Tengo que decirle ‘ya te encontré’: Silvia Ortiz lleva 17 años buscando a su hija

La mujer se convirtió en buscadora luego de resistir y no permitir que el olvido aparezca ante la ausencia de su hija Fanny.

Los buscadores realizan la tarea de las autoridades. | Reuters
Sandra Rojas
Ciudad de México /

Silvia lleva diecisiete años buscando a Fanny, su hija. La incertidumbre y el dolor han estado presentes a lo largo de 6 mil 230 días. Luego de resistir y no permitir que el olvido aparezca, esta ama de casa de 58 años se convirtió en buscadora.

La vida sigue aunque el sufrimiento se vuelve cotidiano; cada día se pretende ganar una lucha contra la desaparición; la mejor arma: emprender una búsqueda incansable, prepararse para ello; las emociones oscilan entre la alegría y el dolor al encontrar pistas que la acerquen a quien ha perdido.

“Lo principal fue irme topando con la inacción de la autoridad, eso me llevó a estudiar: empecé a entender qué era una carpeta, un oficio de colaboración, junto con otras familias fui aprendiendo primero de acuerdo con el expediente y de ahí empezaron a surgir las caminatas para llegar a hospitales, hasta llegar a una fosa clandestina”, explicó Silvia en entrevista con MILENIO.

El 5 de noviembre de 2004 se ha convertido en una fecha indeleble en la memoria de Silvia. Tres personas a bordo de una camioneta Cherokee se llevaron a su hija, Silvia Stephanie Sánchez Viesca Ortiz, mientras caminaba por la calle 28, ubicada entre Morelos y Matamoros, en el estado de Coahuila.


Cuando su “chaparra” de 16 años desapareció, su propia historia dejó de pertenecerle, ya no era la mamá de Fanny ni la profesora Silvia; sólo le quedaron las memorias de la vida que compartieron juntas; tuvo que vender la casa que ella y su esposo Óscar habían comprado, dejó de ser ama de casa y aprendió a hablar frente a las cámaras, a andar de viaje sola en Saltillo y Ciudad de México para dar seguimiento al caso, ahí comenzó la búsqueda.

A pesar de que el caso fue tomado tanto por la Fiscalía de Coahuila como por la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, no hay resultados favorables: nadie está detenido, no se sabe qué ocurrió con su hija adolescente. Y, como miles de casos a lo largo del país, los detalles más importantes de la desaparición se han conocido gracias a sus propias investigaciones.

“Yo le he dicho a muchos compañeros, ‘si dentro de lo que estamos caminando encontramos a mi hija, quiero que me dejen sola con ella 10 minutos, porque yo tengo que decirle ‘ya te encontré’. El dolor es muy grande, no hay manera de calcularlo; platicaba todos los días con ella, estábamos siempre juntas; eso, en un momento dado me tiene tranquila porque cada instante del tiempo que ella estuvo conmigo le estuve diciendo cuanto la amaba”, contó.

A lo largo de este tiempo han surgido diversas versiones sobre qué ocurrió con la menor. Incluso se llegó a asegurar que un integrante de Los Zetas la capturó para entregársela a Heriberto Lazcano, El Lazca, entonces líder del grupo criminal. Silvia tuvo que salir a desmentir y a callar las voces que aseguraban que su hija estaba con un narco.



No rendirse a pesar de ser vulnerable

Entre ataques, pérdida de esperanza y montañas de papel burocrático disfrazadas de investigaciones, la búsqueda incansable de Fanny trascendió en un grupo de soporte y ayuda a las familias de las víctimas, el colectivo de Víctimas por sus Derechos en Acción (VIDA), que desde 2013 reúne a familias de La Laguna, ha tomado acciones para dar con sus seres queridos ausentes.

“Ahora cuando desaparece alguien te buscan a ti y no a la autoridad, ser buscador es encontrar a la persona que falta, tratar de devolver la paz y tranquilidad a las familias, ¿cómo es posible que mejor las familias estamos encontrando a los desaparecidos que las propias autoridades?”, cuestionó Silvia.

Con picos y palas, Grupo VIDA comenzó a recorrer las zonas áridas del estado de Coahuila en donde comenzaron a brotar restos humanos. Con el paso del tiempo, desarrollaron una habilidad forense para detectar posibles fosas clandestinas.


“Es muy difícil que nos llamen el sexo débil y tener que demostrar que sí se puede, molesta a muchos acá en esta parte del país; al salir a las búsquedas se logró que aquellos campos que ya no estaban siendo utilizados para la siembra por miedo se volvieran a usar, nosotros les estamos devolviendo el territorio”, señaló.

Desde hace más de una década, los familiares de personas desaparecidas están haciendo en todo el país un trabajo de búsqueda que no les corresponde, encargándose de la localización y seguimiento a la identificación de personas –tanto en vida como en muerte– y constituyéndose en especialistas obligados.

“Yo creo los reyes de este país son la impunidad y la corrupción, estamos hasta el tope de todo esto, es increíble ver la falta de compromiso por parte de la autoridad para querer resolver este problema que es un delito de lesa humanidad, que dejaron crecer las desapariciones, no actuaron, se quedaron con los brazos cruzados”, finalizó.

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