Un día de compras en un exclusivo centro comercial de San Pedro Garza García en Nuevo León marcó el inicio del declive de la carrera delictiva de José Alberto Vilano García a finales de enero de 2024.
Dos años antes, el nombre y rostro de La Kena -como es mejor conocido- fueron plasmados en boletines de búsqueda de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Tamaulipas, en donde incluso se llegó a ofrecer una recompensa de 2.5 millones de pesos para quien brindara información relevante para su captura.
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Entre la ciudadanía y la opinión pública era conocido como "El Verdadero Gobernador de Tamaulipas", convirtiéndose también en un objetivo de la justicia de Estados Unidos, específicamente de la Administración para el Control de Drogas (DEA).
Los señalamientos y los cargos en su contra no fueron casualidad pues, José Alberto García Vilano es identificado como el líder de una facción del Cártel del Golfo, la cual comenzó a acaparar gran atención mediática por su presunta vinculación con actividades delictivas, la disputa de plazas fronterizas del estado y uno de los casos más mediáticos de 2023: el secuestro de cuatro ciudadanos estadunidenses en Matamoros.
El Cártel del Golfo: precedente y generador de violencia
La ubicación geográfica de Tamaulipas condenó al estado a ser tierra de disputa. No obstante, antes de que diversas células criminales desataran una 'narco guerra' por las principales rutas de trasiego de drogas, armas y migrantes, Juan Nepomuceno Guerra sentó las bases del que se convertiría en una de las organizaciones delictivas más poderosas de México: el Cártel del Golfo.
De acuerdo con información de InSight Crime, en la década de los 30's aquel hombre que ostentaba ser un empresario con conexiones políticas relevantes, comenzó a contrabandear whisky por la frontera de Tamaulipas durante la época de la prohibición en Estados Unidos.
Años más tarde, en 1984, la organización delictiva quedó en manos de Juan García Abrego, quien siguió los pasos de su tío y utilizando las rutas ya establecidas de contrabando diversificó el negocio, comenzando a traficar narcóticos tras aliarse con el Cártel de Cali en Colombia.
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El Cártel del Golfo comenzó a ganar relevancia dentro del hampa del país, logrando establecer una meticulosa red de distribución que se extendió a ciudades como Houston, Atlanta, Nueva York y Los Ángeles.
Tras la detención y extradición de Juan García Abrego en 1996, el liderazgo de la organización delictiva lo asumieron los hermanos Osiel y Antonio Cárdenas Guillén quienes, aunque gozaron del apogeo del negocio, también se enfrentaron al papel más proactivo que autoridades federales de la época pusieron en marcha para frenar al crimen organizado.
Dicho precedente resultó suficiente para que Osiel Cárdenas Guillén se diera a la tarea de reclutar a desertores del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFES) del Ejército Mexicano, un cuerpo de élite que recibió entrenamiento de fuerzas militares internacionales, los cuales años más tarde dejarían de ser un brazo armado del Cártel del Golfo para convertirse en un cártel por derecho propio: Los Zetas.
El origen de Los Escorpiones
Con Los Zetas sembrando terror por cada municipio de Tamaulipas y estados de la zona este de México, el Cártel del Golfo logró expandir su poderío, sin embargo, entre los hermanos Cárdenas Guillen las disputas por el liderazgo del Cártel del Golfo comenzaron a surgir.
Consciente de que el brazo armado fundado por su hermano era sanguinario y despiadado, Antonio Cárdenas Guillén se dio a la tarea de formar su propio grupo de escoltas cuyo objetivo inicial era garantizar su seguridad.
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Con un escorpión como insignia, la facción encabezada por Tony Tormenta comenzó a ganar relevancia dentro del Cártel del Golfo mientras que Osiel Cárdenas Guillén asignó a unidades específicas para mantener el control de plazas importantes para su lucrativo negocio.
De este modo, comenzaron a surgir escisiones en municipios clave como Reynosa en donde se asentaron Los Metros; Camargo y Mier quedó a cargo de Los Rojos y Matamoros de Los Ciclones.
La fragmentación del Cártel del Golfo
En un informe realizado por la fundación dedicada al estudio de amenazas de la seguridad nacional de América Latina y El Caribe, InSight Crime, se especifica que el Cártel del Golfo y sus antecesores mantuvieron el control de Tamaulipas durante, al menos, ocho décadas.
Pese a haber estructurado un imperio criminal en el estado fronterizo, la captura y extradición de Osiel Cárdenas Guillén marcó un precedente para la fragmentación de la histórica organización delictiva.
Y es que, en su afán de acaparar su parte del lucrativo negocio, se desató una disputa entre cada célula delictiva asignada a las respectivas plazas. En el caso de Los Escorpiones, tras el abatimiento de Tony Montana en 20210, el brazo armado se replegó en Matamoros, donde se aliaron con Los Ciclones.
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A dicho panorama se sumó el ascenso de otros líderes criminales como Jorge Eduardo Costilla, alias El Coss, cuyo legado en la organización delictiva se tradujo en el surgimiento de otra facción conformada por miembros que eran fieles seguidores de los hermanos Cárdenas Guillén: Los rojos.
Con el paso del tiempo, Los Zetas también se fraccionaron, dejando a su paso escisiones que se dividen entre los de la Vieja y Nueva Escuela y el Cártel del Noreste, el cual continúa teniendo presencia en Tamaulipas.
Con José Alberto García Vilano al mando, poco a poco la facción de Los Escorpiones se convirtió en una de las más poderosas del Cártel del Golfo y prueba de ello fue un informe realizado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) que fue filtrado de sus servidores el grupo de hackers Guacamaya.
El documento militar ubicó a La Kena como el segundo al mando de los remanentes de la histórica organización delictiva, solo por detrás de José Alfredo Cárdenas Martínez, El Contador, sobrino de Osiel Cárdenas Guillén.
Tras su captura en enero de 2024, analistas en seguridad como el periodista Óscar Balderas, coinciden en que en Tamaulipas se espera una reconfiguración de grupos delictivos motivada por los cambios en los liderazgos. Una consecuencia más del legado criminal que el Cártel del Golfo dejó para el estado y su ciudadanía.
ATJ