Para los familiares que acuden al Centro Penitenciario de la ciudad de Durango, representa una gran problemática y grandes gastos para acudir a las visitas.
Desde que el Cereso de Gómez Palacio quedó fuera de funcionamiento por ser considerado un penal de alta peligrosidad por los motines que dejaron muchos presos sin vida.
Hoy en las instalaciones se ha convertido en un cuartel para elementos de algunas corporaciones policiacas.
La problemática es para familiares de los internos que en su momento fueron trasladados a Ceresos como al de Guadalupe Victoria, Hermosillo y Durango, teniendo que olvidarse de las visitas cotidianas que hacían en el de La Laguna.
El 18 de diciembre de 2012 ocurrió un intento de fuga masiva. Tres años antes se había suscitado un motín que dejó un saldo de seis muertos, luego otro que cobró la vida de doce reos y nueve custodios, número del que más tarde indicaron se había incrementado a 24.
Fue lo que acabó con el reclusorio ya que al dar a conocer que no había medidas para lograr reintegrarlos a la sociedad, decidieron cerrarlo e iniciar el traslado de 137 reos de alta peligrosidad, seguidos por el resto de la población de por lo menos 535 personas que terminaron en diferentes penales.
Ya transcurrieron cinco años y parece haber quedado en olvido lo que sucedió, pero no para aquellas personas que lamentablemente perdieron un ser querido en el enfrentamiento, mientras que el resto tuvieron que sufrir por los traslados y problema que representa para visitarlos.
dcr