Fotos de tortura con personas que sufrieron graves heridas en la piel o se les amputaron las extremidades, evidencias de ejecutados, hombres y mujeres, el retrato de una mujer acompañada de un par de niños, interrogatorios, armas y reportes de medios de comunicación sobre Guerreros Unidos, son algunas de las cosas que las autoridades encontraron en los celulares de integrantes del cártel.
En los dispositivo también se encontraron imágenes, obtenidas por MILENIO, de distintos vehículos quemados y zonas acordonadas para peritajes forenses, saldo de enfrentamientos con otros cárteles como Los Rojos o La Familia Michoacana, con los que disputaban plazas en la llamada Tierra Caliente de Guerrero.
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Gildardo López Astudillo, alias El Cabo Gil, que controlaba desde su celular la actividad criminal de la zona, dando órdenes a sicarios y halcones, recuperó su libertad el 2 de septiembre pasado.
Pese a las pruebas en su contra de los crímenes que cometió u ordenó a sus subalternos este líder del cártel Guerreros Unidos, implicado en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, hoy está libre.
El pasado 30 de agosto un juez de Tamaulipas lo absolvió del delito de privación ilegal de la libertad en la modalidad de secuestro, del cual fue acusado en perjuicio de los 43.
El juez consideró que las pruebas en su contra fueron obtenidas de manera ilegal por la entonces PGR, con lo que pudo salir caminando de la prisión de máxima seguridad del Altiplano en el Estado de México, donde se encontraba recluido junto a otros destacados personajes del narcotráfico.
En algunas de las conversaciones encontradas en el dispositivo, a las que MILENIO pudo tener acceso, se detalla el intercambio que presuntamente El Cabo Gil habría tenido con un contacto identificado únicamente como Tintán.
En un fragmento de dicha plática realizada a la medianoche del 5 de octubre de 2014, apenas una semana después de la desaparición de los 43, Gilberto López pide el número personal al contacto con el que conversa de manera fraterna.
Más adelante le envía a Tintán el extracto de una nota periodística en la que se menciona el hallazgo de fosas clandestinas en la comunidad de Pueblo Viejo, a unos 40 kilómetros de Iguala, donde se encontraron restos humanos presuntamente de los normalistas. Después le pregunta su opinión al respecto con un “Como ves este pedo”.
Leyva, conformada tras su declive con el abatimiento o arresto de sus principales jefes. En la organización se encargaba de liderar a todos los comandantes y sicarios.
En la estructura de la organización delictiva estaban encima de él únicamente los hermanos Casarrubias, Sidronio El Chino y Mario El Sapo Guapo. Ambos detenidos por sus implicaciones en el caso Ayotzinapa. Sidronio también fue liberado recientemente.
En las declaraciones de algunos de sus subalternos se constata cómo la operación del grupo se apoyaba en el uso de servicios de mensajería instalados en sus teléfonos celulares.
“Nunca los van a encontrar, los hicimos polvo y los tiramos al agua”, es tal vez el mensaje más emblemático escrito por Gildardo López Astudillo, de acuerdo con la inteligencia mexicana.
De acuerdo con la declaración de Sidronio Casarrubias, El Gil se lo envió refiriéndose a un grupo de normalistas a quienes señalaron hace cinco años de ser integrantes de Los Rojos. Supuestamente la cúpula de Guerreros Unidos concluyó que ese 27 de septiembre, había infiltrados en el contingente_levantado_ en Iguala, los asesinaron a todos sin distinción, para proteger la plaza que seis meses antes habían recuperado a balazos.