Un video publicado en redes sociales muestra a una persona portando un lanzagranadas de grado militar durante un retén en Matamoros, Tamaulipas.
El arma, que sólo se vende a ejércitos y ha sido ampliamente utilizada durante la invasión a Ucrania, estaba en manos de un sicario de Los Escorpiones, una célula del cártel del Golfo, la cual opera en Reynosa.
Se trata de armas con costos de entre 20 mil y 60 mil dólares en el mercado negro, con disparos que pueden valer aproximadamente 30 mil dólares por munición y requieren de entrenamiento especializado para operarse.
El civil armado que presume un escudo bordado de Los Escorpiones, además de portar el lanzamisiles, tiene un fusil Ak47 y usa un chaleco táctico.
En julio de 2020, usuarios de redes sociales ya habían mostrado escenas de un enfrentamiento entre civiles armados del cártel del Golfo con oponentes del cártel del Noreste, una escisión de Los Zetas.
En los videos se aprecia el lanzamiento de varios cohetes teledirigidos, comúnmente propulsados por lanzacohetes RPG o modelo Javelin.
En mayo de ese mismo año, la Guardia Nacional aseguró un arsenal que incluía armas antiaéreas como fusiles Barrett calibre .50 y un lanzamisiles Javelin; sin embargo fue hasta el 29 de mayo que se reportó a un civil portar a plena luz del día un arma de este tipo.
Nuevamente, en 2020, autoridades estadunidenses habían descubierto que civiles estaban adquiriendo este tipo de lanzacohetes para utilizarlos dentro del crimen organizado.
Por ejemplo, el cártel de Sinaloa había abastecido de este tipo de armas, así como ametralladoras y granadas, a una célula que operaba en Honduras y facilitaba el tráfico de cocaína hacia Estados Unidos.
Dentro de la investigación se detectó que la célula, la cual era operada por un ex congresista hondureño, Freddy Nájera, había obtenido en varias ocasiones este tipo de armas de parte del cártel de Sinaloa, el cual le llevaba los productos hasta San Pedro Sula.
Un lanzagranadas costaba entre 20 mil y 60 mil dólares, es decir, entre 400 mil y un millón 200 mil pesos, mientras que las municiones costaban 30 mil dólares, unos 600 mil pesos.
Este tipo de armas necesita además de un entrenamiento militar especializado, y cuando se trata de los lanzacohetes Javelin, aún más. “Es como un lanzagranadas elegante”, dijo un militar mientras testificaba durante un caso de tráfico de armas en Estados Unidos.
Sin embargo, el uso de estas armas no es exclusiva de carteles. Investigaciones federales detectaron que miembros del Talibán han conseguido contactos en Estados Unidos que les han permitido obtener los modelos javelin antitanque o antiaéreos, así como diversos tipos de armas y municiones, como misiles stinger.