¿Cómo le voy a decir que Tadeo se murió?: su papá

Alexis tuvo que inhumar a su bebé con la ausencia de su mamá, quien aún se encuentra hospitalizada y en estado grave.

El pequeño ataúd blanco de Tadeo permaneció por momentos sobre una tumba, en la despedida del bebé (Jorge Martínez)
Jorge Martínez
Guadalajara /

El reloj marca las 16:45 horas de miércoles, el sol pega a  plomo, una carroza fúnebre blanca se abre paso entre  el centenar de personas que se  dieron cita en el panteón de Santa  Ana Tepetitlán, en Zapopan. 

El vehículo se detuvo a pie del camposanto, el conductor descendió,  abrió la puerta trasera  del automotor y se asomó el pequeño féretro blanco donde ahora descansa Tadeo, el bebé fallecido tras la violencia desatada el lunes pasado en la ciudad. 

El empleado de la funeraria con cuidado saca el ataúd, lo sostiene con  fuerza entre las manos, comienza a caminar lentamente rumbo al  nicho donde serían depositados los restos del pequeño; un silencio abraza al panteón. 

Alexis Tadeo Velázquez, padre del bebé, clava la mirada al piso, sus  ojos llorosos e hinchados denotan  una gran tristeza, impotencia e  incredulidad por lo sucedido. 

El trabajador de la funeraria deja el pequeño féretro sobre una tumba  blanca llena de flores amarillas, después se retira lentamente.  Alexis no puede más, rompe en  llanto, se hinca frente al ataúd,  lo abraza mientras grita fuertemente:  “¿Qué le voy a decir a mi  esposa?, ¿cómo le voy a decir que  se murió?”; pasan 10 minutos, él  llora inconsolable. 

“Ya es hora”. La voz de un hombre interrumpe el llanto de Alexis; es el momento de despedirse para siempre de su hijo de tan sólo ocho meses de edad. 

El papá de Tadeo se rehúsa a separarse de su hijo, parece desvanecerse;  dos de sus familiares  lo levantan del piso mientras que  uno más, utilizando una playera como abanico, le echa aire en el  rostro a Alexis.

El sepulturero carga el pequeño féretro, lo coloca dentro del  nicho, toma un ladrillo, lo llena de mezcla y comienza a cubrir el  hoyo lentamente, ladrillo a ladrillo  hasta que al ataúd se deja de ver. 

Alexis llora a grito abierto, inconsolable, su madre lo toma en  brazos con ternura mientras le susurra algo al oído, pero él no deja de sollozar. 

La pequeña tumba ubicada en un espacio destinado a los angelitos es la más colorida de todo  el panteón, está adornada con globos azules, peluches y flores.

Alexis Tadeo Velázquez nuevamente se hinca, ahora frente  a la tumba, la toca con su mano  derecha, le da un beso y se tiene que marchar, lo hace en silencio para ir al hospital San Javier, donde convalece su esposa de  las quemaduras que sufrió tras  el incendio intencional del camión  urbano donde iba ella con su Tadeo  apenas el lunes pasado. 

La vida de su esposa Elizabeth corre peligro, su recuperación  ha sido lenta, lo que imposibilita su trasladado a un nosocomio de  Estados Unidos, especializado en  personas quemadas. 

Alexis tiene que acompañar a su esposa ya sin Tadeo, quien  este sábado iba a ser bautizado.  Ahora vuelven a ser solo dos en la  familia, ahora está de por medio la vida de Elizabeth.

SRN

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