• Lee Harvey Oswald bailó twist en una fiesta en México. Y Elena Garro lo vio

  • Reportaje
  • ¿Cuándo fue la primera vez que Silvia Tirado supo del complot para asesinar a Kennedy? ¿Cuánto recibió? Fuera de ella, ¿quiénes fueron los demás con quienes tuvo contacto Oswald?
Ciudad de México /

Fue el 22 de noviembre de 1963 cuando Ibérico Sánchez Mora lo vio bailar y festejar el asesinato de Kennedy. El hombre bailaba en su casa en el pequeño municipio de Catemaco, Veracruz, o como le llaman por ahí, “la tierra de los brujos” o el “lugar de las casas quemadas”. Ibérico era un conocido reportero en sus treinta años que había empezado su carrera en la sección de sociales del periódico local pero que, para los años sesenta, trabajaba como periodista político en el diario Los Tuxtlas.

Entonces Catemaco solo tenía 15 mil habitantes y la mayoría vivía en la zona rural, así que en el centro de la pequeña ciudad todos se conocían. Por eso cuando Ibérico pasó por la calle Venustiano Carranza, número 21, muy cerca de la Basílica de Nuestra Señora del Carmen, no tardó en reconocer al señor Tony M. Eaton. Lo vio bailando en la calle, lanzando cohetes. Se meneaba de un lado a otro mientras se reía, desquiciado. Ibérico siguió su camino pero alcanzó a escuchar a Tony: si decía que lo había visto bailar, lo mataría.

Unas horas antes, en Dallas, Texas, el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, había sido asesinado, recibió tres balazos mientras paseaba a 55 kilómetros en un coche descapotable negro satinado. El único acusado, Lee Harvey Oswald, terminó asesinado en vivo por televisión dos días después, llevándose a la tumba las grandes incógnitas del homicidio.

Lee Harvey Oswald, acusado de matar a John F. Kennedy.

Tony M. Eaton, un estadounidense de 42 años, había llegado cuatro años atrás a Veracruz para explotar dos millones de árboles durmientes en un aserradero llamado El Bastonal. De hecho era un hombre tranquilo y bonachón, según los testimonios que recopiló la policía de espionaje mexicana. Sin embargo el día que mataron a Kennedy no solo Ibérico, otros aseguraron que lo vieron eufórico: al señor Antonio Ojeda, un cocinero de la zona, le confesó que estaba bien que lo hubieran matado, “no merecía otra cosa”, dijo.

Aunque la declaración definitiva que inició una investigación frenética contra el gringo fue la de un tablajero llamado Gabriel Cárdenas, quien un día después del asesinato se acercó a darle el pésame por la muerte de su presidente.

“Es lo que debió suceder desde antes porque quería mezclar la raza blanca con la de las putas”. El señor Gabriel le dijo a la Dirección Federal de Seguridad (DFS), que dirigía entonces el coronel Manuel Rangel Escamilla, que Tony no bajó de “hijo de la chingada” a Kennedy; que dijo la palabra “negros”, que empezó una letanía sobre la integración racial, que lanzó además una amenaza: “Y lo mismo le pasará a su sucesores si siguen con lo mismo”, dijo.

Quince días después, tres agentes de la DFS se llevaron detenido a Tony M. Eaton, el hombre que bailó en Catemaco cuando mataron a Kennedy. Pero arrasaron con todos: también se llevaron a los testigos. Todos eran sospechosos. Y no fueron los únicos detenidos por aquellos días: hoy documentos revelan que varios mexicanos fueron involucrados como parte de una investigación frenética de la DFS, pues intentaban congraciarse con el gobierno de los Estados Unidos. Hoy se sabe gracias a estos archivos que los agentes estadounidenses dieron línea y hasta escribieron las preguntas de los interrogatorios en México.

Esta es una colaboración de ARCHIVERO para DOMINGA, la reconstrucción de esta historia es gracias a la desclasificación de expedientes olvidados entre cajones y viejas oficinas públicas. Casos como este revelan que en México la verdad oficial siempre está en obra negra.

El 22 de noviembre de 1963: John F. Kennedy es muerto de tres tiros en Dallas, Texas.
Lo que revela un cable de la CIA


En diciembre de 2022 los Archivos Nacionales de Estados Unidos desclasificaron 12,879 documentos relacionados con el asesinato del expresidente John F. Kennedy. Tuvieron que pasar casi 60 años para que se hicieran públicos cables e informes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés). Al hacer una búsqueda sobre la relación de México con esta historia, aparece un secret paper con fecha de diciembre de 1963.

“El gobierno mexicano reporta la segunda detención de Silva Tirado. La lista de preguntas sugeridas ha sido enviada por esta estación”, dice un cable del jefe de la oficina de la CIA en México. Este documento coincide con otro que encontramos entre cajas viejas en el Archivo General de la Nación: Es una hoja amarilla, por el paso del tiempo, de la DFS con rayones rojos y un sello que prácticamente no se ve. “¿Cuándo fue la primera vez que Silvia Tirado de Durán supo del complot para asesinar al presidente? ¿Cuánto recibió Durán en el complot? ¿Fuera de Durán quienes fueron las demás personas con quienes tuvo contacto Oswald?”, son algunas de las preguntas que alguien sin nombre sugiere. Las fechas coinciden: parecerían las preguntas que la CIA aseguró que había enviado y revela que Manuel Rangel, el director de la policía de espionaje mexicana, permitió a los agentes extranjeros entrar hasta la cocina de la institución.

Preguntas realizadas a Silva Tirado, acusada de ser la amante del asesino de Kennedy. | Especial
Preguntas criminalizan a Silva Tirado, acusada de ser la amante del asesino de Kennedy. | Especial

Silvia Tirado de Durán es la reina en esta cacería de brujas: incluso la escritora Elena Garro, su hermana y su hija Helena Paz la subieron a la hoguera. La acusaron sin pruebas de ser la amante de Lee Harvey Oswald, el asesino de Kennedy, y haber engañado a su primo Horacio.

Tirado era una mujer que andaba muy a la moda de los sesenta: cabello cortito, la ceja bien arqueada y delineada. Tenía los ojos grandes pero en caída triste, nariz chiquita y era alta. En la foto de su detención se ve despeinada, más tarde aseguraría que fue por las torturas  de los agentes de la DFS. Silvia había nacido en la Ciudad de México y siempre fue una chica “con carácter”, “bella como una modelo de pasarela”, según los reportes, pero con una escandalosa vida secreta, así la describirían investigadores de la comisión Warren, que investigó el asesinato de Kennedy. Había estudiado Comercio y un año de Filosofía, también estudió secretariado y hablaba con fluidez el inglés y el francés. Pero cuando era muy jovencita, a los 20 años, se casó con el profesor de la UNAM, Horacio Durán Navarro, nada más y nada menos que el primo de la escritora Elena Garro Navarro.

En 1961 había sido invitada a coordinar el Instituto Mexicano de Relaciones Culturales, según la investigación mexicana era comunista y conocía a toda la gente de izquierda del mundillo cultural. Así fue cómo conoció a Lee Harvey Oswald.

Ficha de detención de Silvia Tirado de Durán. | Especial

Unos beatnicks llegan a una fiesta en la Anzúres

Según documentos desclasificados del caso Kennedy, el 26 de septiembre de 1963, dos meses antes de que Oswald asesinara al presidente, llegó a México. Ingresó por la frontera de Nuevo Laredo, en Tamaulipas, más o menos entre las 13 y 14 horas. Rápido tomó un autobús Flecha Roja, con número 516, con destino a la Ciudad de México. Se hospedó en el Hotel Comercio, un pequeño alojamiento en la calle Fray Bernardino Sahagún 19, en la colonia Guerrero. Ese mismo día fue a la embajada Soviética donde habló con el cónsul para solicitar una visa para ingresar a la URSS.

También visitaría la embajada de Cuba en México donde haría lo mismo: exigir una visa de tránsito para ir a la URSS. Quien lo atendería sería Silvia Tirado, a ella le contó que estaba casado con una rusa. Tirado lo describe como un hombre rubio, bajito, mal vestido y que se le ponía el rostro rojo cuando discutía. Ella le explicó que el trámite podía durar hasta cuatro meses. Oswald se peleó con medio mundo e incluso se fue a los gritos con el cónsul Eusebio Azcue, dicen los archivos. Un informe en Estados Unidos da otra pista: fue la CIA la que consideró detener a Silvia Tirado el 23 de noviembre de 1963, liberada un día después, luego arrestada nuevamente el 27 y liberada otra vez.

Lee Harvey Oswald llegó a México meses antes de asesinar a John F. Kennedy.

Elena Garro reveló que ella, entonces casada con Octavio Paz, y su hermana Deva —primas de Horacio— fueron invitadas a la casa de otro primo, Ruben Durán, a bailar twist a mediados de octubre de 1963. Aunque los documentos no detallan la dirección, según el registro civil y un interrogatorio de la DFS, Rubén y su esposa vivían en la colonia Anzúres en un departamento en la calle Heródoto, número 14-7. El edificio aún sigue en pie.

Según la versión de Garro ante autoridades norteamericanas, Lee Harvey Oswald estuvo en esa fiesta acompañado de otros dos chicos beatnik. Cuando Garro intentó hablar con ellos, otro de sus primos la jaló a una habitación y le contó que no sabía quiénes eran pero que Silvia Tirado los había llevado a la fiesta. Según la historia de las hermanas Garro, al día siguiente por casualidad vieron en Avenida de los Insurgentes a los estadounidenses que habían ido a bailar y Oswald llevaba un suéter negro. Además, dijo a un oficial de la embajada que Silvia era la amante de Oswald y que tenían conexiones con comunistas mexicanos y espías.

Para 1964 las hermanas Garro y Helena Paz aseguraron que incluso tenían información que revelaba que los asistentes a la fiesta se habían escondido en Veracruz bajo la protección del gobernador Fernando López Arias. Durante años Silvia Tirado fue llamada a declarar tanto en México como en Estados Unidos y siempre sostuvo que solo atendió en el mostrador al asesino de Kennedy.

Horacio Durán era primo de Elena Garro, esposo de Silvia Tirado. | Especial

La trama mexicana tuvo más participantes

Según informes de la DFS, se detectó que en diciembre de 1963 un hombre llamado Hilario Rojas Villanueva envió una carta al procurador de Estados Unidos, Robert Kennedy.

Le dijo que sabía algo sobre el asesinato de su hermano. Le contaba que en 1962 había conocido a un cubano en México, quien le había pedido que introdujera propaganda cubana vía Cozumel, donde vivía. Según este hombre, se hicieron amigos e incluso viajaron a Nuevo Laredo ese mismo año, donde le presentó a Oswald. 

Para febrero de 1963 volvió a verlo, esta vez estaba acompañado de una mujer también de nacionalidad cubana, Cristina. Fue ahí donde planearon el asesinato de Kennedy, aseguró. Cuando fue detenido por la policía mexicana, reveló que incluso dejó registro de ese encuentro en una libreta. La policía lo liberó. Hilario anduvo escondiéndose, decía que cubanos querían atraparlo. Robert Kennedy nunca respondió sus cartas y con esto terminó esta cacería de brujas en México.

GSC/LSL/ASG


  • Laura Sánchez Ley
  • Es periodista independiente que escribe sobre archivos y expedientes clasificados. Autora del libro Aburto. Testimonios desde Almoloya, el infierno de hielo (Penguin Random House, 2022).

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