En marzo pasado, tres mujeres policías fueron decapitadas en Pátzcuaro, Michoacán. Ese mismo mes, en Nuevo León, fue asesinada otra servidora pública, presuntamente por su pareja, también agente policiaco. Un mes antes, en febrero, una uniformada y su hija de seis años murieron a balazos cuando caminaban rumbo a la escuela de la pequeña, en Celaya, Guanajuato.
Más mujeres policías han sido asesinadas en el último lustro. En siete años, desde 2017 a la fecha, suman 197 asesinatos, la gran mayoría en los municipios del país.
Mientras en 2019 se registraron 19 casos, para 2023 fueron 42, lo que representa un aumento de 121 por ciento. Son cifras de Proyecto Azul Cobalto, una organización conformada por un grupo de investigadores que realiza un recuento hemerográfico de las muertes de policías en todo el país.
“Es grave darnos cuenta que a las mujeres policías las están asesinando con mayor impunidad y con mayor consistencia que a los hombres. Las mujeres policías son asesinadas por sus propias parejas, en casa. Es decir, las oficiales en México viven la violencia de género y, además, la violencia por sus funciones”, advierte en entrevista con MILENIO Daniel Gómez-Tagle, director de Proyecto Azul Cobalto.
“Las matan por ser policías y las matan por ser mujeres”, sintetiza el especialista.
Por un lado, señala que a los hombres, en su mayoría, los asesinan en sus domicilios, en emboscadas u otro tipo de ataques del crimen organizado. A las mujeres policías, en cambio, “las matan sus esposos o compañeros policías en horas de servicio”.
El director de Azul Cobalto agrega, sin embargo, que la proporción de muertes de mujeres en su domicilio a manos de sus parejas “es apabullante” en comparación con las de hombres.
“Es muy alta, en términos estadísticos, la proporción de mujeres policías asesinadas por sus esposos o compañeros de trabajo. Es la única que no deja de crecer en el Proyecto Azul Cobalto. Los policías asesinados en general pueden disminuir un 2 o 3 por ciento anual. Los estatales, un 4%, pero cuando segregamos por hombres y mujeres, ellas siempre van al alza en los últimos años”, especifica.
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Una vez más, el machismo focalizado
A pesar de que el asesinato de policías en general en México ha registrado un descenso moderado, los feminicidios de policías van en aumento.
Si en 2019 se registraron, en todo el país, 473 asesinatos de policías, hombres y mujeres, para 2023 sumaron 379. Esto significa una disminución de 19.87 por ciento. En cambio, como advierte Gómez Tagle, el asesinato de mujeres agentes está en ascenso constante.
“Muchos de los homicidios de mujeres policías han estado mediados por tres condiciones. La primera, es la exclusión y marginación, producto de la desigualdad que atraviesa un fenómeno que no solo está en las fuerzas de seguridad, sino que afecta a las mujeres en general, y que es el acoso”, advierte José Luis Cisneros, profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana.
La segunda, dice el especialista, es la cultura del machismo. Y la tercera, que muchas de las mujeres policías muertas han tenido un vínculo directo con el victimario. “Son parejas sentimentales de la misma corporación”.
Explica que estos factores complican el escenario, pues más allá de la violencia hacia las mujeres, hay casos específicos “donde se atribuye una condición que está ligada también con la criminalidad”.
De acuerdo con Proyecto Azul Cobalto, la entidad del país con más mujeres policías asesinadas es Guanajuato, con 45 casos.
“El crimen contra la mujer policía y su hija en Celaya, Guanajuato, estaba relacionado con un comandante de la policía que había sido su pareja. Ahí tenemos que tener en cuenta las tres condiciones para hacer un análisis”, dice Cisneros.
Añade que no se puede dejar de lado el problema del narcotráfico y que, “a pesar de que se ha avanzado en la protección de respeto a la mujer, el peso cultural del machismo de una sociedad como la nuestra todavía es muy fuerte y sobre todo en entidades particularmente alejadas de las grandes metrópolis”.
Añade que muchas de las mujeres policías que han muerto estaban adscritas a municipios donde aún es recalcitrante la condición de desigualdad.
Gómez-Tagle complementa a Cisneros. Dice que mientras en Guanajuato tiene 45 casos de mujeres policías asesinadas, la otra entidad con más asesinatos es Estado de México, con 21.
“Es decir, que la violencia no solamente está focalizada por género, sino también por región del país”, analiza el especialista.
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Autoridades omisas
Durante el último año, 18 policías han sido asesinadas en horas de servicio y 19 en días libres. Gómez-Tagle dice que el principal problema es que, desde las autoridades, “no existe un análisis de los riesgos operacionales, las capacidades y los límites del recurso humano más valioso que tenemos, que son los ciudadanos uniformados”.
Esto, recalca, porque “el modelo policial a través de las leyes policiales está desvinculado de los tratados internacionales de derechos humanos en cuanto al derecho del ciudadano uniformado”.
Expone que para una o un policía “es más difícil defender su derecho a la vida, por el hecho de que es juzgado por hacer un disparo, inclusive antes de poder defenderse jurídicamente. Es un tema muy complejo, pero sí hay un abandono institucional y jurídico al ciudadano que porta el uniforme”.
—¿No es un tema que se trate en la actual contienda electoral?—
"Es preocupante y más porque no hay indicios de que la próxima presidenta o presidente de México tenga una estrategia nacional de seguridad basada en los recursos disponibles, tanto humanos, materiales, económicos administrativos.
“En municipios o pueblos las policías no obedecen a códigos. Llega un presidente municipal y despide y vuelve a ingresar a otras gentes. No hay una carrera profesional como la que existe en las academias de las grandes metrópolis, como Ciudad de México, Monterrey o Puebla. Además, los salarios todavía son mucho más desiguales en los municipios entre hombres y mujeres, y las tareas, también”, responde Gómez-Tagle.
El investigador José Luis Cisneros asegura que, sin embargo, que las autoridades nunca suelen reconocer que al interior de las corporaciones existen las desigualdades, el hostigamiento y el acoso.
Los mandos, afirma, “siempre son omisos en ese sentido. No se ha resuelto ningún caso (de policías mujeres asesinadas), por eso es que tenemos en algunas entidades esas manifestaciones de mujeres que asumen la solidaridad y exigen que los casos sean tratados como feminicidios, lo cual las autoridades no estarán de acuerdo en hacerlo”.
Desde su perspectiva se requiere de capacitación, además de códigos de ética y respeto a la profesionalización del género. “Eso es algo que en México difícilmente vamos a avanzar, sí hemos logrado algunas cosas, pero no las que todo mundo desearía”, finaliza.
aag