"Cuando Bam Bam se fue, en casa ya no hubo Navidad, ya no hubo muchas cosas… se murió mi familia también". América Méndez tenía 12 años cuando se percató que su hermanito, Yair, ya no volvería a casa.
Han pasado nueve largos años desde la tragedia que colmó a la familia Méndez Solís de rabia y tristeza, tiempo que llevan exigiendo justicia por el secuestro, tortura y asesinato de su querido Bam Bam —como le decían de cariño—. La autora material era empleada de la familia y su padrastro el autor intelectual.
De los seis involucrados en los terribles crímenes que no sólo tomaron la vida de Yair, sino también desmoronaron poco a poco a la familia, vulnerando la integridad y salud de cada miembro, tres quedaron en libertad por “falta de pruebas”, porque darle de comer a un niño cautivo no es delito para perseguir. Y porque la ropa que se encontraba en el baño donde tuvieron privado de la libertad a Yair durante tres meses, pudo ser de alguien más.
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El domicilio donde se perpetraron las agresiones al niño, ubicado en la carretera Jojutla-Chinameca fue asegurado por la entonces Procuraduría General de la República (PGR). De acuerdo con documentos a los que MILENIO tuvo acceso, el peritaje realizado en 2012 contenía fotografías del sanitario donde claramente se percibe una puerta metálica con cerrojo y candado.
En 2020 se realizó un segundo servicio pericial. Para entonces, la casa, a pesar de estar asegurada, ya tenía modificaciones, entre las cuales se removió la puerta del baño. El agente perito responsable del informe atestiguó en la última audiencia donde se determinó la libertad para tres de los captores. Su testimonio fue la clave para que el juez concluyera que Bam Bam no pudo permanecer privado de la libertad en ese baño porque no tenía puerta y se pudo haber escapado.
Esas mismas autoridades serán las que este martes dicten sentencia a los tres imputados que se encuentran recluidos en el penal de Atlacholoaya. La madre y hermana de Bam Bam piden la pena máxima, aunque las irregularidades en el caso les restan confianza en que eso suceda, aun cuando se tienen las pruebas suficientes, afirmaron ambas en entrevista.
El año bisiesto que cambió sus vidas
Eran aproximadamente las 8:00 de la noche del 29 de febrero de 2012 cuando Ana Laura Solís, mamá de América y Bam Bam, respondió una llamada en el teléfono de su hija, “pásame a tu papá”, le gritó un hombre pensando que era América quien estaba al teléfono. Ana Laura sintió curiosidad por saber quién era ese hombre y por qué le hablaba así a su hija, “además ya era un hombre mayor y América era una niña”, narró en entrevista con MILENIO.
—“¿Para qué?” insistió Ana Laura—¡Dile a tu papá que tenemos secuestrado a Yair!
Bam Bam decidió pasar su séptimo cumpleaños con América y su papá, Antonio, en la ciudad de Cuautla, Morelos. Antonio tenía un negocio allí y tenían amigos en los locales vecinos. Yair acostumbraba salir a jugar con ellos.
“Me dijo, ahorita vengo, voy con Giovanni. Como a las 8:00 de la noche me dice mi papá ‘ya vamos a cerrar, ve por Bam Bam’, voy a buscarlo donde me dijo que iba a estar y no estaba, no me pareció raro, ya que siempre estaba en varios locales jugando”, describió América, la primera en buscar a Yair. “Me empiezo a dar cuenta que los locales empiezan a cerrar, en los que él frecuentaba estar, no estaba. Cerraron todos los negocios y nosotros buscábamos a Bam Bam, me empecé a desesperar, empecé a llorar, a preguntarle a las personas si no habían visto a un niño con la descripción de mi hermano… cuando mi mamá nos marcó”.
Inmediatamente empezaron las negociaciones por la vida de Yair, cuyos secuestradores le pusieron un precio de tres millones de pesos y un plazo de dos días para no “mandarlo en pedacitos”.
La familia pagó un rescate, pero no les devolvieron a su pequeño. A los 15 días, el secuestrador exigió más dinero porque ese primer pago sólo era para “los gastos del chamaco”. Se le dio más dinero esperando que Bam Bam regresara a casa dos días después, como lo acordaron con el responsable, pero no fue así. A finales de mayo del mismo año, su cuerpo fue hallado sin vida en Tepalcingo, Morelos.
América era una niña entonces, y no se desarrolló como debería hacerlo una persona de su edad, creció entre audiencias y declaraciones, a la sombra de una carpeta de investigación mal armada. Se volvió madre, cumplió la mayoría de edad y tuvo a su segunda bebé antes de consumar justicia para su hermanito. Vive con rabia porque el día que se lo llevaron, se llevaron a su madre, quien muere en vida a diario y a su padre, quien desarrolló diabetes a raíz del suceso y falleció hace cuatro años por complicaciones cardiacas.
Por si fuera poco, reciben amenazas telefónicas, que ya no sigan con el caso “porque si no, ya saben lo que les va a pasar”. Dejaron su casa, cerraron su negocio, se apartaron de la ciudad porque son populares entre la comunidad y han visto que a donde van las siguen.
La mamá de Yair reveló que Alma Rodríguez, licenciada del Ministerio Público, quien en un principio la asesoraba y le juraba que iban ganando el caso, está indignada por las movilizaciones que ha organizado para alzar la voz y hacer que no se olviden de su niño, dice que puede perder su trabajo y ya no las asesora ni les responde las llamadas. Las calles de Cuautla reflejan el dolor de la familia que renunció a todo para exigir una respuesta favorable del sistema judicial.
dmr