En Cancún, suplen deficiencia de Aguakan con pipas, pozos y bombas ante falta de agua potable

Para Aguakan, las pipas son un negocio doble; aparte de que cobran el servicio de agua potable a domicilios y negocios, también les cobran a las pipas, que venden el líquido.

En Cancún, Aguakan es casi un enemigo público | Diseño por Mauricio Ledesma
Rafael Montes
Quintana Roo, Cancún /

La deuda de Rosa María García con Aguakan, la compañía privada de agua potable del norte de Quintana Roo, es de más de 28 mil pesos, a pesar de que durante meses su casa en Cancún estuvo deshabitada, la cuenta creció y creció; hoy, ya es impagable.

“Nosotros no pensamos pagarle esto a Aguakan porque no lo tenemos. Mejor pensamos hacer un pozo. Por los pozos están cobrando 12 mil, 10 mil, 8 mil, 7 mil si bien nos va. Mejor hacer un pozo y esta cuenta no la vamos a liquidar. Ya está inalcanzable”, platica molesta por los cobros injustos y los malos tratos que recibe del personal.

En Cancún, Aguakan es casi un enemigo público. A quien sea que se le pregunte su opinión por la empresa ─que lleva 30 años con la concesión para el servicio de agua potable, alcantarillado y saneamiento en Benito Juárez, Isla Mujeres y Puerto Morelos─, tiene una mala reacción.

Las tarifas elevadas, de 200 a 400 pesos al mes en promedio, las presuntas trampas para cobrar de más, la falta de atención a fugas, los amplios horarios en que no hay suministro y la baja presión del agua cuando sí llega, tienen hartos a los cancunenses.

Actualmente, la gente espera que esa concesión pronto sea cancelada y que se haga caso a lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador, dijo, desde su conferencia el 24 de enero: “hay que poner un hasta aquí”.

En un recorrido de MILENIO por varias zonas de Cancún, colonos explicaron que existen al menos tres maneras para subsanar lo que Aguakan no da: desde bombas para meterle presión al agua y que pueda subir a los tinacos, la compra de pipas y, ya como decisión extrema, la perforación de pozos en los patios de las casas.

La primera opción es la menos atractiva, porque implica un gasto doble, es decir, lo que se paga de agua y, además, lo que se paga de luz.

“Ese es un gasto más, porque a mí prácticamente se me duplicó el recibo de luz”, reprocha Rosa María.

En su misma colonia, Villas del Mar, en donde el agua sólo llega de 15:00 horas a 22:00 horas, su vecino Mario Montalvo, coincide.

“Si no aprovechas el agua cuando llega, no almacenas, porque no hay presión para que suba a los tinacos… Aquí, el que no tiene bomba, tiene que tener muchos botes para almacenar agua”, reclama.

Más de 200 pipas en Cancún

Formado en la fila de decenas de pipas que se reúnen en el cárcamo de la Rehoyada, al norte de Cancún, Ángel Hernández, operador de una pipa desde hace seis años, platica que hay veces en que no se dan abasto ante tantas solicitudes de servicio.

Las venden desde 120 pesos por tinaco de mil 100 litros o hasta 750 pesos la pipa, de 20 mil litros, completa.

Muchas son para los hoteles. Por el boulevard Kukulkan, la principal avenida de la zona hotelera, es frecuente ver a las pipas ir y venir.

Para Aguakan, las pipas son un negocio doble; aparte de que cobran el servicio de agua potable a domicilios y negocios, también les cobran a las pipas, que venden el líquido donde, pese a tener el servicio de la empresa, es deficiente.

En esta ocasión, por ejemplo, el agua que Ángel está cargando es para una concretera que provee cemento para las obras públicas que se están desarrollando en Cancún.

Daniel Aguilar también es pipero, pero él lleva más de 30 años en el gremio. Recuerda que en la década de los 70, había tres o cuatro pipas en Cancún, que apenas iban desarrollándose.

Hoy, dice, hay más de 200, lo que hace que las filas sean largas en cada uno de los dos cárcamos en donde tienen permitido cargar sus pipas.

“No quieren abrir más porque los de Aguakan nos miran como una competencia porque dicen ‘yo le corto el agua al señor y va, pide pipa y ellos le llevan y me va a pagar cuando le dé la gana’”, explica.
“Es el caso de esta familia; vienen arrastrando una cuenta de hace años y eso les sigue creciendo porque Aguakan, aunque no consumas, te la sigue aumentando. Entonces dicen ‘mejor compro la pipa y ahí que se quede la cuenta’”, dice mientras llena tinacos en la Unidad Morelos.

Agua directa del subsuelo

Melitón Uría ha colocado en diversas partes de la ciudad un letrero que dice “Hago pozos”. A eso se dedica, pues, pese a que la península de Yucatán vive sobre ríos subterráneos, Cancún sufre escasez del líquido.

“Tiene tres años que se empezó a incrementar las solicitudes de pozos, se han incrementado, porque la verdad desde que empezó la sequedad, este calor, todos necesitan agua”, dice.

Actualmente, hace unos ocho pozos a la semana, de 6 mil 500 a 9 mil pesos cada uno. Uria explica que las zonas de donde más solicitudes recibe son Rancho Viejo, una zona habitacional popular de las orillas y el centro de Cancún, así como del municipio vecino de Puerto Morelos, “que es donde está más escasa el agua”.

Explica que: “el problema que vive Cancún es que Aguakan no da un buen servicio y la gente espera su agua, pero desgraciadamente no es como lo pinta Aguakan, por eso buscan a alguien que haga una perforación de pozo”.

Para poder abrir un pozo, detalla, la autorización la tiene que dar Aguakan y el gobierno municipal; Sin embargo, no siempre dan el permiso, sobre todo en fraccionamientos. En otras zonas, en donde la gente tiene patios más amplios, es más fácil.

Aunque hay regiones donde el agua subterránea está a apenas tres metros de profundidad, Melitón asegura que la mejor está a 15 metros.

“Se le recomienda a la gente hacer un pozo de cuatro pulgadas porque ahí le mete la bomba sumergible. Lo hacemos a 15 metros porque ya no está contaminada; a 10 metros, está contaminada”, platica.

Aunque en diciembre pasado, el Congreso local ya hizo efectivo el resultado de la consulta popular de 2021 y revocó la concesión de Aguakan, la empresa buscó un amparo y consiguió una suspensión que le permite seguir operando.

Al respecto, la señora Rosa María confiesa: “cuando vimos que los diputados les iban a quitar la concesión estábamos felices porque esto para mí y para mi esposo implica un dolor de cabeza”.
Y harta, exige: “¡Que se vaya Aguakan, pero ya ahorita, en este momento!, porque no puede ser que los aguantemos 29 años más. Es hasta el 2053. ¿Se imagina?”

RM

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.