Jueves, por la noche. Un grupo de personas ha colocado un lazo con un pañuelo rojo en el centro. Es el final de una carretera que no conoce el pavimento y las personas impiden el paso de los automóviles.
Los pobladores dicen que para llegar a la mina Línea 5 en Dengantzha, municipio de Francisco I. Madero, ya no hay acceso a los autos. Hay que caminar.
Por la mañana, cerca del mediodía, un derrumbe sepultó a cinco personas en lo alto del cerro.
Los autos quedan atrás antes de que las personas que emprenden el camino a pie sean tragadas por la oscuridad en la falda del cerro. El camino es irregular, lleno de piedras y mezquites en las orillas. El viento sopla fuerte.
Primero hay que caminar en línea recta, encontrar en el camino autos y una ambulancia estacionada. Luego más oscuridad, frío, más piedras en el camino y luciérnagas pinchando la noche.
Sobre la vereda hay un segundo grupo de autos estacionados y otra ambulancia. Ahora hay que comenzar a subir. En lo alto del cerro se observan luces. En el inicio de la cuesta hay patrullas estacionadas.
El camino es largo, empedrado, bajan hombres en motos con las luces encendidas de regreso al pueblo. La cuesta se hace aún más alta. Una hora de camino y uno llega a la cima del cerro, a la mina.
En la entrada hay camionetas estacionadas, una ambulancia, hombres de casco, más hombres reunidos en grupo. Hay voces y zozobra. Un hombre reparte café. Las luces de la ambulancia iluminan el lugar.
El cerro está partido en dos partes, es el acceso a la mina. Aquí los pobladores de Dengantzha extraen el mármol para su venta.
Cuatro policías estatales salen de la abertura del cerro, llevan dos perros.
Los uniformados dicen que los perros detectan cuerpos cerca de donde extrajeron los primeros cadáveres.
El subsecretario de Protección Civil estatal sirve de guía hacia el interior de la mina. Informa sobre los hechos: cinco personas sepultadas por el desgajamiento de una parte del cerro, se extrajo tres cadáveres de los escombros y aún hay dos personas sepultadas.
Dice que tres personas salvaron la vida al correr en el momento del desgajamiento, que uno de los cadáveres fue extraído en pedazos y que la mina no pertenecía a una empresa, que la trabajaban los pobladores de Dengantzha.
En la mina, donde fue el derrumbe la escena es la siguiente: en el fondo un hombre con un rotomartillo trata de partir una enorme roca, a su lado otro hombre sostiene el cable del rotomartillo.
A unos pasos de ambos hay siete hombres más removiendo las piedras con las manos, uno de ellos pica las rocas con una barreta.
La abertura de la mina es enorme, es el cerro partido en dos partes.
Sobre las paredes de piedra hay grietas y riesgo de otro desgajamiento.
En lo alto hay tres reflectores que iluminan el lugar. Varias personas observan desde arriba.
El subsecretario de Protección Civil estatal cree que los trabajadores usaron dinamita y de ahí el desgajamiento de las rocas y la desgracia.
El sonido del rotomartillo es una constante, hay voces, piden agua, un grupo de personas en la mina observa a los trabajadores en las labores.
ay tensión y dos personas sepultadas aún debajo de las piedras.
Hay que salir de la mina, aún hay riesgo, pero los trabajadores continúan con las labores de rescate.
Afuera siguen los hombres, la angustia se ha instalado en sus rostros. Esperan.
Es cerca de la medianoche y hay que bajar de lo alto del cerro. Varias personas suben a una camioneta y emprenden el camino de regreso al pueblo.
En el trayecto, en medio de la oscuridad, un hombre de sombrero se sincera. Sentado en la batea de la camioneta dice que no hay alguien que esté guiando los trabajos de rescate, que efectivamente llegó personal del gobierno pero fueron los trabajadores de la mina quienes rescataron los tres cadáveres, sin embargo reconoce que los perros de la policía estatal fueron de gran ayuda.
La camioneta va levantando más personas en el camino de bajada hasta sumar 15 en la batea. Se detiene antes de llegar al pueblo, el resto del trayecto hay que hacerlo a pie.
En el camino un hombre bajito con una lámpara en la frente dice que entre los escombros quedaron un camión de volteo y una retroexcavadora, que hay la esperanza de las dos personas que faltan por rescatar sigan con vida.
Cuenta que una las personas que perdió la vida era un pastor, una persona ya grande que pastoreaba sus chivas en el cerro.
De regreso al pueblo las personas siguen con el lazo deteniendo el paso de los automóviles. Más adelante, sobre la banqueta hay un hombre y una mujer observando a quienes detienen los autos.
Son Evaristo Vázquez Reyes y su esposa Isidora Granados Pérez, ambos adultos mayores.
Don Evaristo dice que el pastor que perdió la vida en la mina era su hermano, que se llamaba Julián, que tenía 72 años, que diario pastoreaba sus cabras, que eran 40, que estaba en lo alto de cerro con su nieto, un niño que pasó a sexto de primaria quien salvó la vida.
Su esposa dice que a don Julián fue el primero que rescataron de la mina. Don Evaristo interviene y dice que dos metros más y su hermano se habría salvado.
Don Evaristo, un hombre moreno y bajito, no sabe si a su hermano lo llamaron los trabajadores o por qué estaba en la mina, lo que sí sabe es que siempre que los mineros lo invitaban a comer nunca decía que no.
Media noche, los trabajos continúan en la mina. Seis horas más tarde rescatarán a un cuarto cadáver. La desgracia se pasea en la mina, por el cerro, en los ejidos de Dengantzha.