La tranquilidad de la pequeña comunidad de Félix Gómez, El Dipo, en el municipio de Pitiquito, Sonora, fue abruptamente interrumpida por un grupo de más de 50 sicarios armados que irrumpieron en el lugar. Durante dos días los criminales se apoderaron del poblado, saquearon al menos cinco casas y se quedaron a vivir en ellas pese a la presencia de sus dueños.
El día de la irrupción, el 9 de abril, la mayoría de los habitantes huyó, sólo se quedaron dos familias, sin embargo, la tarde siguiente los pobladores regresaron porque no encontraron en dónde refugiarse.
MILENIO acudió a esta comunidad, donde los pobladores contaron que los sicarios privaron de la libertad a dos personas, una de ellas identificada como Manuel, un hombre adulto mayor con una discapacidad en una extremidad.
A más de 15 días de su desaparición, su hermano, quien pidió no revelar su identidad porque fue amenazado con ser levantado si hablaba, clama porque le informen dónde quedó el cuerpo de Manuel, sólo para poder sepultarlo.
“De perdida los huesitos para sepultarlos, eso es lo que quiero yo, nomás. Yo me les quería enfrentar, pero eran como 30, me tenían con un rifle, así apuntado a la cabeza, me decían que dónde estaba la mariguana, que sacara las armas, y a mi hermano lo tenían con una pistola también en la cabeza, antes de que se lo llevaran en uno de esos camiones que le dicen monstruos”, reveló.
Este hombre de complexión delgada se enfrentó a los criminales en un intento por salvar a su hermano; tomó un bat de béisbol y amenazó con golpear a uno de los hombres armados, pero al ser amenazado desistió en su intento.
“Yo me los iba a enfrentar, y le dije a uno te voy a pegar en la nunca con el bat, pero pues ellos estaban armados”, destacó.
Irma, como se identificada una mujer que también teme por su integridad física, aseguró que los delincuentes vivieron esos dos días en el patio de su casa.
“Ellos llegaron a mi casa y no tienen ni idea. Como no tiene puertas haga de cuenta que se desparramaron ahí atrás (en el patio), eran uno o dos y como que no dormían porque se escuchaban todo el día ruidos. Yo le decía a mi viejo no haga ruido, que no nos escuchen, yo estaba muriendo de miedo”, comentó.
Hoy las casas que fueron saqueadas se distinguen de las demás porque las puertas de ingreso están amarradas con cadenas, porque los sicarios dañaron las chapas.
El poblado de Félix Gómez se ubica a 50 kilómetros de la carretera que conecta a Hermosillo y Nogales, Sonora; es una brecha rodeada por terrenos desérticos que no sirven para sembrar más que para guardar ganado, pero que hoy lucen vacíos porque los criminales también se han apoderado de los animales, y los ganaderos han optado por vender sus vacas e irse, algunos pocos se quedan pero viven con miedo.
MILENIO acudió a El Dipo en compañía de integrantes de la familia LeBaron, que llegaron para brindarle apoyo a los pobladores de Félix Gómez, también estuvo presente Ceci Flores, líder del colectivo madres buscadoras de Sonora, debido a que recibió un reporte anónimo que alertaba de una supuesta fosa clandestina en una mina ubicada a pocos kilómetros del rancho asediado por el narco.
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En estos momentos la única forma segura de llegar al lugar es con acompañamiento de las autoridades estatales de Sonora.
Un puñado de camionetas de la Policía Estatal, un vehículo blindado conocido como rinoceronte, y un elemento portando un rifle calibre 50, trasladaron de forma segura a la familia LeBarón y a la activista Ceci Flores.
“Venimos custodiados por al menos 20 patrullas algunas blindadas y otras con ametralladoras, al parecer eso se requiere para venir a este pueblito en medio de la nada” comentó Julián LeBarón.
A 5 kilómetros de Félix Gómez, se ubica la mina El Tecolote. Dejó de operar en 1984, desde entonces la zona luce abandonada; lo que alguna vez fue un pueblo minero hoy está totalmente destruido; es el sitio ideal para los criminales que se esconden de las autoridades y que enfrentan una lucha contra sus rivales.
Al llegar al punto, Ceci Flores encontró afuera de una finca destruida que en algún momento sirvió de habitación para los mineros, más de 100 casquillos percutidos, algunas manchas de sangre, tenis, ropa interior, calcetines, varias cajas de balas para rifles AR-15.
La activista presume que en ese lugar fueron asesinadas varias personas que fueron decapitadas; este video se publicó en redes sociales, y una denuncia anónima le indicó a Ceci Flores que los restos humanos estaban ahí, en esa mina, del municipio de Pitiquito.
“Estamos aquí por un llamado anónimo que nos hicieron de un video que circula en las redes sociales donde había 12 decapitados. Decimos que es un campo de exterminio porque la casa está completamente balanceada y hay cientos de casquillos, charcos de sangre y ropa aparentemente de las víctimas”, agregó la activista.
Esta zona violenta de Sonora está en disputa entre dos grupos criminales: Jalisco Nueva Generación y el Cártel del Noroeste, en esta ocasión no se sabe cuál de estos dos grupos agredió a los pobladores de Félix Gómez.
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