Jorge Milton, de sicario fallido a traficante de 'El Chapo'

Cifuentes conoció a El Chapo en 2003 y se asoció con el cártel de Sinaloa, lo que hizo que lograra trasladar a México cerca de 30 toneladas de coca entre 2009 y 2011.

Juicio de El Chapo. (AP)
México /

Luego del arresto final de El Chupeta en 2007, la familia de Jorge Milton Cifuentes se convirtió en el principal proveedor de cocaína del cártel de Sinaloa

Jorge comenzó su carrera prematuramente a mediados de los 80, ganándose su primer contrato como sicario a los 18 años, desde la cárcel, donde fue reclutado para eliminar a un acusado de matar pilotos para robarle coca al cártel de Medellín

Le contrabandearon una pistola, un cuchillo, una granada y algo de cianuro. Cuando la fiscalía le preguntó que para qué tanto, contestó que para poder escoger. Optó por el cianuro, espolvoreándolo sobre una de las dos arepas que le llevó al hombre

Éste comió la que no tenía veneno. Cifuentes entonces detonó la granada en la celda de su blanco, la cual colocó bajo el tambor de concreto del camastro, dejándolo ileso aunque algo amoratado. Allí mismo dio por terminada su carrera como sicario para dedicarse exclusivamente al tráfico. 

Los Cifuentes tenían décadas de trabajar con los cárteles de Medellín y el del Norte del Valle, sobreviviendo gracias a la protección de Vicente Castaño, del grupo paramilitar de extrema derecha Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

También tuvieron sus nexos con la guerrilla izquierdista Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y con el gobierno de Álvaro Uribe.

Dolly Cifuentes, hermana de Jorge, arrestada y extraditada a los Estados Unidos en 2011, era desde 2001 amante de Jaime Alberto Uribe, hermano de Álvaro, quien al año siguiente sería electo presidente, quien siempre negó conocer esa relación. Sólo en los años 90 Jorge Cifuentes calcula haber ganado cerca de 300 millones dólares.

Luego de que los paramilitares mataran en 2007 a Francisco Cifuentes, el decano de la familia y antiguo piloto de Pablo Escobar por el control de una pista de aterrizaje clandestina, Jorge, el JJ, se convirtió en el jefe de un conglomerado con presencia en Colombia, Panamá, Ecuador y España, asociándose con el cártel de Sinaloa y llevando a México cerca de 30 toneladas de coca entre 2009 y 2011.

Cifuentes conoció a El Chapo en 2003, cuando éste lo llevó a la sierra sinaloense en un viejo Cessna para festejar el segundo aniversario de su huída de Puente Grande. Lo recibió al pie de la pista el mismo Guzmán, con su pistola .38 con cachas de oro y sus iniciales en diamantes, y una AK 47 al hombro.

El colombiano, quejándose del mal vuelo, ofreció regalarle a El Chapo un helicóptero MD 520 azul metálico, valuado en un millón de dólares, para su comodidad en el transporte. 

La generosidad no era gratuita: el traficante buscó a El Chapo para pedirle que lo protegiera de El Mayo Zambada, de quien el colombiano sospechaba haber mandado asesinar a su socio mexicano, Humberto Robachivas Ojeda, con quien operaba en México desde 1988 no sólo el tráfico de coca, sino el lavado del dinero resultante a través de una compañía de bienes raíces llamada Red Mundial inmobiliaria, unos restaurantes llamados Cubi Cafés, un monedero electrónico llamado Monedeux y una distribuidora de alcoholes llamada Operadora Nueva Granada, entre otras. 

Poco después, gracias a los oficios de Guzmán, El Mayo lo mandó llamar para decirle que sí, que en 1998 había matado a El Robachivas, pero que lo había hecho en honor a Amado Carrillo; el de Juárez quería ejecutar a Ojeda pero se murió antes de poder hacerlo, y cuando El Mayo supo que Ojeda se construía una ostentosa mansión en Culiacán, decidió llevar a cabo el deseo de su amigo y coser a El Robachivas a tiros. 

Atemorizado, Jorge huyó a Colombia y no regresó a México hasta que El Chapo lo mandó llamar a su fiesta en 2003. Y en México se quedaría luego de que El Mayo le asegurara que contra él no tenía nada, que incluso lo quería de socio del cártel, lo que fue hasta su arresto en Venezuela, en 2011, y posterior extradición a los Estados Unidos en 2015.

Por instrucciones de El Chapo, Cifuentes comenzó usando los aviones de fibra de carbono, indetectables por el radar, para llevar coca hasta Zihuatanejo desde sus fincas en Colombia.

Pero esas aeronaves eran muy temperamentales y, luego de un par de accidentes decidieron ambos usar barcos y aviones comunes. 

Quien acabaría testificando contra su antiguo socio y mediador desde una corte de Brooklyn comenzó, para probarle al cártel su compromiso, dejándole a El Chapo en prenda a su hermano menor, Hildebrando Alexander, quien se quedaría en Sinaloa hasta su arresto en 2014.

Cuando Jorge huye en 2007 a Ecuador tras las desavenencias de la AUC con su hermano Francisco, comienza a procurarse cocaína desde el Putumayo fronterizo, entonces controlado por las FARC

Los militares ecuatorianos, más fáciles de sobornar que los colombianos, se encargaban, al mando del capitán Telmo Castro, de transportar los ladrillos de droga desde esa frontera en convoyes armados hasta Guayaquil y Quito, al costo de 100 dólares por cada kilo, para de allí ser volados a México en tandas que llegaban hasta las seis toneladas. Cifuentes se quedaba con el 30 por ciento de la mercancía.

Ese mismo año tuvieron en México una junta Jorge Cifuentes, El Chapo, Dámaso López, Vicentillo Zambada e Iván Archibaldo Guzmán, convocados por funcionarios de Pemex encabezados por uno de nombre Alfonso Acosta, quien les ofreció los cargueros de la paraestatal para que, luego de que éstos descargaran el petróleo en Ecuador y otros puertos centro y sudamericanos, regresaran al puerto de Lázaro Cárdenas cargados de droga. 

A esa junta le siguieron varias más presididas por Archibaldo Guzmán y Vicente Zambada hijo, el contacto original entre el cartel y Pemex. Al final El Chapo descartó la opción, inclinándose por usar barcos tiburoneros peruanos.

  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Milenio (Milenio Monterrey y Milenio Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Milenio Diario con su columna Artículo mortis

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