El exterior de la casa de Don Martín todavía huele a piel quemada. Ubicada en la colonia Río Blanco de la alcaldía Gustavo A. Madero, la calle Norte 56 se encuentra impregnada del olor putrefacto de los dos cuerpos que ahí fueron calcinados la madrugada del domingo pasado.
Con una escoba, Don Martín recoge lo que no se llevaron los peritos: restos irreconocibles, que juntos, hicieron un bulto grande de basura y cenizas que invaden decenas de moscas.
“Ya que nos queda señorita... nada más echarle valor y hay que hacerlo. Si no lo hago yo, ¿quién? Alguien lo tiene que hacer. Yo creo que fue mala suerte que los vinieron a girar aquí” , dijo Martín.
El domingo, minutos antes de las 5 de la mañana Martín despertó al escuchar una explosión... cuando abrió los ojos, vio las llamas que alumbraban su habitación a través de su ventana.
Cuando salió, vio lo que le pareció un sueño, una pesadilla, la escena de alguna película de ficción: dos cuerpos ardían frente a su casa.
“Ya venían muertos. Cuando se apagaron y todo, cuando empezó a aclarar, uno traía un cinturón en el cuello, y el otro como una bufanda. Era un señor y una señora”, recordó.
Otros vecinos de Norte 56, también salieron y a cubetadas apagaron el fuego que también había alcanzada una camioneta blanca que ahí se encontraba estacionada.
“Está prendida todavía de adentro, de adentro está prendiendo más”, gritaban.
Después de las 5:30 de la mañana llegaron los bomberos, policía capitalina y peritos de la Fiscalía; acordonaron el lugar y recogieron los cuerpos que fueron trasladados hasta el Instituto de Ciencias Forenses.
Este lunes, dice don Miguel, los peritos ya no aparecieron “quedaron de venir otra vez pero pues no, y yo ya tengo que quitar todo esto”
Además de las cenizas, permanecen las manchas de sangre sobre el pavimento de un hombre y una mujer quienes todavía están en calidad de desconocidos.
FS