En Matamoros, Fuerzas Federales buscan a más secuestradores

La Coordinación Antisecuestro, Ejército y Guardia Nacional, se sumaron a los trabajos de la fiscalía estatal en busca de más participantes en el secuestro de 4 estadunidenses y el asesinato de 2 de ellos.

Las víctimas eran originarios de Carolina del Sur. | Samuel Cuervo
Samuel Cuervo
Tamaulipas /

El secuestro de cuatro estadunidenses en Matamoros el viernes pasado y quienes a principios de esta semana fueron encontrados, provocó que esa ciudad de Tamaulipas volviera a vivir el intenso patrullaje de las fuerzas de seguridad federales y estatales, quienes por todos los medios buscan a más involucrados en la retenciòn ilegal de Latavia Washington, Eric Williams, Zindell Brown y Shaeed Woodard, estos dos últimos asesinados a balazos.

Aunque las sobrevivientes, originarios de Carolina del Sur ya están en su país de origen y los cadáveres en proceso de repatriación, fuerzas federales y estatales buscan a los responsables de la agresión, principalmente a quien dio la orden de atacarlos cuando visitaban Matamoros en busca de una clínica de cirugía estética.

(Samuel Cuervo / Milenio Digital)

Hasta el momento, José Guadalupe “n” un joven de 24 años, originario del vecino municipio de Valle Hermoso, es el único detenido en relación con estos hechos, pues fue encontrado junto a las víctimas la mañana del martes cuando rescataron los dos cuerpos, así como a los sobrevivientes, uno de ellos herido.

De acuerdo con las autoridades ministeriales, participaron al menos 10 delincuentes quienes vigilaron, interceptaron, atacaron, trasladaron y mantuvieron cautivas a las víctimas durante 4 días en el poblado El Tecolote, ubicado al oriente de Matamoros.

Los recorridos de agentes federales y estatales no se han limitado a la zona urbana de esa ciudad, ya que se les ha visto en partes rurales y de la periferia de la ciudad, como en el caso de la casa de seguridad donde estaban las víctimas recientes.

Hasta ahora, la hipótesis sostenida como principal línea de investigación es que los 4 estadunidenses fueron confundidos por “halcones” del Cártel del Golfo, quienes habrían pensado que se trataba de migrantes haitianos involucrados en actividades relacionadas con el tráfico de personas, por ello los habrían intentado detener, y ante la resistencia, decidieron dispararles.

En el lugar donde los “levantaron” hay al menos 3 cámaras de vigilancia en un mismo poste, 2 de ellas apuntan directamente a la escena del crimen, además de las que están colocadas en otros cruceros de la ciudad, los cuales fueron punto de paso obligado para los criminales mientras trasladaban a sus víctimas.

El cautiverio, a media hora de EU

Latavia Washington y Eric Williams soportaron 4 jornadas de calor intenso y noches frías en un pequeño cuarto de madera de apenas unos 10 metros cuadrados, ubicado a unos 30 minutos de Brownsville, Texas. Ahí esperaron junto a los cuerpos de Zindell y Shaeed, esté último primo de Latavia, quienes murieron a causa de varios tiros desde el mismo viernes 3 de marzo cuando fueron levantados, de acuerdo con imágenes que difundieron testigos en redes sociales.

Desde el lugar del secuestro hasta la casa de seguridad donde permanecieron hay 16 kilómetros de distancia que se recorren en media hora en un auto compacto, y en 20 minutos, si se tiene una camioneta como la de los captores. Los criminales habrían paseado a la mujer golpeada, un hombre herido, y dos cadáveres, sobre la batea de una camioneta por la avenida General Lauro Villar, una de las principales y más transitadas de Matamoros, la cual es la vía general de tránsito a la Playa Bagdad, además, pasaron frente a, por lo menos, unan decena de cámaras de video vigilancia, hasta que se perdieron en la zona rural del poblado El Tecolote.

(Samuel Cuervo / Milenio Digital)

El poblado parece un sitio de descanso, hay algunas casas de campo, algo de ganado y una pequeña laguna que adorna el paisaje; frente a ella, un terreno de unos 50 metros de frente por 100 de fondo, con una sola edificación, una caseta rojiza de madera prefabricada, de unos 4 metros de largo por 3 de ancho, dos puertas, cuatro ventanas y un techo de lámina sencilla.

Adentro, aún huele a muerte, hay una enorme mancha de sangre y diversos residuos orgánicos, todo esto, acentuado por el fuerte calor y humedad de la zona.

Los escasos vecinos que hay rechazan hablar del tema, y lo poco que dicen es que apenas se enteraron de la noticia. No escucharon nada, no vieron nada y no olieron nada.

La escena del crimen es resguardada por una lona y una cinta amarilla que advierten peligro y que se trata de una “propiedad asegurada”, mientras el personal de la fiscalía realiza algunas visitas para ahuyentar a los curiosos, pero en el sitio parece que ya no queda nada por investigar.

La otra víctima

Areli Pablo Cervantes de 33 años de edad, originaria de San Luis Potosí, fue otra víctima mortal del ataque del pasado viernes; recibió un disparo en la cabeza cuando los sicarios atacaban a los ciudadanos estadunidenses; su cuerpo quedó tendido sobre la banqueta. Mediante sus publicaciones en Facebook se aprecia que era una joven religiosa y participante activa de su congregación, y así fue recordada por algunas personas que le dedicaron mensajes de despedida en la misma red social. En Youtube también queda un canal a su nombre con videos religiosos. Su familia y seres queridos han evitado dar declaraciones acerca de su asesinato.

(Samuel Cuervo / Milenio Digital)

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