En medio de una aparente guerra sin tregua contra el crimen organizado, en 2013 Mónica fue secuestrada junto con su esposo y su hermano. Los agresores en este caso fueron policías adscritos a la Dirección de Seguridad Pública Municipal de Torreón que, sin motivo alguno, los detuvieron y llevaron a las instalaciones de la corporación, donde los tres fueron torturados y violados de manera tumultuaria.
El esposo de Mónica murió en el lugar en el que se cometieron los crímenes, luego de largas horas de tortura, ella y su hermano fueron enviados a prisión durante siete años, logrando recuperar su libertad en el año 2020, bajo una sentencia absolutoria.
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Pero el caso no ha sido concluido, pues no hay agentes detenidos como presuntos responsables por los delitos, no existe reparación del daño e incluso el entonces jefe de la policía, Adelaido Flores Díaz, continúa en funciones a pesar de que las víctimas señalan acoso policial y amenazas cometidas por el director de la DSPM.
En el marco del “Conversatorio de Víctimas a Activistas”, realizado por la asociación Incide Femme, Mónica Elizabeth Esparza Castro contó su historia que inició el 12 de febrero de 2013 a las 9:40 horas, cuando cinco oficiales, cuatro de ellos hombres y una mujer, los bajaron de una camioneta asegurando que se trataba de una revisión de rutina, datos concentrados en el reporte “Mujeres con la frente en alto. Informe sobre la tortura sexual en México y la respuesta del estado”.
“Yo era una emprendedora. Tenía dos negocios, un ciber y una boutique. Soy madre de cuatro hijos. En el tiempo en que comienza mi historia estaba casada en un segundo matrimonio y fui víctima del gobierno. Yo podría decir que tenía una vida tranquila, luchando con el día a día, queriendo sobresalir para poder cumplir los sueños que uno se propone, las metas. Pero la vida te da jugarretas. Esa soy yo”, afirmó.
Mónica refirió que junto con su esposo y su hermano, fue detenida mientras circulaban en una camioneta sobre el bulevar La Libertad.
“Una patrulla nos hace el alto para hacer una revisión de rutina, nos revisan, registran la camioneta, documentos, los papeles de la camioneta, todo estaba bien. Nos empiezan a hacer preguntas: A qué nos dedicábamos. Les dijimos que teníamos dos negocios, dónde estaban. Les damos direcciones, dónde vivimos… Ellos se van a hablar en claves y después regresan y dicen que se tenían que llevar a mi esposo y a mi hermano. Yo me preguntaba ¿por qué, qué faltas estaban cometiendo?", aseguró.
Lo único que le respondían era que debían checar algunas cosas. Como Mónica se aferró a que no se los llevaran, la respuesta de los agentes fue que si gustaba, los acompañara, confiando en los uniformados y sus deberes, abordó la camioneta sin saber que sería testigo de una barbarie que documentó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en la recomendación 15/2016.
“Uno nunca va a pensar que el estado te va a hacer cosas, siempre piensas que la policía te va a proteger, es quien te da seguridad pero no es así porque en ese tiempo yo confié y fui con ellos. Yo iba adelante, iba platicando con ellos, todo normal. Llegamos a Seguridad Pública y entramos por la parte de atrás. Bajan a mi esposo y a mi hermano y no los meten por la parte de enfrente sino a una bodega que se llamaba Campo de tiro... Ahí los tienen mucho tiempo y después de como dos horas llega un policía con muchas maldiciones me dice que me baje. Me bajan y me meten a esa bodega. Al entrar a esa bodega torturaron a mi hermano, a mi esposo. Estuvimos ahí y fui torturada, violada. Estuvimos un día completo allí. Mi esposo fallece por la tortura, ahí se les muere. Ya en la noche nos sacan de esa bodega y nos dicen que nos van a llevar a donde sus patrones van a hacer un trabajo por ellos, o sea que el trabajo por ellos lo van a terminar... Ya íbamos en las camionetas, yo siento que íbamos para Gómez, yo iba vendada de los ojos, con mi hermano, íbamos tirados en la patrulla muy mal, y de repente se paran las camionetas y nos regresan que porque nos estaban buscando, nuestra familia. Nos regresan a seguridad y ahí se presenta un actuario porque mi mamá sacó un amparo a nuestro favor por desaparición. Que si lo ratificaban nos iban a presentar, si no lo ratificábamos no sabíamos que iba a pasar con nosotros”, aseveró.
De acuerdo al Informe sobre tortura sexual referido, la madre de Mónica el mismo día de la detención presentó una demanda de amparo a las 22:34 horas, en contra de la privación de la libertad y la incomunicación de su hija e hijo, ante el Juzgado Tercero de Distrito en La Laguna, acción que literalmente impidió que les quitaran la vida.
“Nosotros ratificamos el amparo, nos presentan en la AFI de ahí nos mandan a Ciudad de México, mi hermano y yo estuvimos en México en una clínica que se llama Torre Médica, por la tortura que llevábamos, yo dormí en cama de hielo todos los días que estuve allí. De ahí nos pasan a un arraigo y luego a un penal con muchos delitos. Cuando nos llevan a la Seido nos dicen que tenemos que firmar para que nos lleven al hospital y nos dan muchas hojas para que nos dieran atención médica... En el penal nos dicen que teníamos muchos delitos y era nuestra declaración la que habíamos firmado. Tuvimos una lucha de siete años, yo salí libre en el 2020, en el transcurso de esos años mi mamá tuvo que dejar Torreón, toda mi familia. Fue amenazada por el director de Seguridad Pública. Mi hermano falleció porque a raíz de que mi mamá empieza a buscar a instituciones, acompañamiento, empieza a poner la demanda por todo lo que pasamos... el director de Seguridad secuestraba a mi hermano, iba y se lo aventaba a mi mamá todo golpeado, hasta que por fin lo mató, porque mi mamá no quitaba las demandas. Mi hermano falleció, mi mamá tuvo un derrame cerebral en el 2018 por toda la cuestión, gracias a dios está viva, pero fueron siete años de lucha”, refirió Mónica.
Aún con todas las pruebas de dónde fueron, una la prueba satelital, más los dictámenes médicos, los testigos que acreditaron a qué se dedicaban, no les concedían la libertad, pero la sobreviviente dijo que fue gracias a las redes de apoyo que se hizo público el caso en los medios de comunicación y les dieron la libertad después de siete años de prisión.
“Ahora salimos con miedo, siempre ha sido el mismo miedo que hemos tenido, las dos decidimos no vivir en Torreón por el miedo que teníamos. Era difícil estar aquí y saber que el mismo gobierno está involucrado en todo eso y que te cambia la vida en un instante. Es muy difícil volver a empezar... pero quiero decirles que no se callen, cualquier situación, la familia siempre va a ser nuestro apoyo y las redes siempre nos darán apoyo porque no estamos solas y podemos con todo lo que se nos venga”, recomendó la víctima.
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