El primero, un viajero despreocupado. El otro, un trailero con larga experiencia. Ambos unidos por una de las historias de terror que se viven en las carreteras de México.
Horacio Cavazos es un abogado de 48 años. Salió de su casa en el Estado de México rumbo a Lagos de Moreno, Jalisco, el 7 de diciembre de 2023. Llevaba dinero solo para las casetas y alimentos. Tomó la autopista México-Querétaro, pasó el libramiento a Celaya y enfiló hacia Irapuato. Iba a más de 120 kilómetros en una SUV Toyota Highlander cuando notó que, por el carril derecho, una camioneta negra, una Ram 1500 con cristales opacos lo rebasó obstruyendo su camino hasta detenerlo.
Un arma se asomó por la ventana. Tres individuos, con rifles, pasamontañas y cascos bajaron del vehículo. Uno le apuntó directamente: “¡Bájate! ¡Tráete tu celular y la cartera!”, ordenó mientras lo subían a la camioneta, al tiempo que otro de los captores tomaba el control de la Highlander. Los vehículos salieron de la autopista por un camino de terracería paralelo. Arriba de la Ram se escuchaba un radio de banda ancha: “Vienen ‘estacas’ por la brecha”, “pasaron ‘trilladoras’ verdes”. Buscaban a otras víctimas conduciendo distintos tipos de transporte.
Regresaron a la autopista. Iban ahora tras un tráiler. Lo detuvieron con el mismo método, bajaron al chofer y también lo treparon, junto con Horacio. Insaciables, quisieron interceptar a otro más, un camión de mudanzas, pero desistieron tras notar que traía escolta. Una vez fuera de la autopista el conductor del tráiler, que ‘ya se la sabía’, trató de bajar el riesgo: “Oigan no les apagué la unidad… ¡No sean mala onda conmigo!”, negoció. Su carga, informó, eran “platos desechables”. La orden al nuevo tripulante fue que condujera el tráiler hasta Celaya para descargar esa mercancía. “Ya me ha pasado esto más de 15 veces”, dijo, “haré lo que ustedes me digan”.
Los capturados fueron llevados a un rancho cercano, verían al jefe, quien inició el interrogatorio de manera automática: “¿A qué te dedicas?”, “¿adónde ibas?”, “¿para quién trabajas?”. Pero no alcanzó a tener respuestas porque a lo lejos comenzaron a escucharse unas sirenas. A excepción del jefe, todos subieron a la Highlander.
Horacio recuerda que durante el escape, mientras rebotaba junto al trailero en el asiento trasero, lo que más le dolió fue un golpe gratuito en el rostro, un cachazo de rifle. “¡Tranquilos, ya los vamos a soltar!”, avisaron. Pero nunca se sabe.
Lloviznaba. Los bajaron en medio de la nada. Horacio les agradeció. Luego de pedir prestado, consignó todo en la denuncia que presentó ante el ministerio público en Celaya, cerca de la medianoche. Horacio quiso denunciar que fue víctima de secuestro exprés pero el ministerio público que lo atendió solo acreditó robo con violencia.
“Te tocó la de malas”, le dijo el trailero, quien firmó como testigo en su demanda. “Los patrones tienen que pagar para que no les bajen la mercancía, pero nosotros somos los que siempre salimos perdiendo”, le explicó el viejo lobo del camino.
Tres meses después, la SUV de Horacio apareció en el corralón municipal en Apaseo el Grande, Guanajuato. Estaba sin llantas y con el chasis agujereado por impactos de bala. “Sobreviví”, resume a DOMINGA. No ha vuelto a conducir en carretera.
¿íbamos mal pero se descontroló?
Quien diga que es sencilla la tarea de pacificar las carreteras y autopistas, miente. El país tiene 400 mil kilómetros de vías terrestres, calcula el Inegi, y ahí se incluyen los caminos concesionados y los tramos federales. La inseguridad afecta en múltiples dimensiones y su impacto económico es difícil de cuantificar debido a la complejidad para denunciar.
Por un lado, los asaltos a transportistas, el robo de sus mercancías representa una pérdida directa para los choferes y las empresas que los contratan. Los patrones se ven obligados a invertir grandes cantidades en diversas medidas de seguridad, disparan los costos de operación, que al final repercuten en el precio de las mercancías.
Los asaltos a conductores privados y autobuses de pasajeros, por el otro, causan pérdidas a las empresas y, en general, a la cadena del turismo. Los que viajan suelen cancelar viajes o eligen rutas y horarios alternativos, lo que repercute de manera negativa en los destinos que antes eran socorridos y, con ello, a toda la cadena de proveedores de servicios, como restaurantes, bares, hoteles, taxistas, etcétera.
A escala macro, la inseguridad en las carreteras daña la reputación del país como destino de negocios e imán turístico, lo cual aumenta el riesgo de que haya empresas extranjeras o viajeros internacionales que eviten invertir o visitar plazas mexicanas. Ese costo de oportunidad puede llegar a miles de millones de pesos.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Seguridad Privada (CNSP), el robo en carreteras creció 121% en la última década, al pasar de 4 mil 150 en 2014 a 9 mil 181 en 2023. El año más violento fue 2019 con 13 mil 068 casos.
La Asociación Nacional de Empresas de Rastreo y Protección Vehicular (Anerpv) reportaban en 2019 que los disparos para obligar a los conductores a detener las unidades y el posterior saqueo ya eran una práctica común. Los objetivos principales de los criminales eran el saqueo de alimentos y bebidas (40 por ciento), artículos industriales y de construcción, químicos y alcohol. Para abril de 2024, las categorías más robadas siguen siendo abarrotes (30 por ciento), pero repuntaron vehículos, tecnología, alambres y aceros, lácteos, vinos y licores, según AI27 Predictive Intelligence.
Antes, como ahora, preocupaba que casi el 90 por ciento de los asaltos ocurrían contra unidades en pleno movimiento, en tránsito, y solo 7 por ciento se daba cuando estas estaban estacionadas en sitios inseguros.
Luis Villatoro, director de Inteligencia y Seguridad en Cadena de Suministros para las Américas de la multinacional Overhaul, confirma que la incidencia de hechos delictivos “ha sido exponencial a partir de 2019”. Aunque hubo una baja a consecuencia de las medidas de aislamiento por la pandemia, “hubo un repunte importante desde 2022 hasta 2024, cuando la situación claramente se ha salido de control”.
¿A cuánto asciende ese “descontrol”? Es difícil cuantificar, debido a la ‘cifra negra’ de los casos que no se denuncian, pero diversas fuentes esgrimen sus cálculos.
Puebla y Edomex bailan la danza de las cifras
La Cámara de la Industria de la Transformación de Nuevo León, dio a conocer una encuesta que arrojó resultados inquietantes. El monto de lo robado al autotransporte de carga ascendió a casi 6 mil millones de pesos en 2022, a los que se debían sumar otros 4 mil 500 millones que las grandes y medianas empresas gastaron para proteger sus bienes. Considerando esto, las pérdidas serían de 10 mil millones para ese sector.
Pero podría haber sido peor. Una fuente reconocida como especialista en seguridad, Alejandro Hope —fallecido en abril de 2023—, aseguraba que el costo para las empresas que instalaron diversos dispositivos para proteger y localizar su mercancía, solo en 2019 había ascendido a 8 mil millones de pesos, basándose en la Encuesta Nacional de Victimización de Empresas (ENVE). Así, para los que transportan productos e insumos, que involucran seguros y fianzas por el robo de mercancías —rubro que, por cierto, se ha incrementado en 150 por ciento—, se habla de una cantidad que rondaría los 14 mil millones de pesos de afectación por la inseguridad en un solo año.
En una revisión a la ENVE de 2022, se desprende que en 25 estados el “robo o asalto de mercancías, dinero, insumos y bienes” es el primer o segundo delito más frecuente, y el segundo en los tres sectores económicos (comercio, industria y servicios) para la micro, pequeña y mediana empresas, y el principal para las empresas grandes.
Hay que insistir: las cifras varían de malas a peores dependiendo de la fuente. AI27 difiere en su análisis de abril de 2024 con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el incremento del número de robos en Puebla –la segunda entidad más conflictiva–. Mientras que AI27 asegura que los robos aumentaron 60 por ciento en ese estado y ese mes, el Secretariado aseguró que disminuyeron 16 por ciento. Lo mismo ocurre para el Estado de México –la entidad con mayor número de robos al autotransporte–. Para AI27, significó 29 por ciento a escala nacional, mientras que el Secretariado reportó 47 por ciento.
De cualquier forma, hay coincidencias en la gravedad del asunto. Overhaul hizo una medición de enero a mayo de 2024 y coincidió en que el Estado de México y Puebla concentran casi la mitad —48 por ciento— de la actividad delincuencial en carreteras. Reportó también que los estados donde más crece este delito son Hidalgo (74 por ciento), Puebla (22) y Guanajuato (18).
¿Cómo es la percepción de seguridad en carreteras?
Con estos niveles de asaltos no es gratuito que la percepción de corrupción sea de ‘mala’ a ‘muy mala’ hacia la mayoría de las autoridades que deben prevenir o investigar las denuncias. Según la ENVE, los policías de tránsito municipales son los peor evaluados (72 por ciento), seguidos de los preventivos municipales (65), la policía estatal (63), los policías ministeriales, judicial o de investigación (63), Fiscalía General de la República (57) y Guardia Nacional (21.8 por ciento).
“Los primeros respondientes no está actuando bajo la debida diligencia basada en el principio de inmediatez, cuando se comete un robo no inician la noticia criminal y el afectado se ve en el problema de ubicar cuál es el ministerio público al que debe acudir, dependiendo dónde se dio el crimen, si en una carretera federal o estatal. Eso no debería importar”, dice Raúl Sapién Santos, presidente del CNSP.
Sapién Santos pone el dedo en varias llagas. Una de ellas es el “viacrucis” que implica iniciar una carpeta de investigación cuando se sufre un atentado. La complicación para denunciar propicia una cifra negra enorme. Hoy no se sabe a ciencia cierta el número de delitos que se cometen “porque muchos transportistas no pueden contratar seguros para su carga y eso afecta levantar una investigación eficiente”. El directivo calcula en más de 75 por ciento el volumen de la cifra negra.
Un gran número de carpetas se enfocan en que sea el seguro el que pague la mercancía, y no precisamente se hacen con la perspectiva de evitar el robo, alerta. Sapién ofrece otra cifra contundente: “de diciembre de 2018 a mayo de 2024, efectivamente superamos los 53 mil robos al transporte de carga”.
Y echa sal en otra llaga, quizás más grave: el mercado informal que existe para todo lo que se roba en las carreteras. ¿Qué sucede con esas mercancías?
“Se vende en diversos mercados ambulantes, en donde a todas luces se sabe que tales mercancías son producto de hurto a los transportistas. Es decir, puede que acaso se investigue quién robó, pero no se está llegando a la investigación necesaria: quién vende, quién comercializa y quién compra esas mercancías robadas”, dice.
¿Cuáles son las peores vías para conducir?
Diversos representantes empresariales afirman que en México ya no hay caminos seguros. Aunque eso no es exacto —la península de Yucatán, zonas del Sureste y Noroeste se salvan, según los mapas de incidencia— es verdad que el delito se ha recrudecido en lugares donde antes no tenía tanta presencia.
A pesar de vivir en una región violenta por el enfrentamiento entre cárteles, el representante de las líneas de autobuses de pasajeros en Michoacán, Arcadio Méndez, dice que el robo a los pasajeros no es algo frecuente.
“Extorsionan a los productores de aguacate, roban mercancías, tractocamiones, pero por el lado del pasaje, no les interesa. Subir a quitarle el reloj que vale 100 pesos a la gente de los pueblos originarios acá en Paracho, en Charán, pues no. El nivel de pasajeros aquí es de bajos ingresos, y los demás se mueven en sus propios autos”, dice el representante de la Cámara Nacional del Autotransporte de Pasaje y Turismo.
Así, el problema claramente se concentra en la región Centro-Bajío, donde sobresalen en deshonrosos primeros lugares el Estado de México y Puebla, seguidos de Jalisco, Guanajuato, San Luis Potosí o Hidalgo, además de la otra región conflictiva que comprende el Golfo y el Noreste, a saber Veracruz, Tamaulipas y Nuevo León.
Circuito Exterior Mexiquense, Arco Norte, Celaya-Salamanca, Puebla-Veracruz, Urracas-Matamoros-Reynosa, Matehuala-Monterrey, Morelia-Puerto Lázaro Cárdenas y las rutas que salen y entran a la capital del país, como la México-Querétaro, Puebla y Veracruz, son las más ominosas para conductores que enfrentan falsos retenes —con luces, uniformes y armas que parecen oficiales—, disparos en plena marcha, bloqueos con piedras o vehículos.
Villatoro, directivo de Overhaul, no avizora que esto se remedie en el corto plazo:
“La situación es crítica porque ocho de cada 10 incidentes de este tipo son con violencia en el Estado de México; en Puebla lo son nueve de cada 10, y cuando hay disparos, 70 por ciento de los operadores resultan lesionados”.
Su diagnóstico es que las autoridades de los tres órdenes de gobierno no han actuado de manera coordinada.
“No hay una estrategia. Las unidades son vaciadas, pero también desmenuzadas: hay reportes en Puebla sobre los lugares donde se venden refacciones robadas de una marca en específico de tractocamiones, la más popular, y no parece que vaya a cambiar ese panorama”.
Vienen los algoritmos contra el crimen
La Cámara de la Industria de Transformación de Nuevo León lleva dos años reclamando reforzar la presencia de la Guardia Nacional y las policías estatales en los puntos más conflictivos, invertir en paraderos seguros, monitorear con eficiencia y agilizar la denuncia del robo en las instancias de seguridad y ministerios públicos.
En lo que llegan medidas desde la autoridad, los privados buscan otras alternativas, como las que sugieren especialistas cuyo servicio es prevenir con base en herramientas tecnológicas que anticipan el riesgo de asaltos y robos.
Raúl Betancourt, director de Ciencia de Datos de AI27, explica que con base en inteligencia artificial, sistemas de geolocalización, drones, equipos físicos en carreteras y la experiencia de sus analistas, desarrollan estrategias de prevención para cada cliente. Su conocimiento se basa en el monitoreo diario de 3 mil viajes, más de un millón al año. Sus clientes son grandes compañías y aspira proveer su servicio también a los dueños de apenas uno o dos tráileres —los “hombres-camión”— para quienes un robo puede significar la bancarrota. ¿Qué les ofrece? Inteligencia.
Su algoritmo trabaja con unas 700 variables y aprende todo el tiempo acerca de rutas, horarios, días, tipo de embarques, mercancías más codiciadas, conductas de los operadores, bloqueos en vialidades, paraderos seguros —y los que dejaron de serlo—, testigos de la carga, velocidad a la que va el vehículo, en qué kilómetro de la ruta se encuentra, etcétera.
“Te decimos la probabilidad de robo que tendrá tu embarque antes de que este salga”, resume. “Sugerimos rutas y horarios alternativos, mejoras en los operadores. Sin querer sonar presumido, puedo afirmar que tomando las medidas sugeridas el riesgo de sufrir un siniestro disminuye un 96 por ciento”.
Refiere que un par de aseguradoras ya no querían cubrir a empresas transportistas porque las asaltaban todo el tiempo. Ya no eran negocio. “Nos lo pasaron y bajamos su tasa de siniestralidad en 98 por ciento, se convirtieron en clientes modelo”, se ufana Betancourt.
GSC/ATJ