El triple asesinato que expuso la presencia de cárteles mexicanos en Argentina

Los tentáculos de algunas de las organizaciones delictivas más poderosas de México se han extendido al sur del continente americano, en donde han buscado aliados que les ayuden a controlar el mercado internacional de drogas.

La huella de los cárteles mexicanos en Argentina
Anel Tello
Ciudad de México /

Entre contundentes discursos y polémicas propuestas de campaña, Javier Milei logró lo que muchos de sus más aguerridos detractores temían y se convirtió en presidente de Argentina.

A escasos días de asumir el cargo, las medidas que comenzó a implementar para fortalecer la economía del país sudamericano generaron preocupación entre la población argentina y la comunidad internacional, no obstante, el político de ‘ultraderecha’ y su administración también dieron sus primeros golpes a la delincuencia. 

Con una estrategia de seguridad abanderada bajo el eslogan de “tolerancia cero”, en distintas localidades se llevaron a cabo operativos para trasladar a presos a cárceles de máxima seguridad, además de que eliminó cualquier tipo de privilegios con los que contaban en su reclusión, según da cuenta información publicada por el internacionalista Agustín Antonetti en su cuenta de X.

A lo largo de su campaña, Javier Milei presentó un plan de seguridad que contempló la creación de un comité de crisis para atacar al narcotráfico y combatir los delitos urbanos. Y es que, a lo largo de su historia, Argentina se convirtió en un territorio clave para distintas organizaciones delictivas que operan alrededor del mundo.

Javier Milei, presidente de Argentina. | Reuters

Desde mafias italianas y hasta cárteles mexicanos vieron en el país ubicado en el Cono Sur una oportunidad para continuar expandiendo sus redes de tráfico de drogas, tal y como lo dejó entrever un trágico episodio que conmocionó a la opinión pública en 2008.

El Triple Crimen de General Rodríguez

La mañana del 13 de agosto de 2008, en medio de un camino de tierra desolado de la ruta 24 en General Rodríguez, una tétrica escena se abrió paso ante las pupilas de un transeúnte de la zona.

Los cuerpos de tres hombres -visiblemente golpeados y con impactos de bala- habían sido abandonados en medio de la nada, sin testigos ni explicaciones. De acuerdo con crónicas de medios de comunicación argentinos, el transeúnte que los encontró primero pensó que estaban ebrios, no obstante, al comenzar las investigaciones se descubrió la verdadera identidad de las víctimas.

Los cuerpos de tres hombres fueron localizados por un transeúnte en General de Rodríguez, Argentina en agosto de 2008 (Andrés Lobato | Archivo)

Sus nombres eran Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina. Ninguno de ellos sobrepasaba los 40 años de edad pero todos estaban implicados en el millonario -y lucrativo- negocio farmacéutico.

Mucho se especuló sobre la muerte de los tres empresarios que fueron localizados boca abajo y maniatados luego de que permanecieron al menos tres días privados de su libertad. Entre sospechosos que se suicidaron y políticos involucrados, poco a poco autoridades argentinas descubrieron que el triple homicidio tenía su origen en los vínculos que los empresarios tenían con operadores de cárteles mexicanos. 

Argentina: la ‘tierra prometida’

En 2008, el negocio del narcotráfico en México prosperó gracias a la alianza que el Cártel de Sinaloa estableció con otras organizaciones delictivas que operaban en el país azteca. La llamada “Federación” coordinaba el envío de toneladas de marihuana y cocaína diariamente desde el sur y centro del continente hacia Estados Unidos, pero querían más.

Más allá de las drogas de origen vegetal -como el cannabis o la heroína- algunos capos y jefes de plaza en México comenzaron a apostar por el tráfico de narcóticos sintéticos cuyos efectos eran más potentes y su costo de producción menor.

De este modo, el mercado de las metanfetaminas comenzó a consolidarse en el país pero para ponerlo en marcha las organizaciones delictivas necesitaban socios que les facilitaran el acceso a los materiales con los cuales fabricar su mercancía.

Precisamente en ese punto Argentina figuró como un territorio clave pues, de acuerdo con información difundida por Clarín, en aquella época un precursor químico conocido como efedrina se podía introducir legalmente al país sudamericano desde destinos como China o la India.

En México el fármaco estaba prohibido, por lo que distintos capos del narcotráfico no tardaron en enviar a sus representantes hasta el Cono Sur para establecer negocios y alianzas tanto con otros grupos delictivos pero también directamente con las farmacéuticas.

Información que MILENIO dio a conocer en 2020 apunta a que al menos cuatro ciudadanos mexicanos viajaron a Argentina a finales de la primera década de los 2000’s para negociar lo que más tarde autoridades definirían como la “ruta de la efedrina”.

Jesús Martínez EspinozaRodrigo Pozas Iturbe, María Alejandra López Madrid e incluso Dámaso López Serrano -alias Mini Lic- figuraron como operadores de cárteles mexicanos en Argentina, desde donde coordinaban el envío del precursor químico a distintos estados de la República Mexicana.

Dámaso López Serrano, alias 'Mini Lic' habría sido enviado a Argentina para coordinar la compra y envío de efedrina, precursor utilizado para producir metanfetaminas.

Aunque fue Amado Carrillo Fuentes -líder del Cártel de Juárez- quien se convirtió en uno de los primeros narcotraficantes mexicanos en realizar actividades delictivas en Argentina al lavar poco más de 21 millones de dólares en Buenos Aires, el asesinato de los tres empresarios farmacéuticos y el tráfico de efedrina alertaron a las autoridades de ambos países sobre la expansión tanto de las organizaciones delictivas como del negocio del narcotráfico.

¿Cuáles eran los cárteles mexicanos que tenían presencia en Argentina?

Ante la ola de indignación que desató el Triple Crimen de General Rodríguez, autoridades del país sudamericano desplegaron múltiples diligencias que tenían como objetivo esclarecer el caso.

Cuatro ciudadanos argentinos fueron detenidos por su supuesta responsabilidad en la privación de la libertad y asesinato de los tres empresarios farmaceúticos. No obstante, dentro de las personas involucradas también trascendió la aprehensión de dos mexicanos: Jesús Martínez Espinoza y Rodrigo Pozas Iturbe.

Aunque los dos mexicanos fueron arrestados en circunstancias y momentos distintos, a ambos se les relacionó con el tráfico de efedrina desde Argentina, sin embargo, lo que nadie esperaba es que trabajaran para distintas organizaciones delictivas.

Respecto a Jesús Martínez Espinoza, autoridades argentinas reportaron en primera instancia que era un líder criminal vinculado al Cártel de Sinaloa. Días después de su detención el entonces titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Eduardo Medina Mora, aseguró que pertenecía al Cártel de Juárez.

Ninguna de esas versiones coincide con las declaraciones de Rodrigo Pozas Iturbe, otro de los mexicanos detenidos que, en entrevista con Agustín Ceruse para MILENIO, aseguró que Martínez Espinoza era originario del estado de Michoacán, el cual era controlado en aquella época por la Familia Michoacana y/o los Caballeros Templarios.

Rodrigo Pozas Iturbe operó la ruta de la efedrina: China, Argentina y México. Fue detenido por primera vez en 2008.

Su versión coincide con información que tiempo después investigadores argentinos recabaron, la cual apuntaba a al menos cuatro células delictivas mexicanas que traficaban el precursor químico tanto al país azteca como a Estados Unidos.

La primera era encabezada por Rodrigo Pozas Iturbe, quien enviaba efedrina a México y Guatemala. La segunda estaba a cargo de la familia argentina Escosteguy, quienes enviaban el precursor químico a Monterrey, Nuevo León, una zona históricamente controlada por el Cártel del Golfo.

La tercera célula delictiva identificada por autoridades del país sudamericano era coordinada por Mario Segovia, quien se ganó el alias de El Rey de la Efedrina por el constante tráfico del precursor químico que realizaba a la ciudad de Guadalajara, Jalisco y la Ciudad de México. En aquella época en dichos territorios tenía presencia el Cártel de Sinaloa.

Jesús Martínez Espinoza, por su parte, se encargó de enviar el ingrediente clave para la fabricación de metanfetaminas a León, Guanajuato cuyo dominio ejercía la Familia Michoacana en aquel entonces.

Las declaraciones que en 2020 Rodrigo Pozas Iturbe realizó a Agustín Ceruse en entrevista para MILENIO también dejaron al descubierto cómo tanto él como Jesús Martínez Espinoza establecieron contacto y negocios con Leopoldo Bina y Sebastián Forza, dos de los empresarios asesinados en 2008.

Las millonarias ganancias que el tráfico de efedrina dejaba a su pasó provocó una violenta rivalidad entre empresarios farmacéuticos argentinos y, aunque resultaba más sencillo culpar a narcotraficantes mexicanos de la muerte de Sebastián Forza, Damián Ferón y Leopoldo Bina, a ninguno de los operadores de las organizaciones delictivas les convenía deshacerse de sus socios.

Múltiples sospechosos continuaron surgiendo y el caso escaló hasta la esfera política argentina y a otros empresarios, no obstante, lo que autoridades ya tenían claro es que los cárteles mexicanos pasaron de operar únicamente en su país y comenzaron a extender sus negocios en el Cono Sur, donde ahora Javier Milei tiene como objetivo mitigar sus estragos y frenar su avance.

ATJ

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