Sepultan a potosinos asesinados en Nuevo León por policías de Fuerza Civil

Deudos de albañiles que murieron a manos de agentes en Nuevo León exigen justicia

Foto: Imelda Torres
Imelda Torres
San Luis Potosí /

Gregorio Santiago Margarito y Claudio Reyes migraron a Monterrey junto a otros aquismonenses, agobiados por la pobreza que se agudizó en los últimos meses por la pandemia. Jamás imaginaron que sus sueños de tener mejores condiciones de vida fueran frustrados por agentes de Fuerza Civil Nuevo León, quienes les dispararon a quemarropa, supuestamente después de que se resistieron a ser arrestados.

Este martes por la tarde se llevó a cabo el sepelio de los dos hombres originarios de comunidades indígenas de Aquismón, municipio declarado Pueblo Mágico en el 2018, en la Huasteca Potosina.

Gregorio, de 20 años, se sostenía al desempeñarse como guía de turistas en el emblemático Sótano de las Golondrinas, y de vez en cuando hacía jornales propios del campo para que su esposa e hija de un año y medio tuvieran lo necesario.

Pero el covid lo dejó sin ingresos, por lo que motivado porque muchos conocidos y hermanos habían emigrado a Monterrey, él también se animó y se fue apenas el 14 de septiembre junto a otros hermanos, Venancio y Jaime, para buscar trabajo como albañiles.

El pasado sábado 26 de septiembre, la nota circulaba en medios locales. Por la madrugada, elementos de Fuerza Civil habían matado por la espalda a dos trabajadores de la construcción y habían dejado heridos a otros dos.

Gregorio y Claudio murieron de manera instantánea, y Jaime, Venancio y otro trabajador de nombre Felipe Martínez Martínez fueron llevados al Hospital Universitario de Monterrey. Felipe presentaba golpes en la cara, pero los dos hermanos se encuentran aún internados, y uno de ellos grave.

“No sabemos qué avances haya en las investigaciones pero ellos eran gente buena, no se vale que hayan dejado desamparadas a dos niñas, pedimos todo el peso de la ley para los responsables”, exclamó Marcelino, hermano de Gregorio.

Claudio, de 41 años, deja en la orfandad a una niña de tres años y a otros cuatro más grandes. Gregorio a una niña de solo un año y medio.

Con música tradicional de la comunidad indígena y los ataúdes al hombro, decenas de pobladores los acompañaron a su última morada y esperan también que se aplique la justicia.

Por parte del gobierno local las familias recibieron apoyo con el traslado de los cuerpos, y recibirán asesoría jurídica para reclamar indemnización para los hijos que se quedan sin padre.


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