Los cambios demográficos han colocado al emblemático estado de Texas más cerca del alcance demócrata que nunca. Pero la política migratoria de línea dura del gobernador republicano Gregg Abbott le ha redituado dividendos políticos y podría frustrar el triunfo del demócrata Beto O'Rourke, pese a que ya estuvo a punto de desbancar a Ted Cruz en 2020, en la contienda al Senado.
A días de las elecciones por la gubernatura, el polémico Abbott mantiene una consistente ventaja en promedio de seis puntos porcentuales frente al carismático O’Rourke, en una elección que enfrenta a la agenda antiimigratoria del gobernador conservador, con la causa de la defensa del migrante y el aborto por su contendiente progresista.
“Así nacen las victorias sorpresivas. Empiezas a dar por descontado el apoyo de las personas, especialmente aquí en Texas, y eso significa el final de tu tiempo en ese puesto”, afirmó.
O’Rourke en un reciente acto de campaña. Es una lección aprendida en 2020, cuando vino de atrás para quedar a tres puntos de destronar a Cruz en el Senado.
Ciertamente, algunas encuestas muestran un repunte de la popularidad de O’Rourke en coincidencia con el inicio del proceso de votación temprana, pero la mayoría continúa ubicando a Abbot con una ventaja de más de 8 puntos.
Lo llaman Beto Robert Francis Beto O’Rourke es descendiente de un clan político texano y empezó a descollar en la escena política estadunidense cuando derrotó en una elección primaria al mexico- americano Silvestre Reyes en 2012. Su ambición lo llevó de la Cámara baja a competir contra Cruz, buscar la presidencia y ahora luchar contra Abbott.
Ha sido rockero y empresario. Lo llaman de cariño “Beto”, en español, como sello de identidad frente a los votantes latinos del estado, unos 4.2 millones.
Aunque mantiene posiciones progresista como campeón de los inmigrantes y defensor de los derechos de las personas LGBT+ y del aborto, expertos coinciden que algunos de sus puntos de vista no son populares entre los votantes texanos, incluida su promesa de quitarle a los residentes sus rifles de asalto y reducir el financiamiento de la policía.
En contraste, Abbott no procede de una familia con pedigrí político. Su padre, un vendedor de seguros, falleció de un ataque cardíaco cuando el actual gobernador era adolescente y fue criado por su madre, ama de casa.
Pese a sus orígenes modestos, tiene sólidas credenciales conservadoras como procurador, ministro de la Corte Suprema estatal y gobernador: es anti-inmigrante, anti-matrimonios del mismo sexo, anti-vacunas o cubrebocas obligatorios y anti-aborto.
Para reelegirse, Abbott no tiene que ganar el voto latino (actualmente tiene 39% de su apoyo), porque el desenlace de la contienda por la gubernatura dependerá del éxito de dos estrategias diametralmente opuestas.
Arma secreta
El arma secreta de O’Rourke y los demócratas es el ejército de cien mil voluntarios descrito como el más grande contingente de movilización de votantes en la historia del Estado de la Estrella Solitaria (como los texanos suelen llamar a su entidad).
Su misión es tocar puertas y hacer llamadas para promover el voto temprano, el de correo y el presencial el 8 de noviembre, con énfasis en los electores de las minorías, los primerizos y los infrecuentes.
En contraparte, Abbott implementó una estrategia efectista donde ocupa un lugar central su plan, en coordinación con el también polémico gobernador de Florida Ron DeSantis, de traslado forzoso de cientos de inmigrantes que llegan a la frontera a lugares del noreste como Washington D.C. Nueva York y Massachusetts.
El plan del gobernador descansa en el hecho de que las encuestas muestran que para los texanos los asuntos más urgentes son la situación migratoria en la frontera con México, el aborto y la inflación; como punto de comparación, para los votantes nacionales es más preocupante el tema de la economía la inflación y el desempleo.
Un reciente sondeo de la Universidad Quinnipiac confirma que si bien las posiciones del actual gobernador han sido populares con los votantes republicanos, con lo cual explica su ventaja en las urnas, son vistas como divisivas en el estado: 51% por ciento de los texanos apoya su plan contra los migrantes y 47 por ciento lo rechaza.
Si el ejército de Beto O´Rourke es capaz de movilizar la indignación del segmento del electorado opuesto a las políticas migratorias de línea dura, tiene la posibilidad de revertir la ventaja. A favor del aspirante demócrata se encuentra el hecho de que los votantes independientes tienden a favorecerlo.
De lo contrario, la continuidad de Abbott como gobernador de Texas ofrece a Donald Trump y sus seguidores una plataforma inmejorable para continuar colocando la problemática de la migración fronteriza como una de las puntas de lanza de la agenda republicana hacia las elecciones presidenciales de 2024.
HCM