La especialidad de los hermanos Higuera Guerrero eran los policías. No importaba la corporación o el color de su uniforme: corromperlos, llenarlos de fajos de dólares, armar fiestas en las casonas de narcos, y coordinar con ellos la vigilancia en las entregas de cocaína. Pero así como los llenaron de halagos y regalos durante décadas, con los años se encargaron de asesinarlos a sangre fría por considerarlos traidores.
Hoy los hermanos que nunca perdonaron y que incluso hace años intentaron matar al Chapo, se encuentran viviendo en los suburbios de Estados Unidos, donde fueron colocados por el gobierno de ese país. Un documento judicial al que tuvo acceso MILENIO revela que los Higuera Guerrero son “miembros activos de la comunidad”.
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Alcanzaron su libertad gracias a un pacto de traición, sendos pagos de un millón de dólares –cada uno– y cooperación en contra de los hermanos Benjamín, Eduardo y Francisco Javier Arellano Félix. Lo distinto de este caso es que exista un documento que señala que se encuentran fuera de prisión y viviendo como cualquier ciudadano de ese país.
Hasta hace unas semanas no existía ningún indicio de que los sanguinarios —como fueron catalogados por los fiscales estadunidenses— Ismael y Gilberto Higuera Guerrero hubiera obtenido su libertad. Y es que en 2017 fueron sentenciados a pasar 40 años en prisión, una de las penas más altas impuestas para alguien del Cártel Arellano Félix en Estados Unidos.
Sin embargo, un documento judicial de reciente divulgación muestra que el 3 de septiembre de 2021, en plena pandemia, un juez en California aprobó la libertad condicional para los hermanos asesinos y, según sus propias palabras, ya se encontraban transitando entre los ciudadanos norteamericanos.
“Al momento de la sentencia, fue transferido a la custodia de inmigración y se le permitió permanecer en los Estados Unidos. El señor Higuera se encuentra actualmente en la comunidad”, dice sobre cada uno de los hermanos Higuera.
Pacto de sangre y maldad
La historia de estos dos hombres hermanados por la sangre, pero también por un pacto criminal, inicia en 1989. Por ese entonces El Mayel, como le apodaban a Ismael, y según declaraciones del propio Santiago Meza López, quien unos años después se convertiría en El Pozolero, era un empleado más de los hermanos Arellano.
Resguardaban bodegas, se deshacía de los cuerpos de los enemigos del cártel y contrataban gente para cruzar droga a Estados Unidos, trabajos menores en comparación con el rango criminal que alcanzarían unos años después.
Al poco tiempo, El Mayel terminó dirigiendo la entrada de toneladas de droga a Estados Unidos, que eran ingresadas por los Arellano Félix, por cielo, mar y tierra. Su destino principal era California, donde se consumía todo eso, en una época turbulenta marcada por el reinado de la coca.
Ismael convirtió el pequeño cruce fronterizo de Mexicali, la capital del estado, en su centro de operaciones, desde donde salían tráileres repletos de droga con destino a las bodegas del cártel en Los Ángeles, California.
La relevancia que había cobrado Ismael al interior de la organización le valió que, en 1992, los hermanos Arellano Félix lo enviaran a intentar resolver su enemistad con Joaquín el Chapo Guzmán. Sin embargo, todo se cayó cuando Ismael Higuera fue informado que el capo sinaloense iba a asesinarlo en ese encuentro.
Dos meses después, Ismael y Gilberto intercambiaron balazos con Guzmán en la discoteca Christine de Puerto Vallarta, donde se agarraron a tiros, en un intento por asesinarse unos a los otros.
Para 1997, según la Fiscalía de California, fueron designados como “los policías” de la plaza. Es decir, para vigilar los cruces para que así ningún cártel tratara de desplazarlos.
Terminada la pelea por la plaza con el Chapo, los Arellano se coronaron como los amos de la zona, y entonces llegaron los secuestros, la tortura y la corrupción policial. Otro de los legados de los hermanos Higuera fue incorporar a las pandillas de jóvenes que operaban en Estados Unidos, para venir a trabajar con los cárteles.
Legado de muerte
Los actos criminales más graves de Ismael Higuera ocurrieron en aquellos años, cuando unieron a las filas del narcotráfico a dos hombres: Efraín Pérez, lugarteniente del Cártel Arellano encargado de asesinar a policías, fiscales y funcionarios públicos, y a Santiago Meza López, El Pozolero, quien durante años disolvió a personas en sosa cáustica, y después dejaba ir sus restos por el drenaje de la ciudad de Tijuana, impidiendo al día de hoy la localización de cientos de desaparecidos.
Documentos de la Fiscalía de California revelan que, por órdenes y con ayuda de su jefe Ismael Higuera, Efraín Pérez empezó a ofrecer sobornos al personal militar y de las fuerzas del orden. Mandaron asesinar a informantes o posibles testigos, entre los que se encontraban militares y policías.
Ismael y Efraín Pérez también orquestaron el operativo para deshacerse de los cuerpos de tres fiscales mexicanos que fueron asesinados por miembros del Cártel Arellano Félix. De hecho Efraín admitió haber disuelto en ácido otros cuerpos por órdenes de Ismael Higuera.
Entre sus víctimas se encuentran los militares Juan Fonseca Rey y Juan Daniel Fuente Calderón. El ex delegado de la PGR en Baja California, Arturo Ochoa Palacios. Los policías federales Antonio Martínez Catarino y Miguel Ángel Anaya.
Al igual que en el caso Kiki Camarena, una de las pruebas en contra de Ismael fue que él mismo grabó la tortura de Alejandro Hodoyan Palacios, un hombre que pertenecía a una familia de clase alta en Tijuana, quien llegó a ser considerado el cerebro financiero del cártel.
Finalmente y ya convertido en uno de los narcotraficantes más buscados en México y Estados Unidos, Ismael fue detenido en un operativo. Gilberto cayó en el 2004. La entonces PGR lo llamó “una leyenda del narcotráfico”. Ambos fueron extraditados en 2007.
El primer saque del juez fue que Ismael se iba con una sentencia de 40 años, mientras que su hermano Gilberto fue condenado a 30 años de cárcel. Los dos el mismo día a la misma hora. Siempre juntos.
Pero duró poco: en una revisión que hizo MILENIO en la Corte de Apelaciones estadunidense se encontró que desde 2008, por razones que no se especifican, la empresa de periódicos Copley Press se inconformó porque había documentos que se encontraban reservados como clasificados como secretos.
Fue ahí cuando empezó a revelarse que el gobierno había llegado a un pacto a cambio de que los hermanos ayudaran a poner los clavos sobre el ataúd del cártel que en esos momentos juzgaba a Eduardo Arellano Félix.
Los documentos no se hicieron públicos, pasaron los años y de los hermanos Ismael y Gilberto sólo se sabía que quedaron encerrados en prisión. Luego presentaron una reducción a su sentencia, sin embargo, nada se sabe ya que el 16 de enero del 2015 se llevó a cabo una audiencia donde se acordó cerrar el veredicto.
“El fiscal federal auxiliar que suscribe atestigua que la divulgación pondría en peligro al acusado y a su familia debido a la extrema violencia y la naturaleza de los objetivos (los hermanos Arellano) de la cooperación del Demandado”, fue lo que dijeron.
Hasta septiembre de este año aparecieron dos documentos que revelan, a través de los escritos del juez Larry Alan Burns en California, que se encuentran en libertad condicional. Ahí solicita modificar las condiciones de supervisión.
En un documento calcado, idéntico, envía a los dos hermanos, que por cierto también son muy parecidos, revela que el día de la reducción de la sentencia quedó en 20 años de prisión y tres en libertad condicional.
Su liberación empezó el 3 de septiembre del año pasado y desde entonces son miembros de la comunidad. Es decir que Ismael había logrado una reducción de 20 años, de los 40 a los que había sido sentenciado. Sumando el tiempo de haber servido en México y Estados Unidos, desde el año 2000, en efecto el año pasado habría cumplido su pena.
“Al momento de cumplir la sentencia fue transferido a la custodia de inmigración y se le permitió permanecer en los Estados Unidos. Dado que el señor Higuera se encuentra actualmente en la comunidad y está siendo supervisado activamente, las condiciones anteriores son para mayor seguimiento”.
Lo que el juez solicita es que permitan que se revisen sus propiedades, sus casas, residencias, oficinas, vehículos, papeles, computadoras y cualquier dispositivo electrónico que tengan por parte de un oficial de libertad condicional o cualquier autoridad federal o estatal, aunque no exista un motivo fundado.
AMP