María Candelaria Cortés Molina, madre de Oscar Javier Muñoz Cortés, joven de 21 años estudiante de gastronomía en la Universidad Científica Latino Americana de Hidalgo (UCLAH), asegura que su hijo fue víctima de una desaparición forzada. Un policía lo entregó a un grupo de sujetos armados y pese a la incesante búsqueda que ella y su esposo Oscar Javier Muñoz Aguilar han encabezado tanto en la entidad como en otros estados del país, nada se sabe de su paradero desde aquel noviembre de 2008.
Leyó usted bien: un policía municipal de Pachuca lo entregó a un grupo de personas armadas que viajaban en una camioneta Explorer.
Lo han buscado desde entonces, pero nadie sabe nada, nadie dice nada. Las autoridades estatales ni siquiera atendieron su petición de ayuda y por eso tuvieron que recurrir a instancias federales, donde sí hubo apoyo, investigaciones y acciones, pero a 11 años 8 meses y 25 días, lo cierto es que el paradero de Oscar es desconocido y, para empeorar las cosas, la llegada de la pandemia detuvo la búsqueda por varias semanas.
“Mi único interés y el de mi familia es encontrar a mi hijo. Yo guardo la esperanza de que mi hijo esté con vida porque así lo siento, quizá Dios eso me da para seguir adelante y si él llegará escuchar o ver esto lo único que le pido es que se comunique con nosotros, con la familia”.
Los hechos
Alrededor de las 12 de la noche del 28 de noviembre de 2008, fuera del bar La Casta, muy cerca de donde se encontraban las oficinas del Seguro Social, allá por los rumbos del corredor turístico, tres jóvenes esperaban a bordo de un auto a Iván, uno de los amigos, quien había regresado al sitio donde momentos antes habían estado festejando el cumpleaños de uno de ellos. Era el vehículo de Oscar.
De repente llegaron dos patrullas, una se estacionó atrás del auto para impedir que saliera y otra se le emparejó. Oscar descendió de su vehículo para averiguar qué pasaba y los policías dijeron que los habían reportado porque estaban tomando. Explicó que estaban por salir, que esperaban a un amigo y que se irían. Intentó ofrecerles algo de dinero para evitar conflictos, pero los elementos de seguridad pública lo rechazaron. Dijeron que si llegaba el comandante y los dejaba ir no habría problema.
Iván no regresó. Testigos de esos hechos aseguraron que salió del sanitario y al percatarse de la presencia de las patrullas se quedó en la escalera del bar observando a la distancia lo que sucedía.
Pasó una camioneta de la policía y los jóvenes pensaron que los llevarían a barandilla, pero el vehículo oficial siguió de largo. Minutos después llegó una camioneta Explorer color arena, se estacionó, descendieron dos sujetos vestidos de blanco y dos más se quedaron en el vehículo en los asientos posteriores. Sometieron a Oscar y a golpes lo subieron a la unidad.
Uno de los jóvenes que estaba con él trató de interponerse, pero un policía municipal le dijo que no se metiera o si no también se lo “iba a llevar la chingada” y lo aventó al piso.
La camioneta se arrancó y se fue. Entonces salió Iván, se subió al auto de Oscar y sugirió alcanzarlos. Los emparejaron en el siguiente semáforo y un sujeto descendió y golpeó a Iván porque los estaba siguiendo. El agredido dijo que iban a casa. Condujo hacia la colonia Villas del Álamo y luego hacia las calles más alejadas en la Campestre. Habló con alguien, regresó y hasta entonces fueron con la familia de Óscar para informarles lo que había sucedido.
Eran las 00:45 horas…
Un largo peregrinar
Los padres de Oscar salieron de casa y llevaron consigo a Iván, quien durante el tiempo que estuvo con ellos estuvo recibiendo llamadas, supuestamente de su familia, e informaba de lo que hacían, dónde estaban y hacia dónde se dirigían.
Buscaron a Oscar en todas las corporaciones municipales, estatales y federales sin éxito. Sus padres tuvieron, en algunos casos, diferencias y trabas de todo tipo con los elementos de las corporaciones e instancias locales. Los enviaron a diferentes sitios de la ciudad capital y visitaron galeras, sitios de detención, agencias del Ministerio Público, policía ministerial.
Hasta las 5 de la mañana pudieron presentar una denuncia y hasta las 6 terminaron de rendir las declaraciones.
En las oficinas federales ubicadas en el estado hubo mayor amabilidad y disposición, pero tampoco hubo respuestas.
Ante la incapacidad e indiferencias de las autoridades e instancias estatales, recurrieron a Presidencia de la República. El presidente Felipe Calderón Hinojosa los canalizó a la entonces Procuraduría General de la República y la subprocuradora Maricela Morales Ibañez envió un grupo de agentes especialistas para investigar el caso.
“Desafortunadamente, cuando la licenciada Morales es designada procuradora general de la República, el nuevo subprocurador que nos asignaron no dio seguimiento y detuvo los avances”, dice el señor Oscar.
Dolor interminable
“A mí lo que me interesa es encontrar a Oscar… hay investigaciones que nos han dicho que a mi hijo lo mataron, que lo tienen trabajando… su desaparición nos destrozó como familia”, dice la afligida madre. Son demasiados años de espera y dolor.
El gobernador estaba ocupado
Los padres de Oscar solicitaron el apoyo del entonces gobernador Miguel Ángel Osorio Chong en diciembre de 2008, pero hasta mayo siguiente les respondieron que el señor titular del Ejecutivo estatal no podría recibirlos “porque estaba muy ocupado, que tenía muchas ocupaciones como para dejarlas y atendernos a nosotros”. Les envió un asesor.
Resultados de investigaciones
Iván Melo Castillo fue arraigado, pero no lo consignaron; su madre es abogada y quedó en libertad.
El policía señalado es José Leonor Rodríguez Rodríguez y fue detenido, pero recuperó su libertad debido a una supuesta enfermedad.
La FGR concluyó que Oscar Javier había estado en un mal lugar, en un mal momento y con malas amistades.