El cortejo fúnebre de Paul Osvaldo Berrelleza Rábago entró al panteón municipal de Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua, con música de banda.
“¡Viva mi hijo!”, gritó varias veces detrás de la carroza fúnebre la madre del joven de 22 años asesinado por Noriel Portillo Gil, El Chueco, presunto asesino de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas en Cerocahui.
Antes de ser sepultado, la banda tocó durante una hora las canciones, principalmente corridos, que la familia pidió, igual de Los Cadetes de Linares que de Ramón Ayala. Durante todo este tiempo, entre sollozos, la madre y las hermanas se aferraron al ataúd cual si fuera al mismo Paul al que estuvieran abrazando.
El llanto y los gritos fueron mayores en ciertas canciones que algún recuerdo les traía: la madre señalaba y se dirigía al retrato de un sonriente Paul usando una gorra de los Green Bay Packers.
Las hermanas de Paul fueron las más afectadas, ni un segundo dejaron de llorar, estuvieron inconsolables y a ratos golpearon el ataúd que para entonces ya tenía unos cuantos pétalos de rosas rojas.
“¡Sáquenlo de ahí!”, clamó una; “¡No se lo lleven!”, gritó la otra en cuanto comenzaron a mover el ataúd rumbo a la sepultura. La madre levantó el retrato de Paul y volvió con los vivas para su hijo, mientras los familiares y amigos se acercaron a la sepultura.
“¡Cómo te amo, hijo!”, exclamó la mujer vestida completamente de negro y con lentes oscuros, mientras descendía el féretro.
Para el entierro no estuvo presente Armando, hermano de Paul, quien se creía que también había sido secuestrado por El Chueco, pero que hasta el jueves pasado fue encontrado en la sierra Tarahumara, luego de caminar durante 15 días escapando de ese líder criminal.
A cierta distancia, dos mujeres policías de la Fiscalía General de Chihuahua presenciaron estos tristes momentos, pues la familia solicitó el apoyo para resguardar la sepultura, por eso el cortejo fúnebre también incluyó un par de vehículos policiales.
En un panteón que se caracteriza por poner fotografías de los difuntos en las tumbas, ya descansa Paul Osvaldo Berrelleza Rábago, cuyo nombre completo quedó plasmado en una cruz gris que también registra el 20 de junio de 2022 como el día de su muerte.
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