Sol, arena y mar, como dice Luis Miguel en sus canciones, y ver las olas del mar en el Caribe, ya no es placentero. La mafia de los sindicatos de taxistas de Quintana Roo y ruleteros concesionados se han convertido en el terror de turistas nacionales e internacionales. La culpa no la tiene la noche, tampoco la playa, sino que desde hace varios años –una década al menos– existe en este paradisiaco balneario una especie de piratas del asfalto.
Los taxistas del Sindicato de Taxistas “Andrés Quintana Roo” (Cancún), los del Sindicato de Taxistas “Lázaro Cárdenas del Río” (Playa del Carmen), los del Sindicato de Taxistas de Puerto Morelos “César Martín Moreno” y taxistas con concesiones federales del Aeropuerto Internacional de Cancún son quienes “con amparos federales en mano” recurren a abusos, arbitrariedades y robos.
Además de un grupo de taxistas pirata, que en realidad son un grupo de estafadores que se hacen pasar por empleados de hoteles ‘all inclusive’ y resorts de lujo que cobran cifras estratosféricas por su servicio: 200 a 300 dólares o tres mil o cinco mil pesos mexicanos, los cuales dicen que recuperará el turista en la recepción del hotel que eligió, pero que al final resulta un fraude y nadie se hace responsable de esa devolución.
El volado de tener unas vacaciones mágicas, o de arruinarlas, muchas veces depende del taxista que te toque al volante. Lo hemos visto en las redes sociales: taxistas que agarran a golpes a choferes de Uber en las afueras de los ‘all inclusive’; vehículos de aplicación atacados con tubos y bates de beisbol en las afueras del aeropuerto; choferes “cerrándose” a estos Ubers y exigiendo a “mentadas de madre” que bajen a sus pasajeros porque al aeropuerto sólo entran ellos. Es de ellos. La anarquía en la movilidad y el transporte es la constante en este paradisíaco destino.
Los casos más extremos ocurrieron en noviembre pasado. El cateo a las oficinas del Sindicato de Taxistas “Andrés Quintana Roo”, donde la Fiscalía y la Secretaría de Seguridad encontraron un cuarto de tortura e indicios –según un comunicado oficial– de que ahí se perpetraron al menos tres homicidios, lo que desencadenó la detención de tres directivos de la organización gremial y pleitos por cuotas de poder. Pero de esto, cuento más adelante.
Cancún se encuentra en el lugar 13 de las ciudades más peligrosas de acuerdo con un reporte de la organización World Population Review, de la ONU. La niña de los ojos turquesa –cómo solía decir, el exsecretario de Turismo, Enrique de la Madrid– aparece al lado de las brasileñas Belém y Feira de Santana. Tijuana y Acapulco ocupan el primer y segundo lugar, y Culiacán –por increíble que parezca– aparece en el lugar 16.
Este número de la mala suerte –el 13–, me cuentan empresarios hoteleros se debe en parte a que más de la mitad de los homicidios de Quintana Roo en 2024 (714) ocurrieron en Cancún (351), pero también abonan a esta mala percepción el narcomenudeo –tres vendedores de droga ejecutados en plena zona hotelera el año anterior– y los taxistas –me insiste un hotelero, en entrevista para DOMINGA– en la imagen de “ciudad insegura”. Los taxistas llevan su “granito de arena”.
En respuesta, el gobierno estatal ha dado un par de ruedas de prensa para anunciar que nadie está por encima de la ley. Incluso, a principios de marzo, comenzaron a construirse nuevos cubículos de taxis en la Terminal 2 y 4 del Aeropuerto Internacional de Cancún, para dejarle en claro al turista, cuales son los taxistas autorizados. Sin embargo, los estafadores continúan al interior del aeropuerto con total permisividad de la autoridad.
En agosto de 2024, los taxis de aplicación obtuvieron un amparo para poder bajar y subir pasaje en cualquier terminal del aeropuerto de Cancún; sin embargo, los sindicatos y los concesionarios federales únicamente les permiten dejar pasaje, no subir. Quienes se han desafiado a intentar subir turistas han sido golpeados o han visto dañadas sus unidades.
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Taxistas y ruleteros de Cancún, ¿infractores de la ley?
Daniel Enrique ronda los 22 años, por las mañanas hace el servicio social en la Fiscalía General del Estado y por la tarde se emplea como chofer de un Mazda que funciona como Uber, en lo que elabora su tesis y se recibe de abogado.
El tráfico insoportable de un viernes de quincena nos obliga a convivir por más de una hora atorados en la avenida Tulum. Una larguísima avenida que atraviesa todo el municipio de Benito Juárez, pero que no tiene vista al mar. Daniel me platica que los comunicados que emite la Fiscalía sobre la detención de taxistas golpeadores de turistas y choferes de aplicación “son pocos” en comparación con la realidad que se vive día a día.
El Sindicato de Taxistas “Andrés Quintana Roo” fundado en 1978 administra a casi 20 mil unidades del municipio de Benito Juárez (nombre constitucional de Cancún), desde su existencia, su directiva tiene control político, ha apoyado a políticos del PRD, PRI y Morena para “ayudarlos” a ganar procesos electorales; a cambio, pide “cuotas” de regidurías e incluso diputaciones locales a sus agremiados. Lo mismo pasa con los Sindicatos de Playa del Carmen (municipio de Solidaridad) y Tulum.
“El año pasado tuvimos varías denuncias por violación a manos de taxistas. Sí, todas del sindicato ‘Andrés Quintana Roo’. Más de cinco, son cabrones que están a la caza en la zona hotelera, en las discotecas o en los bares del centro; de chavas que se quedan dormidas o vienen muy tomadas, es Cancún […]. No se vale el actuar de los taxistas”.
Daniel señala que taxistas extorsionan a turistas, les roban celulares, cámaras a los extranjeros, de mínimo el cobro excesivo: “Saben que la probabilidad de ser denunciados es mínima”. El abuso de todos los días es a los borrachos extranjeros y mexicanos, a quienes les cobran tarifas exorbitantes por llevarlos a su hotel. Dice Daniel que la amenaza de llamar a la policía siempre surte un efecto positivo para la extorsión.
“Les vale madre. En sus ratos de ocio, se ríen en los sitios de taxis al reconocerse en los videos que se suben a TikTok y Facebook: “Mira a este pelana ya lo quemaron en el feis”.
Nexos de taxistas agresores con el narcomenudeo
De acuerdo con la Fiscalía General del Estado, en 2024, diez taxistas de Cancún, Playa del Carmen y Puerto Morelos obtuvieron la prisión preventiva oficiosa por golpear turistas, por amedrentar o golpear salvajemente una unidad de Uber y golpear a su conductor.
El caso más elocuente fue el de tres integrantes del Sindicato de Taxistas “Cesar Martin Rosado”, de Puerto Morelos, un sindicato con menos de una década de creación. Pues hasta 2015, Puerto Morelos era una comunidad perteneciente a Benito Juárez (Cancún). Los taxistas intimidan a un turista de Estados Unidos a que cancele el viaje de Uber que solicitó porque “es ilegal”. Más aún, lo amenazan con que sí insiste en tomar otro coche de aplicación será “detenido por la policía”. En ese mismo nivel de amedrentamiento le exigen al conductor que cancele el viaje y que ni aparezca por ahí.
El chofer de Uber apenas alcanza a decir: “Que el cliente me cancele el viaje… ya gasté gasolina a lo pendejo”. Los tres taxistas rodean al turista de forma intimidante, éste desconcertado lanza improperios en inglés y se retira caminando sin rumbo.
Dicho video, viralizado en una decena de medios de comunicación, tuvo que movilizar en diciembre pasado a la gobernadora, Mara Lezama Espinosa, a dar una rueda de prensa en donde anunció que los tres taxistas de Puerto Morelos habían sido detenidos y que el Instituto de Movilidad habría de retirarles “de por vida” la licencia de manejo, para que nunca más volvieran a manejar un taxi, dijo, dentro de Quintana Roo. Los tres taxistas fueron vinculados a prisión preventiva por dos años, continúan con el juicio, peor aún, les cayeron sendas denuncias por narcomenudeo.
“Es un delito lo que están haciendo, le están pegando a la gallina de los huevos de oro. En la medida que amedrentes a un turista y este vaya y lo diga en su lugar de origen… afectas a una camarista, afectas a un jardinero de hotel, afectas a un cocinero, afectas a los artesanos que hacen hamacas y obras de arte en tallado de madera”, expuso la gobernadora Mara Lezama.
El discurso emotivo y álgido de la gobernadora contrasta con las acciones del Instituto de Movilidad. Estos hicieron un “acuerdo verbal” con el Sindicato de Taxistas de Andrés Quintana Roo para “acosar” a choferes de Uber, según taxistas de aplicación. Los taxistas blancos con franjas verdes y número económico –distintivos de la organización gremial– pueden llevar a sus pasajeros en el asiento de atrás; los de Uber no.
“Pásate al asiento de adelante. Ayúdame a evitar una multa, evitémonos que nos paren los de Movilidad”, suelen pedir los conductores de Uber.
Acoso aeroportuario por parte de taxistas concesionados
El Aeropuerto Internacional de Cancún administrado por Grupo Aeropuerto del Sureste (ASUR) recibe 500 vuelos por día, 40 vienen de Europa y más de 100 de Estados Unidos; el resto provienen de América del Sur y puntos nacionales. En la Terminal 1 llega puro vuelo privado, de élite empresarial y políticos, quienes difícilmente ocuparan un taxi. Sin embargo, las Terminales 2, 3 y 4 son sucursales del acoso por parte de taxistas concesionados por la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SCT).
“¿Taxi privado?”, “taxi seguro a la puerta de su hotel”, “no hay corridas de ADO”, “los autobuses van llenos”, “le damos el mejor precio de la Riviera Maya” son frases recurrentes de los vendedores de transporte, cargadas de mentiras. Aquí las quejas son constantes, una familia entera que va de Cancún a un resort en Puerto Morelos, un trayecto de 20 kilómetros, tendrá que pagar entre dos mil y tres mil pesos si no contrató “transportación” con el hotel.
Del aeropuerto hasta Tulum –128 kilómetros–, esa cantidad habrá de duplicarse o triplicarse, por lo que la mejor opción siempre será “contratar” con mucha antelación el transporte, rentar un carro o ir haciendo escala en autobuses de pasajeros.
En la Terminal 2 y 4 opera una red de estafadores que se hacen pasar por concesionarios de resorts, que ofrecen llevar a los turistas en taxi privado, de acuerdo con varios casos reportados en redes sociales (sobre todo, TikTok). El ‘modus operandi’ es básico y por demás absurdo, sin embargo, sorprenden a decenas de turistas. Suelen decir que el ‘shuttle’ –transportación oficial del hotel– se descompuso y que el huésped tendrá que pagar una “garantía” de traslado de 200 dólares en un taxi particular. Incluso fingen hablar desde su teléfono a la recepción del hotel donde el cliente reservó, les pasan con una supuesta recepcionista (cómplice de la estafa) y les dicen que al llegar al hotel les harán un vale de devolución.
Por este sin número de casos y de amparos que tienen varias concesionarias de transportación en el aeropuerto ya el gobierno tiene conocimiento y tuvo que montar una “mesa especial” en enero pasado con representantes de ASUR, la Secretaría de la Defensa Nacional, SCT y Secretaría de Seguridad Pública para tomar cartas en el asunto.
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El mapa de la extorsión ruletera en Cancún y Playa del Carmen
Son destinos de alto riesgo para los turistas. En Cancún, afuera del Coco Bongo y Hard Rock en la zona hotelera, en la zona de bares del centro de Tulum, así como en la avenida de Las Torres, son los puntos por excelencia donde los taxistas del Sindicato Andrés Quintana Roo acumulan las quejas.
“Te dan una tarifa al arrancar, al llegar te quieren cobrar mucho más. Como no tienen control de taxímetro o Google Maps, toman otra ruta, te pretextan tráfico, el chiste es cobrarte mucho más de lo acordado”, dice Efraín, un peluquero tabasqueño que lleva siete años residiendo en Cancún y que me detalla que ya ha tenido que discutir y amagar con dar de “trompadas” a un taxista, para evitar ser extorsionado, a pesar de no ser turista.
Pero insiste que en su barbería, en su rutina cotidiana, hay clientes que relatan asaltos con navaja por parte de taxistas, robo de billeteras utilizando la violencia física o “decomiso” de celulares en complicidad con otros taxistas, cuando el cliente no quiere pagar la tarifa fijada a placer por el taxista sindical.
Efraín me pide buscar en “el Google” el caso del taxista que drogó a su clienta y la metió a un motel en Cancún para abusar de ella. El 30 de noviembre de 2024, el taxista del Sindicato Andrés Quintana Roo, José Roberto “N” drogó a una joven que abordó su taxi en la Avenida Kabah –una de las más transitadas de la zona urbana de Cancún–. La joven alcanzó a mandar un mensaje a un familiar que ya se dirigía a su casa, pero se sentía mal. Cuando la joven estaba inconsciente Roberto la metió a un motel de la zona.
La joven despertó dos horas después, con el conductor encima, totalmente en pánico, opuso resistencia y forcejeó con el taxista. Este intentó golpearla, pero ante la defensa de la víctima optó por huir. No imaginó que aun bajo los efectos de la droga la agredida alcanzaría a tomar fotografías del número económico 3061 del taxi. Dos días después y por la presión social, el conductor fue detenido. El Sindicato emitió un comunicado donde “lamentaba los hechos” y pedía todo el peso de la ley para su agremiado.
En Playa del Carmen, el sindicato Lázaro Cárdenas coloca flotillas de sus taxis dentro de toda la Quinta Avenida y la 10 para que los turistas sean obligados a abordar sus unidades a precios inflados y que se vean inhibidos a no pedir taxi de aplicación (como InDriver, que opera en esta ciudad). Tampoco se puede parar un taxi, fuera de sitio, los cuales son más económicos: “Está prohibido, son las reglas sindicales”, suelen decirme una y otra vez.
Con equipaje de mano, en febrero pasado, intente abordar un taxi en la avenida 15, un taxi para y me pide que suba rápido. No me abre la cajuela, me pide subir “en friega” a la unidad. Cuando vamos a arrancar, dos supervisores del Sindicato Lázaro Cárdenas lo reprenden: “Ya sabes que no puedes subir pasaje aquí”. El taxista me pide descender de la unidad. Increpo a los del sindicato y les digo que “soy local”.
“Andas de bermuda y con equipaje, aquí pasas cómo turista. O pagas taxi de sitio o tienes que caminar hasta la avenida 30 para poder hacerle la parada a un taxi normal”, dice.
Desciendo con mi equipaje y camino un kilómetro con el termómetro de mi celular marcando 32 grados centígrados en pleno invierno caribeño. Mientras camino a pleno sol, me acuerdo del diez de mayo de todos los taxistas. Los abusos de la mafia no respetan nacionalidad, sexo, idioma o religión.
Los videos virales sobre los taxistas de Cancún
Luis Arturo Villar Sudek, quien acumula 44 millones de seguidores en su canal de YouTube, donde se hace llamar ‘Luisito Comunica’, se quejó recientemente de que en Cancún le cobraron del aeropuerto a su destino la cantidad de dos mil pesos por no más de diez kilómetros. La queja grabada en vivo, mientras el taxista lo conducía a su destino, ocasionó que miles de usuarios de TikTok, Facebook, Twitter, Instagram y demás, hicieran manifiesta sus propias vivencias con los abusos de taxistas en el caribe mexicano.
Los 100 dólares que pagó el creador de contenido por un breve recorrido en taxi, se quedan cortos en comparación con la usuaria de TikTok, Narabask, quién viajaba con un grupo de amigos estadounidenses, abordaron un taxi para un trayecto de media hora hacia Tulum, al Airbnb donde se hospedarían; pero el taxista la estafó con diez mil pesos.
“Eran cinco mil pesos cuando tu viaje comenzó, pero luego se tardaron mucho en el 7 Eleven y luego el trayecto, más tráfico… son diez mil pesos y no es lo que estoy cobrando yo, eso están cobrando mis jefes”, dijo el taxista.
En Tulum, hay turistas que se han quejado de que taxistas utilizan insinuaciones de nexos o amistades con la delincuencia organizada para lograr un pago exorbitante. Otros acosan a turistas para “venderles droga”.
Los crímenes dentro del Sindicato de Taxistas “Andrés Quintana Roo”
José Luis Corral Morales, líder del Sindicato de Taxistas “Andrés Quintana Roo” fue asesinado y su cuerpo encontrado el 29 de octubre de 2024, en un paraje en la salida de Cancún hacia Mérida. Sus pecados –por decir algo– fueron no querer soltar su parte directiva y oponerse a que varios taxistas “dobletearan” ingresos distribuyendo droga al menudeo.
Corral Morales era presionado por otros líderes del mismo sindicato, Salomón Alfonso Muñoz, alias Mafer y el directivo Óscar Antonio Solís, para que dejar el liderazgo. Ambos fueron exhibidos por la Fiscalía cómo autores intelectuales del asesinato, pero también de otros dos taxistas, Miguel y Elías. Ellos, adheridos al mismo sindicato, fueron “ejecutados” por desobedecer y subir “pasajes” donde no era su sitio, el lugar autorizado por el sindicato para operar, puede ser zona hotelera, un centro comercial, un muelle o incluso la zona de antros o discotecas, incluso zona de casinos.
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Estos taxistas “desobedientes” fueron privados de la vida por Juan Manuel “N” y Jonathan Emanuel “N”, también integrantes de dicha organización gremial. Misma que presume en su página oficial de dar manutención a 20 mil familias residentes de Cancún, Quintana Roo.
Esta historia de confrontación ruletera no concluye ahí. En noviembre, la Fiscalía obtuvo una orden de cateo de las oficinas del Sindicato de Taxistas. En el operativo hallaron dosis de droga –marihuana y cocaína–, y cartuchos –no especificaron cuántos– pero no hallaron armas. Lo caótico del asunto, había un cuarto de tortura, ocupado por los directivos del sindicato, en donde el órgano impartidor de justicia apenas ahondó que encontró “indicios” de que ahí pudieron ser privadas de la vida, al menos tres personas.
Los taxistas son un “grupúsculo” poderoso en Quintana Roo
Luis Alberto es uruguayo, maneja un auto que lo ocupa de Uber, lleva cinco años residiendo en Cancún. Aquí en el caribe mexicano es muy normal que los autos de aplicación sean manejados por extranjeros: argentinos, cubanos, colombianos, uruguayos, beliceños. Un viernes por la noche me tocó de chofer un yugoslavo, nunca logramos entablar conversación, sólo me pregunto sí quería ‘music’, no esperó mi respuesta y me puso a Rammstein.
De los extranjeros que manejan Uber pocos lo hacen con el formato FM2 y FM3 –tarjeta migratoria para vivir y trabajar en México–y la mayoría se “rentan” como choferes de autos cuyos dueños son mexicanos.
“Ni en pedo me meto al aeropuerto, menos a la zona hotelera. Mira flaco –una jerga sudamericana, que en México me funciona como halago— cuando yo cogí el Uber, cualquiera me decía, cuidado, que los taxis aquí son una mafia, me insistían. Y claro, uno piensa: ‘¿cómo que mafia?’ Se pelean el pasaje, manejan mal. Jamás me imagine que roban, extorsionan, golpean, trafican droga, amenazan. Vamos, lo que aquí pasa, está para película”.
Luis Alberto me insiste, que el chofer de Uber extranjero ya tiene práctica para no meterse en problemas con el sindicato de taxistas: Recoge su unidad, manejan hacía un centro comercial o zona residencial, como Lagos, Cumbres o Villa Magna, y “prendemos el aparatito, no nos metemos a los lugares que el sindicato se siente dueño –antros, hoteles, discotecas–, no queremos quilombo. Con todo lo que se escucha de ellos, ¿para qué rascarle los huevos al diablo?”.
Tanto en Cancún, como en Playa del Carmen, los taxistas son un “grupúsculo” poderoso políticamente. Han tenido espacios en regidurías, diputaciones y hasta alcaldías. Tienen “maniatado” a las autoridades y la Secretaría de Seguridad Ciudadana se mete poco con ellos. En Quintana Roo, no se puede explicar el éxito de los comicios electorales sin la fuerza de los sindicatos de ruleteros.
GSC/LHM