Traficantes colombianos y mexicanos operaban en aguas del litoral del Pacífico una red de contrabando de cocaína en alta mar. Se trata de una operación criminal nunca antes documentada en nuestro país.
A 200 millas náuticas, frente al litoral del Pacífico, desde las costas de Chiapas hasta Jalisco, se ubica el corredor marítimo de contrabando.
Se trata de una especie de carretera del polvo blanco que inicia en el municipio de Tumaco, en el Pacífico colombiano, frontera con Ecuador, y concluye en las costas de los estados que comprenden el Pacífico mexicano.
Este corredor es la zona con más aseguramientos en México de lanchas rápidas cargadas con cocaína y narcosubmarinos procedentes de Sudamérica y Centroamérica.
La Secretaría de Marina Armada de México, con el apoyo del centro de análisis, inteligencia, estadística, ciberseguridad, y seguridad física, bajo la supervisión del Estado Mayor General de la Armada lo detectó, lo que permitió desmantelar una compleja red de puntos de tráfico en alta mar que operaban con la ayuda de GPS y plataformas flotantes construidas de forma rudimentaria.
De enero a mayo del 2023, la Armada detectó 15 de estos puntos que funcionaban bajo la siguiente dinámica: los narcotraficantes colocaban sobre el agua una radiobaliza flotante satelital, estos aparatos cuentan con celdas solares, lo que permite su funcionamiento de forma ininterrumpida.
Para evitar que navegaran a la deriva, a las radiobalizas les colocaban peso muerto con la ayuda de piedras y demás objetos amarrados con lazos que a su vez estaban sujetos a una plataforma confeccionada con lazos y pedazos de madera.
De acuerdo con autoridades federales, los traficantes colombianos llegaban a bordo de lanchas rápidas hasta estos puntos ubicados en los límites de aguas internacionales y la zona de exclusión económica de nuestro país, para dejar sobre las plataformas flotantes los cargamentos que posteriormente eran recolectados por los narcotraficantes mexicanos para ser llevados a tierra firme.
Los traficantes mexicanos utilizaron aparatos de navegación de GPS para llegar al sitio exacto donde estaba la droga.
Pero no solo eran puntos de entrega de polvo blanco, las autoridades presumen que también fueron sitios de abastecimiento de combustible para los narcosubmarinos que tenían la encomienda de llegar a las costas mexicanas, aunque también se cree que eran lugares de recarga de víveres para los traficantes que duraban semanas en travesía para recorrer los 2 mil 200 millas náuticas que separan a Colombia de México.
Se presume que las plataformas tenían al menos un par de meses en operación. Por estos hechos no se reportan personas detenidas, tampoco se ha podido establecer a qué grupo criminal podrían pertenecer, sin embargo, se presume que servían para abastecer de cocaína a los cárteles Jalisco y Sinaloa.
La Secretaría de Marina Armada de México, tiene la encomienda de resguardar 11 mil 122 kilómetros de costa desde el Pacífico, pasando por el Golfo hasta el Mar Caribe, con la participación de las 13 zonas navales.
El pasado 29 de junio, la Secretaría de Marina Armada de México incautó frente a la Paz, Baja California, un narcosubmarino que al parecer tenía como destino Sinaloa.
Dentro del semisumergible se incautaron 3.5 toneladas de cocaína en polvo y se detuvo a cinco personas de distintas nacionalidades.
Dicha embarcación hechiza fue confeccionada por el narco en los astilleros improvisados ocultos entre los manglares de la costa colombiana. Las autoridades del país sudamericano identificaron que en al menos 10 municipios del Pacífico se construyen narcosubmarinos.
La mayoría son construidos en el departamento de Nariño, en los municipios de Tumaco, Sala Honda, San Ignacio, Barrera y Mulatos, mientras que en el valle del Cauca y en el Cauca están los municipios de Timbiquí, Saija, Micay, Ají, Ajícito y Cajambre.
FR