"En 5 años me acabé buscando a mis hijos"

Ángel Reyes recibirá hoy los cuerpos de sus hijos Sansón y Mauricio, hallados entre los 119 de la fosa de Tetelcingo.

Ángel Reyes y su hija Laura en su casa en Jitotol, Chiapas.
Editorial Milenio
México /

El señor Ángel Reyes soñó que iba a la montaña, que llegaba a una laguna bastante honda. Caminaba al lado de su hijo Mauricio, cuando el joven se resbalaba y caía al agua. No sabía nadar, manoteaba para no ahogarse. El señor Reyes corrió para salvarlo, tomó la liana de un árbol y cuando su hijo braceó desesperado, lo agarró y lo sacó del peligro.

Esta pesadilla del señor Reyes se dio la noche del miércoles 12 de abril, exactamente una semana antes de que las autoridades de Morelos le entreguen los cuerpos de sus hijos Mauricio y Sansón, que estaban entre los 119 recuperados de la fosa común en Tetelcingo y que por ahora permanecen en gavetas del panteón Jardines del Recuerdo en Cuautla.

Los hermanos desaparecieron en Puebla el 24 de julio de 2012. Un mes después, la familia recibió una llamada pidiendo rescate. Como pudieron juntaron el dinero y se fueron a un hotel de Oaxaca a esperar nuevas instrucciones.

Llegada la noche, unos hombres irrumpieron en la habitación que rentó el señor Reyes, tomaron los 200 mil pesos y lo amarraron. Cuando él los vio entrar no se asustó, por el contrario sintió emoción. “Ya llegaron, se van a llevar el dinero y van a traer a mis hijos”, recuerda.

Entonces Sansón tenía 30 años, había estudiado enfermería y era padre de tres hijos; mientras que Mauricio, a sus 27 años, trabajaba con su padre en el campo, además de que tenía una carnicería e inició un negocio de venta de ropa.

Los hermanos Reyes salieron desde de su natal Jijotol, Chiapas, rumbo a Puebla con el propósito de comprar ropa para vender y revisar una camioneta que quizás comprarían. El 24 de julio de 2012 llamaron a don Ángel para avisarle que ya estaban en Puebla.

Un día después, la Fiscalía General de Morelos encontró dos cadáveres sobre la carretera local de San Marcos, en el municipio de Jantetelco. Eran ellos.

Sin embargo, la familia Reyes no lo supo y desde entonces comenzó la búsqueda en Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla y Tlaxcala. “Me acabé en esos cinco años, está uno solo pensando, buscando, gastando”, dice el señor Reyes

Laura Reyes López, hermana de Mauricio y Sansón, vio el expediente que la Fiscalía de Morelos tenía sobre el caso de sus familiares y quedó impactada al ver que en las fotos de ellos los rostros estaban perfectamente reconocibles, pero las autoridades no compartieron esas imágenes con las fiscalías del resto del país. Tampoco practicaron a los cuerpos exámenes de ADN y casi dos años después de que fueron encontrados, en marzo de 2014, los enterraron en la fosa de Tetelcingo.

En esa misma fosa, por error, la fiscalía sepultó el cuerpo de Oliver Wenceslao Navarrete Hernández. Al exigir su exhumación, María y Amalia, la madre y la tía de Oliver, se dieron cuenta que había decenas de cuerpos sin identificar.

Entonces, el gobierno de Graco Ramírez comenzó un proceso de ordenamiento: se tomaron registros de rasgos físicos, pertenencias y pruebas de ADN a todos los cuerpos.

Los exámenes de genética practicados a Mauricio y Sansón coincidieron con los que la familia Reyes se había realizado en 2012 en Oaxaca.

Los Reyes ya están de luto, visten de negro y preparan la cripta para recibirlos, anhelan que vuelvan a su tierra, este 20 de abril, para ser enterrados y rezar nueve días seguidos por sus almas.

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