Los agentes de la Fuerza Fronteriza de Australia conocen de memoria una regla no escrita en el manual de procedimientos criminales en los principales puertos marítimos de Oceanía: si una carga proviene de México,se le debe apartar y revisar minuciosamente. La experiencia les dice que si manos mexicanas tocaron la paquetería, probablemente los brazos pertenecen a cárteles de las drogas.
Por eso, cuando el 18 de abril pasado una prensa hidráulica llegó al puerto de Nuevo Sur Wales en Sidney procedente de México, los agentes australianos siguieron el protocolo creado hace seis años debido a la creciente presencia de narcotraficantes mexicanos en su país y llevaron esa pesada herramienta a un lector de rayos X que arrojó un resultado, al mismo tiempo, extraño y casi esperado: la densidad del acero de la prensa hidráulica era anormalmente grueso, como si el fabricante hubiera levantado paredes para ocultar algo en el interior.
Bastaron unas horas para desarmar el artefacto y conocer la carga oculta: 79 paquetes esféricos con metanfetaminas en polvo que, en total, pesaban 300 kilos. El decomiso fue celebrado por autoridades australianas como el más reciente golpe al crimen organizado mexicano: aquella tarde, algún capo perdió un negocio de 273 millones de dólares. Sin embargo, más que golpe fue un rasguño, si se compara con los 10.3 mil millones de dólares que cada año gastan los australianos en drogas, según la Comisión de Inteligencia Criminal de aquel país.
“El decomiso muestra lo que están dispuestos a hacer los grupos del narcotráfico para introducir droga a Australia por las ganancias que pueden generar aquí”, dijo el sargento Salam Zreika de la Policía Federal Australiana (AFP por sus siglas en inglés) al anunciar la incautación. Su gesto no era el de un hombre cansado y víctima de sus propios éxitos: dos días antes, la AFP había interceptado 45 kilos de metanfetaminas que salieron de México hacia Hong Kong con destino a Melbourne ahora ocultos en una máquina de inyección de plástico.
Sinaloa y Jalisco
Para responder qué hace un cártel mexicano de las drogas en Australia hay que comprender que la cocaína y la metanfetamina son narcóticos con kilometraje incluido, es decir, que su valor aumenta a medida que pasan más tiempo en ruta entre el punto de partida y el destino final.
La AFP tiene identificadas al menos dos rutas que conectan a los narcotraficantes de México con los de Australia: una que incluye a Corea del Sur y Hong Kong y otra que hace paradas en islas como Fiji y Tonga. Son muchas millas náuticas cuyo costo lo termina pagando el consumidor final.
Además, el alto nivel de vida en Australia permite a los cárteles poner un “impuesto” a las drogas que incluye los gastos por sobornos a autoridades locales y fijar cualquier precio a la cocaína y la metanfetamina debido a la alta demanda, que está disparada incluso entre adolescentes: en 2019, el 43 por ciento de australianos de 14 años o más ya habían probado una droga ilícita. Hoy, ese porcentaje se estima en 50.
Así, Australia es un mercado inmejorable donde las ganancias son muchas y los riesgos pocos: el crimen organizado genera utilidades, incluso si sólo lograra llevar a buen puerto uno de cada 15 cargamentos de drogas, según cifras oficiales.
No aparecen en ningún boletín de prensa, pero por la logística necesaria sólo dos cárteles podrían estar detrás de la conquista de Oceanía: el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación.
“Los Chapitos intensificaron los esfuerzos de su padre en abrir mercados de cocaína en la región de Asia-Pacífico. Muchos de esos esfuerzos se han centrado en Australia y Nueva Zelanda, uno de los más lucrativos mercados de drogas en el mundo donde los narcóticos se venden a precios más altos que en Europa o Norte América.
“En 2021, por ejemplo, la Comisión de Inteligencia Criminal de Australia reportó que el precio de la cocaína en ese país es hasta tres veces más grande que en Europa. El Cártel Jalisco Nueva Generación copió la exportación de drogas a Australia y Nueva Zelanda y una serie de históricos decomisos de cocaína comenzaron a ocurrir en Australia desde 2016”, reportó el año pasado Vanda Felbab-Brown, directora de la organización Initiative on Non State Armed Actors.
Los dos cárteles más grandes de México ya conquistaron América, Europa, África y Asia. Ahora están en Oceanía y sólo les falta vender en la Antártica.
Australia en México
En junio de 2020, la Universidad del Sur de Australia publicó un estudio demoledor: su país había alcanzado el primer lugar a nivel global en consumo de metanfetaminas. Era el punto más grave de una tendencia que inició en 2012, cuando el Reporte Global de Drogas de la ONU alertó que el territorio australiano se transformaba lentamente en una plaza más de los cárteles de las drogas.
Aquel fenómeno quiso ser frenado de golpe en 2017 con una estrategia que pocos conocían en México: la Policía Federal Australiana envió a un representante a México para abrir una oficina de inteligencia criminal, según la página oficial de la AFP.
El objetivo era acopiar datos de inteligencia criminal, cruzar datos sensibles con la extinta Policía Federal en tiempos del ex mandatario Enrique Peña Nieto y orquestar operativos antidrogas. Un año después, un medio local ubicó a ese agente en Guadalajara, bastión del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Pero con la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador al poder se anunció un cambio en la relación entre el gobierno mexicano y agentes foráneos. El más notorio fue la expulsión de miembros de la estadounidense DEA del territorio nacional argumentando la defensa de la soberanía nacional. A pesar de ello, los australianos se quedaron en México.
Citando fuentes oficiales, los medios locales australianos publicaron que el decomiso de 45 kilos de metanfetaminas de México a Melbourne se hizo gracias a que agentes de la AFP con oficinas en México y Hong Kong interceptaron información secreta que compartieron entre ellos y con la International Liaison Officer Network, lo que llevó al decomiso de hace dos meses.
Actualmente, en la página de internet de la AFP, la agencia australiana reconoce que tiene oficinas en México, sin embargo, no publica la dirección, el número y nombre de agentes encargados de recabar información sobre el crimen organizado mexicano.
En diciembre pasado, MILENIO reportó que entre 2019 y 2022 habían sido decomisados en aeropuertos mexicanos al menos cinco cargamentos de metanfetaminas que tenían como destino Australia.
Cerrojos
Les llaman “doors” o “puertas” en español. En el argot criminal australiano es el equivalente a un “pasador” en México: alguien que tiene las llaves para abrir los cerrojos por donde se mueve la droga en un aeropuerto o puerto marítimo sin que se hagan inspecciones ni se prendan alertas de vigilancia criminal.
Las “puertas” ya están bien perfilados por las autoridades: son personas que han trabajado en un aeropuerto o puerto marítimo o tienen familiares en la nómina de aerolíneas o buques de carga, dominan varios idiomas —especialmente el español— y su estilo de vida no corresponde a su salario, pues llegan a cobrar hasta el 30 por ciento del valor de la droga como comisión por llevarlas del avión o barco hasta la calle. Son el eslabón más valioso de una cadena que mide los 14 mil 400 kilómetros que separan a México de Australia.
Hace dos décadas, sus clientes más habituales eran colombianos. Ahora, las “puertas” hacen tratos con representantes en Asia o Europa de narcotraficantes mexicanos, quienes insisten en vender un gramo de cocaína hasta en 350 dólares.
En mayo pasado, el canal de televisión pública australiana ABC News publicó un reportaje sobre los cárteles que se han infiltrado en Oceanía. Uno de los entrevistados fue una “puerta” que admitió que las empresas criminales mexicanas tienen desde contadores y halcones hasta sicarios en Australia.
“Son capaces de borrarte de la faz de la Tierra e irse. Y cuando digo ‘borrarte de la faz de la Tierra’ es que te desaparecen (...) Tienen un sindicato (célula criminal) probablemente en cada estado, en cada aeropuerto, en cada puerto”.
El negocio de los narcos mexicanos es tan exitoso en Australia que en el resto de Oceanía se preguntan a qué otro país llegarán en los próximos meses: Tuvalu, Micronesia, Papúa Nueva Guinea.
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