Así operan los cobros de derecho de piso en Guanajuato

Seguridad

Especialista en seguridad en Guanajuato, aseguró que las víctimas no denuncian de manera formal.

Muchos comercios cierren al no poder pagar (imagen de ilustración)
Christian Rendón
Guanajuato /

El delito de extorsión o coloquialmente conocido como “cobro de piso” a los establecimientos por parte de los delincuentes para que puedan operar cada vez es más complejo en Guanajuato, además de que ya no sólo aplica para empresas grandes, sino para tiendas de abarrotes, pollerías y micronegocios, hay una cifra negra en número de denuncias que de acuerdo a especialistas en seguridad, no corresponden con la realidad.

David Saucedo, especialista en seguridad en Guanajuato, aseguró que las víctimas no denuncian de manera formal ante las autoridades porque tienen miedo de ser blanco de un ataque como ya ha ocurrido, pues muchos grupos criminales están infiltrados con las autoridades y tienen acceso a los datos personales de quienes denuncian en las instituciones de seguridad.

“Lamentablemente en este tipo de delitos la cifra negra es muy alta, entonces las cifras que presentan las autoridades no son confiables, en efecto hay una reducción en las denuncias, pero no en la comisión del delito, esto lo podemos saber a raíz de la encuesta del INEGI que dio a conocer la percepción de seguridad y queda claro como hay una cifra negra muy alta de delitos no reportados”, comentó.

Dijo que las autoridades se contradicen, pues aseguran que no hay extorsión y cobro de derecho de piso, pero con frecuencia anuncian las detenciones de bandas criminales y personas que se dedican a este delito.

El especialista explicó las 3 modalidades de extorsión que se han identificado en diferentes municipios del estado como Celaya, Salamanca, Irapuato e incluso ya en León, que son las que ejecutan las organizaciones criminales como el Cartel de Santa Rosa de Lima, además de las que realizan las células delictivas que se dedican solamente a la extorsión que no necesariamente están vinculadas con el narco y la de bandas nuevas que están clonando esquemas de este delito y se están haciendo pasar por grupos delincuenciales para difundir miedo y obtener su objetivo criminal.

Dijo que la operación de los cárteles es muy difícil de identificar porque son varias células las que trabajan de manera coordinada, pues cuando deciden realizar una extorsión en una zona, lanzan primero una célula que es el contacto con las víctimas y es la que posiblemente va a ser detectada y aprehendida como el caso de un mercado en Salamanca llamado Tomasa Esteves, donde rápidamente fueron capturados.

Comentó que la célula uno normalmente está conformada por jóvenes de bajo nivel socioeconómico y con poca experiencia y funcionan como “carne de cañón”, pues hay altas posibilidades de que sean detenidos o asesinados como ocurrió en esa ocasión. Después de ese primer contacto, viene la célula que son extorsionadores profesionales.

El modus operandi de las bandas profesionales se mantiene vigente en el tiempo porque no basta con la detención de una célula, que por lo regular es la primera, por lo que el especialista aseguró que no se ha podido inhibir este delito porque trabajan con estructuras piramidales.

En cuanto a los negocios que son extorsionados y las cuotas que les cobran, dijo que ha cambiado, pues al principio era contra empresarios de alto y medio nivel como concesionarias de autos, restaurantes de cierto nivel con venta de carnes y empresas de materiales, pero debido a que fueron cerrando, los extorsionadores fueron bajando la escala con microempresarios.

“Los extorsionadores empezaron a bajar en la escala, empezaron a extorsionar a pequeños comerciantes, pollerías, tiendas de abarrotes pequeñitas, tortillerías, recordarás el caso de Celaya, de unas trabajadoras de la tortillas que fueron a denunciar el delito de extorsión y al despacho de la alcaldesa Elvira Paniagua en la mañana y en la tarde ya estaban muertas”, comentó. 

Dijo que las primeras cuotas que deben dar los negocios eran de 100 o 200 mil pesos, después 50 mil, en Acámbaro los comerciantes más pequeños tienen que dar hasta 3 mil pesos a la semana, aunque todo depende de la resistencia que pongan los locatarios, pues hay muchos que negocian la extorsión y si no pueden pagar, cierran el negocio.


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