Desde el pasado 9 de junio, unas 90 familias que vivían en la comunidad de Corralitos, en la sierra de Guerrero, huyeron.
A escasos días del proceso electoral, los sitios donde se instalarían casillas para que unas 700 personas emitieran sus votos están desalojados y guardan la evidencia de duros enfrentamientos entre organizaciones criminales que se disputan el control de la región.
Apenas el martes Pablo Higuera Fuentes, alcalde del municipio de Eduardo Neri, resultó ileso de un ataque a balazos perpetrado por hombres armados en la colonia San José. Una mujer y un niño murieron. El saldo de este ataque es apenas un ejemplo de lo que ocurre en la zona desde hace más de 10 años.
En los municipios de Eduardo Neri, Heliodoro Castillo y Leonardo Bravo hasta Zumpango se ubican unas 257 comunidades con 50 mil habitantes, que desde hace cinco décadas, y por generaciones, cultivan la flor más valiosa de la sierra: la amapola.
“Yo tengo 35 años de vivir en este lugar de forma ininterrumpida y 90 por ciento de la gente aquí cultiva amapola, no hay por qué engañarnos”, dice Arturo López, habitante de Filo de Caballos, una de las comunidades que conecta a los tres municipios y por donde cruzan decenas de toneladas de goma de opio cada año.
La cadena productiva del opio inicia con los agricultores que la siembran, la cultivan y la acopian, explica Arturo mientras se pasea por un campo de amapola que resistió la fumigación de los militares hace unas semanas.
“Hace 30 años el kilo se compraba en unos 50 u 80 mil pesos, los campesinos lo entregaban a los narcos, quienes pagaban muy bien y hasta ahí. Ellos (los narcotraficantes) se encargaban de trasladarla a los laboratorios clandestinos y de distribuirla”.
Hoy, cuenta López, el kilo de goma lo pagan en 5 mil pesos y eso tiene a la sierra “hundida en muchos problemas, especialmente porque aquí no podemos cosechar otra cosa, y si lo hacemos ni los 5 mil pesos ganamos por kilo”.
El vocero en Seguridad del Grupo de Coordinación Guerrero, Roberto Álvarez Heredia, reconoce que la violencia en esta zona se ha acentuado en los últimos años.
“Entendemos que hay dos grupos delictivos que están enfrentados entre sí, uno que opera en Chichihualco y otro en Tlacotepec, que tienen una pugna violenta que está provocando un alza en los homicidios violentos”.
La razón, explica, es que los cárteles que trafican heroína a EU y que utilizan el opio como materia prima, la sustituyeron “por una sustancia conocida como fentanilo, un producto sintético de menor precio y tres veces más potente”.
Entonces, cuenta el vocero, los cárteles cortaron la compra de opio a las organizaciones locales, que a su vez pagaban la materia prima a estos campesinos.
Esos grupos, “que además se fragmentan de manera constante, comenzaron a diversificar sus actividades, pues sus ingresos se vieron cortados por los cárteles del norte”.
Los grupos de la sierra, uno de ellos controlado por Juan Castillo, El Teniente, y otros más como Los Rojos, Los Ardillos y el cártel de la Sierra, han recurrido “a la extorsión, el secuestro, los robos, los asesinatos y, sobre todo, están acosando a los agricultores para que abandonen sus casas, cedan sus parcelas y cedan a su control”, manifiesta Roberto Álvarez.
***
Yuritzia, hija de Arturo López, ha vivido en esta zona desde que nació. Después de terminar la preparatoria en la cabecera municipal de Chichihualco se desplazó a Chilpancingo para estudiar medicina. Las amenazas que su padre y otros vecinos de la comunidad en Filo de Caballos recibían cada semana, la impulsaron a dejar las salas de emergencia para hacer campaña política.
A finales de mayo Yuritzia lanzó un video a través de las redes sociales para dar un mensaje a sus votantes. En éste aparecía en medio de lo que mejor conoce: un florado campo de amapolas sin rallar. La candidata de la coalición Por México al Frente por el distrito 19, que conforman los municipios serranos en disputa, propuso legalizar la amapola con fines medicinales.
El viernes pasado, y pese a los duros enfrentamientos en la zona, la candidata explicó su proyecto:
“Primero es con fines medicinales. Nosotros produciríamos y nos ahorraríamos mucho dinero”.
Luego, dijo, promoveríamos la instalación de diversos grupos farmacéuticos en la zona para comprar y procesar la goma de opio que cultivan los campesinos. El estado deberá auditar la calidad y cantidad de la producción, mientras que los impuestos generados por la compraventa deberán ser invertidos en infraestructura y seguridad municipal.
La segunda parte de la propuesta está relacionada, apuntó, con lo que ha explicado el candidato a la Presidencia Andrés Manuel López Obrador y “es lo que tiene que ver con la amnistía y... con el perdón a los campesinos, los cientos de agricultores que están aquí y que son encarcelados por cultivar amapola”.
El 15 de marzo de 2016, el gobernador Héctor Astudillo reconoció que la legalización de la amapola resolvería el problema de violencia en la zona, pero hay personas de esta zona que desconfían de esta acción.
“Es un incentivo (la legalización) pero no creo que eso vaya a terminar de manera definitiva con el problema”, dice Crescencio Pacheco, campesino que fue nombrado líder del grupo de autodefensas de Leonardo Bravo.
Los criminales ya no se pelean por la goma de opio, sino por la extorsión y el robo, explica mientras recorre una de las casas baleadas en Corralitos. Son innumerables los disparos en las fachadas de las casas.
Pese a las advertencias del gobierno para que estas policías se desarticulen, Crescencio cuenta que seguirán aquí, con amapola legalizada o no, hasta que no sea un delito sembrar para comer.
Amapola hunde a la sierra de Guerrero en la violencia
REPORTAJE
Se trata del cultivo más valioso que tienen los pobladores de esa zona, por lo que hay quien propone legalizarlo; sin embargo, la disputa por su control ha hecho que familias huyan y se vean por doquier casas repletas de balazos.
Guerrero /
LAS MÁS VISTAS