Alentados por cosechas récord de hoja de coca en Colombia, los cárteles mexicanos y sudamericanos de la droga reforzaron su tráfico de cocaína en el Pacífico mexicano y han logrado consolidar una superruta marítima que mantiene en estado de alerta a fuerzas navales de varios países.
Tan solo entre enero de 2018 y febrero de 2019, la Armada de México ha decomisado 10.7 toneladas de cocaína, 65.5 por ciento del total incautado a escala nacional durante el sexenio anterior. Mientras que la Guardia Costera de EU estima que la cantidad de droga que fluye de sur a norte por aguas internacionales creció de 945 toneladas en 2014 a 2 mil 738 en 2017, un incremento de 190 por ciento.
En el intento de cerrar esta vía a narcotraficantes, la Secretaría de Marina ha echado mano de tecnología naval de vanguardia, como el concepto trinomio, que le da flexibilidad operativa: buque, aeronave (avión King Air o helicóptero) y patrulla interceptora.
Autoridades mexicanas mantienen además estrecho intercambio de inteligencia con otros países para detectar el ingreso de embarcaciones cargadas con droga, particularmente a través del Océano Pacífico.
De acuerdo con reportes de la Marina, la mayoría de los aseguramientos en el último año se realizaron en costas de Guerrero, pero también hubo en las de Oaxaca y Chiapas.
Narcotraficantes utilizan embarcaciones menores tipo Go Fast, con motores de alta potencia para intentar llegar a las playas; la intercepción de la droga, en muchos casos, ha ocurrido durante persecuciones a alta velocidad.
Como parte de su estrategia, delincuentes arrojan la coca al mar para evitar ser detenidos o para que sus cómplices recojan los bultos, aunque también hunden sus naves para borrar cualquier evidencia y evitar la cárcel por posesión de cocaína con fines de introducción al país, cargo al que se le puede sumar el agravante de pandilla.
El 26 de enero de 2018, la Armada recibió reportes de autoridades navales de Guatemala sobre el ingreso de una embarcación “con carga ilícita proveniente de Sudamérica”.
La decimocuarta zona naval ordenó una operación en la que despegó una aeronave Persuader que avistó a los sospechosos cuando arrojaban 910 kilos de cocaína al mar, dejándola a la deriva a 222 kilómetros de Puerto Chiapas.
La carga en teoría iba a ser rescatada por otros narcotraficantes; sin embargo, la aeronave se mantuvo en la zona resguardándola en espera del arribo de un helicóptero MI-17.
Otra acción fue la mayor cantidad de droga asegurada en el último año (2.2 toneladas de cocaína), ocurrió en agosto de 2018 a 278 kilómetros al suroeste de Puerto Escondido, Oaxaca.
Desde el aire se detectó una embarcación con motores fuera de borda de alta potencia; para su intercepción se desplegaron cuatro unidades de superficie, dos aeronaves de patrulla marítima y un helicóptero embarcado; fueron detenidos cuatro mexicanos, tres colombianos y un canadiense.
Otros aseguramientos de cocaína en altamar durante 2018 fueron: 21 de marzo (900 kilos, Guerrero), 15 de febrero (una tonelada, Guerrero), 10 de abril (una tonelada, Guerrero), 10 de julio (250 kilos, Guerrero), 10 de agosto (mil 860 kilos, Guerrero), 21 de agosto (725 kilos, Guerrero), 11 de septiembre (520 kilos, Chiapas) y 3 de noviembre (800 kilos, Guerrero); en 2019, 550 kilos en Oaxaca, el 5 de febrero.
Según la Guardia Costera de EU, la principal zona de tránsito de cocaína vía marítima es el Océano Pacífico y abarca América Central y México.
El Review of US Guard’s Fiscal Year 2017 Drug Control Performance advierte que el aumento de los cargamentos de droga que intentan hacer llegar se debe a múltiples factores, por lo que cambian constantemente de modos y tácticas para lograr su objetivo.
Esta situación también se explica debido a que en 2017 Colombia batió su récord de cultivo de cocaína; según el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de Naciones Unidas, creció 17 por ciento respecto al año anterior.
Trinomio:ventajas y flexibilidad
El buque puede proveer logísticamente la aeronave y la patrulla interceptora, lo cual da mayor autonomía en el mar y funge como estación de control.
La aeronave y la patrulla proveen mayor alcance para vigilancia, detección y aseguramiento de posibles blancos, contando con una cobertura completa aire-mar y una respuesta eficiente por la velocidad de esas unidades.
Esto genera mayor economía en la operaciones por su capacidad de adaptación a diferentes escenarios.
La industria naval ha construido y desarrollado patrullas oceánicas con la capacidad de alojar la interceptora y al helicóptero.