Con el líder criminal Gildardo López Astudillo ya desacreditado como el testigo Juan, la Fiscalía General de la República (FGR) recurre ahora a dealers de poca monta de Guerreros Unidos para sostener las nuevas líneas de investigación de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
El nuevo testigo estrella es Neto, un joven treintañero que creció en Coacalco, Estado de México, pero que se fue a vivir con su madre a Huitzuco. Ahí se hizo comprador habitual de la mariguana de los Guerreros Unidos. Después se convirtió en distribuidor bajo la supervisión de Felipe Rodríguez Salgado, El Cepillo.
Personas cercanas a la investigación federal confirmaron a MILENIO que Neto nunca fue interrogado en las primeras indagatorias dirigidas por el ex procurador general Jesús Murillo Karam y ahora está colaborando como Testigo de Identidad Reservada.
Neto fue detenido en 2014, por un caso de secuestro ajeno a la desaparición de los estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, pero recuperó su libertad en 2019 porque las autoridades no lograron comprobar su responsabilidad.
Después de ello, la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia del caso Ayotzinapa (Covaj), encabezada entonces por Alejandro Encinas, logró contactarlo a través de otro Testigo de Identidad Reservada, y en 2021 brindó su declaración ministerial que quedó integrada a la investigación de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el caso Ayotzinapa (UILCA), de la FGR, cuando era dirigida por Omar Gómez Trejo.
Las fuentes consultadas agregaron que para el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) el testigo no es confiable, aunque los expertos nunca lo interrogaron.
El propio Neto reconoce en sus declaraciones que su nivel era muy bajo dentro de la estructura de Guerreros Unidos, pero para las autoridades federales su testimonio resulta de suma importancia porque habría participado directamente en los hechos ocurridos entre la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014.
A casi 10 años de la desaparición de los normalistas, el testimonio de Neto es usado para sostener la versión de que los cuerpos de los normalistas fueron llevados aquella noche a dos crematorios de Iguala. Uno de ellos dentro de la Funeraria Urióstegui, en el Periférico Sur de Iguala. El otro es el Crematorio El Ángel, que opera el Servicio Médico Forense de Iguala, ubicado en la salida hacia la ciudad de Chilpancingo. Después, los restos habrían sido llevados a diversos municipios de Guerrero
El 25 de febrero de 2021, la UEILCA realizó un recorrido en Iguala junto con Neto, en el que los guió a los crematorios y también a un almacén.
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Desde agosto de 2022 se dio a conocer la línea de investigación que apunta a los crematorios, esto dentro del informe del caso que presentó Alejandro Encinas en su calidad de presidente de la COVAJ. Sin embargo, de acuerdo con las fuentes consultadas, hasta el momento no se han realizado las inspecciones ministeriales correspondientes en esos sitios.
Las declaraciones de Neto toman mayor relevancia porque el presidente López Obrador las incluyó en su libro “Gracias”, como una prueba que “puede ayudar a entender las dimensiones de esta tragedia”.
Ahí narró que la noche del 26 de septiembre de 2014 acudió junto con otros integrantes de Guerreros Unidos a una bodega de Loma de los Coyotes, donde recogió bultos en bolsas negras, que llevaron a la funeraria Funeraria Urióstegui. Los bultos, dijo, contenían restos humanos. Según el testimonio de Neto, como la cremación se tardaba mucho, decidieron llevar otros “paquetes” al “crematorio del horno verde”, el que es administrado por el servicio médico forense de Iguala.
“Al regresar a la Funeraria Urióstegui (sic), me percato que no se alcanzó a cremar todos, por lo que pienso que se metieron los cuerpos en fosas”, dice la declaración revelada por el presidente.