la iglesia del municipio denuncian que el gobierno estatal no los ha apoyado y que es gracias a la Diócesis que han podido sobrevivir estos nueve días.
“Del gobierno, la verdad, no hemos tenido ningún apoyo. El gobernador que no cree y dice que no pasa nada en Tierra Caliente, que no hay nada”, aseveró un habitante de la comunidad de Calera. “¿Cuánto tiempo más? El tiempo que sea necesario. Afortunadamente Dios proveerá. El pueblo, la comunidad, los fieles no nos han dejado solos”, abundó el cura de Zirándaro.
Ayer, el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, y el alcalde de Zirándaro, Gregorio Portillo, se reunieron para revisar la situación de este municipio de la Tierra Caliente.
En un comunicado, la administración estatal destacó que el mandatario priista “reiteró la disposición de su gobierno a apoyar a las poblaciones, así como al presidente municipal. Adelantó la presencia institucional para la ayuda humanitaria a personas desplazadas y población en general, y del reforzamiento de acciones (...) para mejorar el operativo de seguridad”.
El vocero en materia de Seguridad del gobierno estatal, Roberto Heredia, también presumió la coordinación entre los tres niveles de gobierno. “En el municipio de Zirándaro, así como en toda la región de la Tierra Caliente, la Guardia Nacional, el Ejército mexicano, así como la Policía del estado, han desplegado de manera conjunta un amplio despliegue para proteger a la ciudadanía y evitar que sucedan nuevos incidentes violentos en la zona”, afirmó.
En la comunicación oficial también se destacó que el comandante de la 35 Zona Militar, general Ernesto Ávalos, así como el comisario de la Guardia Nacional, general Antonio Ramos, dieron a conocer la detención de siete posibles delincuentes y el decomiso de 26 armas, entre ellas un fusil de alta potencia Barrett, 2 mil 612 cartuchos útiles de distintos calibres, 115 cargadores, un aditamento lanzagranadas, siete granadas y ocho vehículos.
En lista de acciones gubernamentales también enlistaron que el Ejército mexicano aseguró 37 kilos de mariguana, más de 15 kilos de semilla de mariguana, una bolsa de metanfetaminas, 17 dosis de cristal, 101 pastillas de éxtasis, cuatro teléfonos celulares, 13 chalecos tácticos, fornituras, camisolas y dos cascos.
Pero todas estos datos le son indiferentes a los pobladores, que desde hace una semana duermen en una colchoneta a un costado de la iglesia, al igual que los cientos que desde hace casi un mes también sobreviven en Guayameo: lo único que quieren es poder regresar a su pueblo.
“Es un sufrimiento (estar aquí), ojalá se arregle todo, queremos la paz y tranquilidad de nuestro hogar”, exclamó Paulo Pineda, uno de los cientos de desplazados por la violencia.
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Con información de: Rogelio Agustín