El ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá aseguró que el legado de la Constitución fue destruido, pese haber resistido cambios por más de cien años, ya que la voluntad para respetarla flaqueó.
Luego de que la ministra Norma Piña Hernández, presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), dio por inaugurado el primer y último periodo de sesiones de la actual conformación del máximo tribunal, Alcántara Carrancá hizo una reflexión sobre el momento que atraviesa el país, y dijo que “destruir el legado de más de un siglo es tan fácil que resulta sorprendente que no hubiera ocurrido antes”.
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El ministro hizo una analogía con el principio de la física que se denomina “las gotas del príncipe Rupert”, también conocido como las “lágrimas holandesas”, el cual consiste en soltar una gota de vidrio derretido en agua fría, ante lo cual se forma un cuerpo sólido, con la apariencia de un renacuajo; el cambio brusco de temperatura permite al cuerpo de la gota soportar fuerzas descomunales, pero cuando se ejerce una presión mínima en su punto más delgado se desintegra.
“La semejanza con nuestro orden constitucional me resulta fascinante. Forjada al calor de la lucha armada más cruenta que experimentó nuestra nación y enfriada rápidamente en el proceso de institucionalización auspiciado por Venustiano Carranza, los resultados superó todas las expectativas. Ninguna, ninguna de nuestras leyes fundamentales hasta entonces había soportado más de medio siglo.
“Algunas tuvieron vigencia apenas una década y otras jamás llegaron a entrar en vigor. Pero la Constitución de 1917 fue capaz de soportar golpes, fue capaz de soportar pesos y presiones imposibles de imaginar o de predecir. Toleró el establecimiento de una estructura de poder paralelo en los años 20 y 30, el asesinato de un presidente electo en 1928 y del candidato puntero en 1994”, comentó.
Alcántara Carrancá subrayó que la Carta Magna sobrevivió décadas de gobierno autoritario, en donde los frenos y contrapesos que establecía en el papel se desvanecían en la vida real, además de que aguantó insurrecciones, conspiraciones y hasta una guerra civil.
Indicó que cuando fue el momento de consolidar, décadas después de su promulgación, una verdadera transición democrática, seguía ahí incólume, en su estructura central y en su modelo de nación que nos permitió, casi un siglo después, comenzar a ser realidad muchas de las promesas que los constituyentes de Querétaro habían hecho 5 de febrero de 1917.
El ministro enfatizó que todo eso fue posible porque existía un consenso sobre las reglas del juego y un compromiso a jugarlo con base en ellas. Sin embargo, declaró que no faltaría, quien solamente fingiera esta convicción al tiempo que buscaba, ingeniosamente, una forma de respetar su letra, pero no su espíritu.
“Sobrevivió no solamente por el feliz accidente que le dio una robustez sin precedentes, sino por la voluntad de encararla de frente, de respetar las peculiaridades que su propia estructura dictaban. Pero esa voluntad parece haber flaqueado. Como las lágrimas holandesas, destruir el legado de más de un siglo es tan fácil que resulta sorprendente que no hubiera ocurrido antes.
“Ante la incapacidad de abordarla de frente, de jugarla con las reglas establecidas, tan sólo resulta necesario ejercer un poco de presión en la parte más frágil para dinamitar toda la estructura. Y en este punto no hay marcha atrás”, puntualizó.
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