• Escaparon de la jaula. Cinco ‘legionarias’ comparten los secretos del ‘Regnum Christi’

  • Reportaje
  • Las consagradas de los Legionarios de Cristo reclutaban “niñas bien” e hijos de empresarios. “Yo tenía pavor a sentir el llamado de Dios”, confiesa Socorro.
Ciudad de México /

Entre los brazos del reino de Marcial Maciel siempre estuvieron las “consagradas”. Poco se sabe de ellas, mujeres del ‘Regnum Christi’, una organización conformada por personas laicas que hacen votos de pobreza, castidad y obediencia, viven recluidas en comunidades y siempre estuvieron sometidas a la voluntad de Maciel y otros directivos de los ‘Legionarios de Cristo’.

Marcial Maciel es uno de los personajes más tristemente célebres de la Iglesia católica. Fundador de la congregación que hoy sobrevive con unos mil sacerdotes. Abusó de al menos 60 menores de edad; con identidades falsas tuvo esposas e hijas y fue adicto a sustancias psicoactivas. Construyó un imperio financiero, inmobiliario y educativo de miles de millones de dólares.

Marcial Maciel fundó la Legión de Cristo y el movimiento Regnum Christi, en 1976 se destapó su largo historial de abusos contra menores | Foto: AFP

Para las élites creó una red de colegios privados: Cumbres, Highlands, Everest, Himalaya. Nombres que apuntan a las alturas. Éstos han sido los destinos laborales de las consagradas, trabajan ahí como directoras espirituales, prefectas de disciplina o, en algunos casos, directoras. Niños ricos han estado a su cargo, hijos de empresarios y celebridades, como Angélica Rivera ‘La Gaviota’.

En abril pasado viajé a Santiago de Chile a cubrir una historia que nunca creí posible. La Fiscalía Nacional de ese país había abierto una indagatoria a la congregación no sólo por el presunto abuso sexual cometido por ocho sacerdotes legionarios cinco de ellos mexicanos– sino por un posible patrón de encubrimiento sistemático y obstrucción de la justicia que –en palabras del abogado de las víctimas– configuraba prácticas de crimen organizado.

La Fiscalía chilena había escuchado las declaraciones de decenas de testigos, entre ellos, de exconsagradas del ‘Regnum Christi’.

Entrevisté largamente a cinco de ellas. Habían vivido en México mientras trabajaban en los colegios de los Legionarios a donde acudían niñas y niños ricos. Eran mano de obra gratuita porque no tenían salario. Su misión era reclutar a mujeres jóvenes para que formaran parte de la organización y, en algunos casos, obtener donativos millonarios de ‘bienhechores’.

Las cinco exconsagradas aceptaron compartir su testimonio, los secretos de la reclusión que vivieron. Aun cuando provenían de clases acomodadas, su experiencia no fue color de rosa. Dos de ellas aceptaron dar su nombre y tres pidieron proteger su identidad.

Las consagradas son el brazo femenino de los Legionarios de Cristo. Luego del 'candidatado', jóvenes laicas hacen votos de castidad y obediencia | Fotos: Legioleaks

Disclaimer 1: en este texto no hay abusos sexuales. Disclaimer 2: todas coincidieron en algo. A pesar de los momentos de asfixia, en algún momento fueron felices: cuando trabajaron con niñas y adolescentes en diversos países del mundo. Una práctica que Maciel impuso fue enviar muy lejos a sus legionarios y consagradas: distanciarlos de sus familias era otro de los mecanismos de control.

El reclutamiento de ‘niñas bien’

Hay una razón por la que Socorro me pide que le cambie el nombre: no quiere que su mamá se entere de que la comparaba con el demonio. El demonio tentándola. “Por eso me avergüenza contar estas cosas”, dice.

Su historia empieza así. Socorro era una joven que le gustaba la alegría y la fiesta. Sus padres se habían vuelto seguidores devotos y promotores de los ‘Legionarios de Cristo’. Socorro estaba en el “candidatado”: una etapa en la que debía discernir si quería ser consagrada del ‘Regnum Christi’. Si recibía el llamado de Dios o no. “Yo tenía pavor a sentir ese llamado”, me confiesa ahora.

Pero la presión arreciaba. Le advirtieron que no podía decirle ‘no’ a Dios porque entonces no sólo su alma, sino el de su familia, de sus amigas, se iban a condenar. Pero un día sintió ese llamado, y con rechazo y pesar, se consagró. Frente a Jesucristo juró castidad, pobreza y obediencia eterna. Vivió nueve años recluida como consagrada, entre México, Colombia, Ecuador y Chile.

Pasado el tiempo compartía a las compañeras: “Odio ser consagrada, ya no quiero seguir aquí”, lo mismo a sacerdotes que fungían como sus directores espirituales. Necesitas perseverancia. “Ánimo”, le decían. Ofrece tu sacrificio. Y lo más importante: No le digas a tu familia estas inquietudes, no te van a entender.

'Regnum Christi' sigue siendo un movimiento religioso internacional conformado por personas laicas que hacen votos de pobreza, castidad y obediencia | Foto: Documental "Un día en la vida"

Su mamá se dio cuenta de que algo no estaba bien. Le escribía cartas y le pedía que abandonara el ‘Regnum Christi’ y volviera. Pero Socorro sólo pensaba que su madre era el demonio tentándola.

“Yo me quería morir. Rezaba para que me muriera. Era la única escapatoria. No me podía salir, no era una opción, porque me iba a ir al infierno. Rezaba y decía: ‘Diosito, lo único que me va a salvar es un cáncer fulminante’”.

Por su parte, Dolores tampoco estaba segura de consagrarse. Pero venía de una familia muy legionaria: ella y sus seis hermanos habían estudiado en el Colegio Cumbres de Santiago y era una entusiasta participante del ECyD, una organización para captar jóvenes matriculados en los colegios; su acrónimo significa Educación, Cultura y Deporte, organizaban actividades extracurriculares como ayudar a niños pobres o adultos mayores.

En 1994, como parte del ECyD, Dolores vino a México. La ‘Legión de Cristo’ festejaba los 50 años del sacerdocio de Maciel e hicieron festejos apoteósicos. Dolores recuerda el fervor que causaba entre los miles de asistentes convocados al Palacio de los Deportes, querían tocarlo o por lo menos ver de cerca a su líder.

Unos meses después, de regreso a Chile, una consagrada la presionaba para que se uniera definitivamente a ellas. Le dijo: “el Fundador vio tu caso y él acepta que seas consagrada. Es una señal de que eso es lo que Dios quiere de ti”. Y a los 18 años se consagró. Durante nueve años, vivió en México, Brasil y Chile.

Las mujeres trabajan como consejeras espirituales, prefectas de disciplina o, en algunos casos, como directoras de los centros de consagradas | Foto: Legioleaks

Así eran las normas de las consagradas

Dolores me dice: despiertas estresada, abrías el ojo a las seis de la mañana. Tenías media hora para ducharte y vestirte. Pero había dos problemas: uno, que no había duchas suficientes para las más de 30 consagradas en la casa de São Paulo, Brasil. Si te tocaba el tercer turno de la regadera, ten por seguro de que llegarías retrasada. Y dos: estaba prohibido que tus compañeras te vieran desnuda, tenías que esconderte detrás de las puertas de los armarios.

Te bañabas en tres minutos, aunque el agua estuviera fría, y te vestías tan rápido que otra vez estabas mojada pero de sudor. Te apurabas a llegar a la capilla y, si te habías retrasado un minuto, tenías que arrodillarte frente a la directora y pedirle una penitencia. Con ese minuto habías faltado a la voluntad de Dios. Y todo con la “mirada recogida”, viendo hacia abajo.

Cruzar las piernas: faltar a la voluntad de Dios. Morder una manzana: faltar a la voluntad de Dios (se comía con cubiertos). Tener una conversación personal con una compañera: faltar a Dios.

Remedios fue consagrada durante 20 años. Vivió en los Alpes suizos, Roma, Guadalajara, Monterrey y Rhode Island. Recuerda unas mil 200 normas que regían la vida del ‘Regnum Christi’. Regulaban cada momento de las consagradas, su organización y forma de gobierno. Faltar a cualquiera de estas normas significaba faltar a la voluntad de Dios. Y la voz de la directora de la casa era la voluntad de Dios. Se acataba sin chistar, aunque la vida estuviera de por medio.

No es exageración. Tres de las exconsagradas que compartieron su testimonio a DOMINGA, tuvieron a su madre o padre con cáncer terminal. Pero vivían en otros países. En los tres casos, les dijeron más o menos lo mismo: “Elige si vas ahora que está enfermo o cuando se muera. Te sugiero que sea mejor cuando se muera para que así le ayudes a tu familia con los trámites”.

La academia 'Le Chatelard' se encuentra en los Alpes suizos, un centro de retiro para jóvenes. En los noventa, pagaban hasta 60 mil dólares por pasar un año ahí | Foto: Legioleaks

Hay dolor por no haberse despedido de ellos. “Ofrécele ese sacrificio a Dios”, les sugirieron. Porque así eran las normas. Y eran la voluntad de Dios.

Otra norma: vigilar a tus compañeras y delatarlas en una junta quincenal que se llamaba “reunión de balance”. Ahí tocaba decir: vi a fulanita tener una conversación personal con menganita. Falta a la voluntad de Dios. Porque estaban prohibidas las “amistades particulares”. ¿El argumento? Si eras amiga de una persona ‘dejabas’ de amar a Dios.

Remedios estuvo cerca de la cúpula legionaria. Fue asistente de dos de las cabezas del ‘Regnum Christi’, Maleny Medina y Malén Oriol. Y supo el porqué de la prohibición a las amistades particulares: pretendían evitar relaciones lésbicas entre las integrantes. Lo leyó en cartas de Maciel y de su segundo a bordo, el padre regiomontano Luis Garza Medina, dirigidas a Oriol.

‘Millonarias de Cristo’, seleccionadas de entre la élite

Uno de los apodos más populares de los Legionarios es ‘Los millonarios de Cristo’. Ricos de prosapia. Nuevos ricos. Políticos. Empresarios. Como fuera, pero ricos.

Maciel apuntó siempre a la élite y construyó una red de colegios para ésta. Ese roce les daba privilegios. Malén Oriol, por ejemplo, fue directora del Colegio del Bosque, una escuela para niñas en el exclusivo barrio de Bosques de las Lomas, en la Ciudad de México. 

Malén Oriol (al centro) tomaría el timón de la crisis provocada por los delitos de Marcial Maciel, con la creación de una nueva organización de mujeres religiosas | Foto: Documental "Un día en la vida"

Uno de los apoderados legales del colegio era socio de un parque acuático en Quintana Roo. A mediados de los noventa, la cúpula de entonces (Maleny Medina, Malén Oriol, África Pemán, Rosa María López y la misma Remedios) se fueron de vacaciones todo pagado. El permiso especial incluía diversiones que estaban vedadas: la moto y el esquí acuáticos, el parapente, los bufets de comida internacional.

–¿Y las mil 200 normas? –le pregunto a Remedios.
–Es que teníamos permiso especial de Marcial Maciel –responde.

En el ‘Regnum Christi’ era muy notoria la diferencia entre las jefas y la tropa o, para decirlo con más precisión, entre las directoras y las consagradas de a pie, sin cargos. Tenían –o se daban a sí mismas– permisos especiales para ver a sus familias cuando tenían algún pariente enfermo. Usaban tarjetas de crédito.

Remedios me dice: Maciel corrompió a las directoras al darles privilegios. Colocó como directivas a mujeres que había reclutado entre las élites. Malén Oriol es un claro ejemplo. Descendía de la aristocracia franquista española. Era ahijada del rey Balduino de Bélgica. Cuatro de sus hermanos se hicieron sacerdotes legionarios.

Ellas eran ‘las misses’ de niños ricos

“Sofi era mi niñita”. Así recuerda Socorro a Sofía Castro, la hija de Angélica Rivera, que estudiaba en el Highlands Pedregal, un glamouroso colegio en el sur de la Ciudad de México. Era el año de 2011. A la confirmación de Sofi acudió Enrique Peña Nieto, en aquel entonces aspirante a la candidatura presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y esposo de Rivera.

“Yo le daba dirección espiritual. La Sofi era diva, pero en el Highlands había gente que miraba hacia abajo a [las hijas del que era] futbolista, del actor. Eran ricos de círculos súper cerrados. La Sofi era un satélite”, dice Socorro. La Sofi a veces invitaba también a su tío, el cantante Cristian Castro.


Cuando se supo que Maciel era padre de una hija, Socorro se convirtió en sospechosa. “En el colegio profesoras y mamás me veían como posible pedófila: no podía abrazar a nadie, irme de retiro, subirme al mismo bus”. La Legión estaba en crisis. En ese ambiente caótico empezó su camino hacia la libertad.

Las consagradas atendieron a las élites no sólo en México. En las dos décadas que vivió al interior del Regnum Christi, Remedios atestiguó la cercanía con las élites. Su primer destino extranjero fue en la academia Le Chatelard, en Montreux, Suiza. Por “academia” entienden un centro de retiros para jóvenes ricos en sus 20 años. En ese entonces, 1993, pagaban hasta 60 mil dólares por pasar un año en los Alpes suizos. Así Maciel captaba, sobre todo, a nuevos ricos.

“Se supone que las academias eran para los líderes del mundo, carísimas, pero en el fondo eran para mexicanos millonarios, que uno se preguntaba ‘¿de dónde salió éste?’ De muy pocos se notaba que eran fortunas familiares”, dice.

Algunos años después, a Remedios la enviaron como prefecta de disciplina al Instituto Alpes San Javier, colegio del ‘Regnum Christi’ en Guadalajara. Ahí estudiaban los hijos del cantante Alejandro Fernández.

“Recuerdo a Alejandro Fernández comiendo en mi casa, América Guinart [quien entonces era su esposa], que también canta divino, y se pusieron a cantar para nosotras. Los vecinos no daban crédito del concierto que estaban oyendo en la casa de al lado. Les regalé un escapulario”.
La sede general de los Legionarios de Cristo se encuentra en Roma | Foto: Legioleaks

Pedían un kilo de salchichas al mes

Hay una historia que se repite: pedir comida. Mendigarla. El presupuesto que mandaban los ‘Legionarios de Cristo’ era tan pequeño que no alcanzaba.

A Angélica Rivera y a otras madres del Highlands Pedregal, Socorro se acercaba con una súplica: que le donaran un kilo de salchichas al mes. Remedios, en Nueva York, iba en las noches a los establecimientos de ‘Dunkin Donuts’ a recoger el pan antes de que lo tiraran a la basura.

Dolores en São Paulo iba a los mercados a pedir los desechos de las verduras. Recuerda que un sacerdote amigo recibió un día un donativo de plátanos maduros, lo compartió con las consagradas y durante un mes ellas comieron plátano en todas sus presentaciones: crudo, frito, con arroz, como fuera.

En sus testimonios se repiten las escenas de vida precaria: comer durante semanas latas de sardinas. O carecer de gas y, por lo tanto, de agua caliente. A Socorro le tocó un episodio extraño: en la casa de las consagradas de Monterrey hubo un brote de mononucleosis que duró seis meses. Una tras otra, las consagradas caían en cama. “Nos sentíamos mal y nos desmayábamos”, cuenta Socorro. Pero sólo llevaban al médico a las más graves.

“Me enfermé en noviembre y mis papás me fueron a ver en marzo, y 15 días antes me dieron aciclovir y así pude estar bien para recibir a mi mamá. A la distancia pienso: ¿qué maquinación había atrás para que sólo si llegaba gente de fuera levantaban a las enfermas?”
Capilla de la Sede de la Dirección General de los Legionarios de Cristo | Foto: Legioleaks

Para Remedios esa precariedad era mucho más notoria. Veía cómo Maciel se movía con un séquito de curas que comían en restaurantes de lujo. En la organización había dinero y mucho. A ella misma le dieron la instrucción de pedir a los ‘bienhechores’ donativos de un millón de dólares.

Socorro me cuenta que su papá cada mes le mandaba dinero. O eso pensaba él. Le daba una cantidad a José Gerardo Cárdenas, entonces director territorial de los Legionarios en Chile. Pero ella no veía esa plata. Años después de que salió del ‘Regnum Christi’, vio una base de datos en un Excel que se había filtrado en Legioleaks:

“Estábamos las consagradas catalogadas según el estado financiero de nuestras familias, ¡y me encontré! Había una descripción del patrimonio de mi papá. Estaba perfectamente descrito”. En el caso de una compañera, decía hasta cuántas vacas tenía su familia.

La idea era reclutar niñas blancas

Socorro cuenta: una de sus tareas como directora espiritual en el Highlands Pedregal era entregar una lista de las “vocacionables”, las niñas que pudieran convertirse en futuras consagradas. Había dos criterios para escogerlas: talento y potencial de liderazgo, o bien, que fueran hijas de ‘bienhechores’. Socorro las sacaba de las aulas una vez al mes para tratar de cooptarlas al ‘Regnum Christi’.

Dolores también tenía que reclutar niñas, pero ella en un contexto muy distinto. En São Paulo no había colegios legionarios. Entonces tenían que ir a reclutar al sur de Brasil. “Había una vida religiosa rica y diversa y reclutábamos en las clases medias bajas del sur, en regiones con comunidades de origen alemán e italiano”. La idea era reclutar niñas blancas, no importa que fueran pobres.

Era la misma estrategia que Maciel llevó a cabo en las décadas de los cuarenta y cincuenta en México. Iba a los pueblos del Bajío y los Altos de Jalisco por muchachitos rubios y de ojos claros. Los formaba en Europa y con ellos entraba a las élites mexicanas como españolas. Y el gancho era ofrecerles instalaciones equipadas: mostraban fotos de casas con albercas y canchas deportivas.

“Era una presión bestial la que poníamos en las niñas –cuenta Remedios –, ‘tú sí estás llamada, date cuenta’. Porque a nosotras la directora espiritual nos pedía datos concretos de cuántas vocaciones habíamos atraído. Si a nosotras hoy nos acusaran de violación de conciencia, todas nos iríamos castigadas”.

Finalmente, un bote salvavidas. El éxodo 

Dolores debía decidir si era feliz en la tierra pero se fregaba en la eternidad. Le decían que si renunciaba, “estarían postergando la salvación de todas las almas asociadas a su vocación”. Es decir, sus padres, hermanos, amigas y amigos. Sus almas estaban en juego. Con los años escuchó esa frase miles de veces y ahora no duda en calificarla como una herejía y una manipulación de conciencia.

Si aún así te decidías a salirte, entonces te sacaban de noche, en silencio, “como si fueras una traidora absoluta”, dice. Y durante semanas, en la casa que abandonaste, nadie hablaba de ti. Cuando preguntaban por tu ausencia decían que “estabas en una misión” o que te había faltado perseverancia.

A este grupo de exconsagradas en Chile, les tocó un momento providencial que les abrió la puerta de la libertad. En 2009 reventó la burbuja que protegía a Maciel con la revelación de que era padre de una muchacha, Norma Rivas Baños. Roto ese último dique, las aguas del escándalo fueron incontenibles.

Maleny Medina, Malén Oriol, Araceli Delgado y otros legionarios en el Vaticano con Juan Pablo II. Foto: Libro "Soltar amarras"

El entonces director general de los ‘Legionarios de Cristo’, Álvaro Corcuera, tuvo que ir a las casas de las consagradas a ofrecer unas explicaciones extrañas que, en lugar de esclarecer, confundieron aún más. “No todas las cosas que se dijeron de Maciel no son verdad”, dijo. “El padre Maciel violó el sexto y el noveno mandamientos”. “Es como si te dicen que tu papá tuvo otros hijos”.

Algunas empezaron a preguntar, a organizarse. Dejaron de usar el correo de ‘Outlook’, que sólo podían usar las directoras de las casas de las consagradas, porque estaba vigilado. Y se comunicaron por ‘Skype’, así no las podrían espiar.

Empezaron a rebelarse. Sin permiso de sus directores acudieron con Ricardo Ezzati, entonces obispo de Concepción en Chile. El Vaticano lo había designado “visitador”. Es decir, tenía que hacer una investigación y rendir un informe al papa. “Sálganse, no hay posibilidad de reforma al interior”, les advirtió.

La que tomó el timón de la crisis fue Malén Oriol. Su puesto era asistente del director general y eso significaba que ella era la jefa de las consagradas de todo el mundo. Con su liderazgo, un grupo de consagradas abandonaron la Legión y fundaron un nuevo grupo, Totus Tuus (Todas Tuyas). Le pidieron a Benedicto XVI su autorización y, sorpresivamente, en ocho días tenían el permiso del Vaticano para constituirse como Sociedad de Fieles. Eran una minúscula fracción, apenas 20 de mil que formaban parte del ‘Regnum Christi’.

Totus Tuus fue el bote salvavidas para cada una reconstruirse, para volver a su país”, me contó Susana, consagrada por dos décadas, vivió en México y Chile.

Sin embargo, 'Totus' tuvo una vida muy breve, de apenas unos cuantos meses. Pero fue un aliciente para otras consagradas como Dolores, quien se resignó a estar condenada para la eternidad y empezó una vida nueva.

“Cuando me paré enfrente del estante de los champús no supe qué hacer, ¿cuál de todos los champús elegir? Lo mismo me pasó cuando fui por unos ‘bluyins’. Ni siquiera sabía mi talla. Le dije a la señorita que vendía: haga de cuenta que soy una niña y explíqueme todo”. Por primera vez, en nueve años, Dolores podía tomar decisiones. Estudió una licenciatura y es madre de cuatro hijos.

Marcial Maciel falleció en 2008 y dejó a los Legionarios de Cristo en la peor crisis de su historia. A su muerte había construido un imperio financiero y educativo | Foto: Libro "Soltar Amarras"

Socorro requirió un año de terapias psicológicas y psiquiátricas para reponerse del ‘Regnum Christi’. Hoy es mamá de tres.

Remedios sigue casada con Cristo. Aunque ya no pertenece a ninguna organización religiosa, mantiene una vida de oración.

Susana estudió Psicología y da acompañamiento a otras exconsagradas. Ella fue de las primeras en escuchar el testimonio de una joven chilena llamada Rosario, quien acusa a siete sacerdotes legionarios y a una consagrada de graves abusos sexuales mientras era menor de edad.

Después de los escándalos de Maciel, hubo algunas reformas en el ‘Regnum Christi’. Se revisaron las constituciones, se suprimieron normas y ahora tienen un gobierno propio, aunque sigue perteneciendo a los Legionarios de Cristo.

Actualmente la red educativa ‘Semper Altius’ —de la familia legionaria— tiene 154 colegios en 19 países. Antes, en cada colegio había al menos un retrato de Marcial Maciel. Por una orden del Vaticano, ahora está prohibido.



*Esta investigación fue realizada gracias al soporte del Consorcio para Apoyar el Periodismo Independiente en la Región de América Latina, un proyecto liderado por el Institute for War and Peace Reporting.


GSC/LHM ​


  • Emiliano Ruiz Parra
  • Es reportero y tallerista de periodismo narrativo, ex titular de la Unidad de Investigaciones Periodísticas de la UNAM. Autor de libros de crónicas, como Golondrinas, un barrio marginal del tamaño del mundo (Debate, 2022).

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