La campaña de desarme nacional ha profundizado su caída en la última década, concentrándose la mayor parte de las entregas en la Ciudad de México y quedando rezagados algunos de los estados más violentos del país, como Guanajuato y Baja California.
Aunque el fenómeno tiene una tendencia decreciente desde hace nueve años, la recaudación de armas tocó sus niveles más bajos en los últimos dos años y medio.
Una investigación de MILENIO revela que a pesar de los vales para despensa, el dinero en efectivo e incluso la promesa de no abrir ninguna indagatoria en contra de quienes las entreguen, los ciudadanos se niegan a ceder sus armas al Ejército.
Estadísticas e informes obtenidos a través de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) muestran que durante 2019 fueron entregadas 7 mil 146 armas, mientras que en 2020 apenas llegaron a las mil 662. Y desde entonces sigue el declive: durante 2021 solo recibieron mil 167 y hasta junio de este año van 716.
La caída entre 2019 y 2021 fue de 83.67 por ciento, una tendencia que mantiene un ritmo descendente durante el primer semestre de este año.
La información oficial indica que la mayoría de las armas han sido entregadas en la Ciudad de México, principalmente en alcaldías como Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Benito Juárez.
Foto: Octavio Hoyos
Mientras que estados con altos índices delictivos como Guanajuato, Baja California, Michoacán, Jalisco y Chihuahua solo han recaudado entre 5 y 40 armas anualmente.
Otra característica de las pistolas y rifles obtenidos a través del programa de canje, es que desde 2020 a la fecha han sido entregadas 2 mil 434 armas cortas, frente a las mil 111 armas largas.
La suma de estos dos años y medio no logra igualar las más de 7 mil que fueron resguardadas en 2019. Muy lejos han quedado aquellos años en que los mexicanos se acercaban a los cuarteles a canjear sus armas, como en 2013, cuando se recibieron más de 31 mil.
No obstante las campañas gubernamentales para participar en los programas de desarme voluntario, desde hace nueve años la caída en la entrega de armas ha ido en resbaladilla.
Ciudad de México a la cabeza
De acuerdo con el Ejército, los primeros registros que poseen en sus archivos del Programa de Canje de Armas de Fuego datan del año 2000.
Estas acciones forman parte del artículo 5 de la Ley General de Armas de Fuego, el cual estipula que tanto el Ejecutivo Federal como los gobiernos de los estados, de la Ciudad de México y los ayuntamientos, realizarán campañas educativas permanentes que induzcan a reducir la posesión, la portación y el uso de armas de cualquier tipo.
Una revisión realizada por MILENIO encontró que la Ciudad de México encabeza la entrega de armas. Durante 2019 se recibieron 4 mil 440 armas, en 2020 fueron 835 y en 2021 se recaudaron 368.
Foto: Octavio Hoyos
En contraste con estados con altos índices delictivos como Nuevo León, donde durante esos mismos años se recibieron solo 12 armas. En Baja California llegaron 33 y en Guerrero se registraron ocho entregas.
La disminución también es notoria en estados como Sinaloa, donde solo se han recibido 173 armas en dos años y medio. En Guanajuato se entregaron 154, en su mayoría cortas. En Veracruz se registraron 341.
Esto sucede a pesar de los esfuerzos de los gobiernos locales en conjunto con el Ejército y la Iniciativa Privada.
En 2022 la oferta de canje continúa: en Jalisco se ofrecieron hornos de microondas y sillones de una pieza por granadas y armas pequeñas. En otros estados marcados por la violencia, como Tamaulipas, se dieron planchas, ollas de vapor y licuadoras.
“El propósito principal, es el de hacer conciencia entre la población civil que utiliza y posee armas de fuego, para que voluntariamente realice el canje de las mismas obteniendo un artículo electrodoméstico”, dijeron hace unos días mandos de la Cuarta Región Militar.
Entre 2006 y 2012 se recibieron 70 mil 829 armas largas y cortas. En el periodo 2013-2018 se resguardaron 83 mil 134. Entre 2019 y 2022 se han canjeado 10 mil 691 armas, la caída más grande desde que se implementó el programa.
Campañas
En años anteriores a la desaceleración de entregas de armas, los cuarteles abrieron las puertas para que la prensa documentara las armas que eran entregadas por los ciudadanos.
La Sedena informaba durante esos años casos como el de un hombre que entregó en Durango granadas de fragmentación, o el de una señora en Ciudad de México que cedió un lanzagranadas a cambio de una despensa y un vale de mil 500 pesos. Fue ella quien reveló en 2012 que era de “un hombre al que se lo estaba guardando”.
Foto: Araceli López
Después de la entrega, los militares eran grabados destruyendo las armas con serruchos y otros utensilios, incluso delante de los donadores de armas.
“El propósito es promover entre los ciudadanos la entrega voluntaria para disminuir eventos trágicos y violentos dentro del núcleo familiar o comunitario. Las armas en manos inmorales e ilegales son símbolo de violencia, y su uso ilegítimo es una afrenta a la concordia social”, repetían militares de alto rango en eventos públicos.
Pero a pesar de las campañas, los mexicanos se niegan a entregar sus armas.
ledz