Un ama de casa llegó hasta la plaza central de Chilpancingo para canjear una granada de fragmentación, dos bombas de mortero y 36 balas de bajo calibre, material bélico que trasladó en una bolsa de mandado y al parecer en el transporte público, sin más medida de seguridad que una tira de cinta adhesiva.
Poco antes del mediodía, una mujer de entre 35 y 40 años llegó hasta el módulo de canje que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) instaló en la plaza Primer Congreso de Anáhuac, justo al lado de la escalinata que lleva hacia el museo regional.
Cuando la señora se plantó ante el módulo, que es atendido por elementos de la 35 Zona Militar y personal de la Policía del estado, un hombre se encontraba en el proceso de entregar un rifle calibre 22, por el que se le pagarían 750 pesos, de acuerdo con la tabla que se dio a conocer la jornada del miércoles 16 de agosto, cuando comenzó la campaña de canje.
Cuando llegó su turno, la mujer se plantó ante la mesa, saludó a los elementos encargados de atenderla y metió mano a su bolsa de mandado para sustraer primero la granada, después las dos bombas de mortero y finalmente una bolsita color café con 36 balas en su interior.
La granada solamente estaba asegurada con un par de tiras de cinta adhesiva, mientas que los cartuchos de mortero fueron colocados de pie sobre la mesa.
La expresión de los militares y policías fue de sorpresa, pero rápidamente solicitaron a las personas que se encontraban en el lugar, que se alejaran a por lo menos 30 metros de distancia, por el riesgo que representaba cada una de las tres piezas explosivas; sin emabrgo, nadie acató la indicación.
Durante casi 20 minutos, los militares a cargo realizaron llamadas, al parecer para notificar a sus mandos lo que tenían en frente, luego procedieron a llenar la documentación correspondiente.
Al final, se cumplió el acuerdo en el sentido de que las personas que acudieran estarían libres de cualquier tipo de investigación.
Pagaron siete mil 500 pesos; dos mil 500 por la granada y cada una de las dos cabezas de mortero.
Por las balas entregadas solamente se cubrieron 36 pesos.
Al retirarse, la señora tomó su bolsa de mandado, saludó a los encargados del módulo de canje y caminó para salir de la plaza.
Al ser abordada, solamente dijo a los reporteros que el material cajeado le había llegado de algún punto de la Sierra.
Caminó presurosa en dirección oriente, hacia la zona en donde hacen parada las urvans del servicio público.
Tras la mujer de las granadas, ante el módulo llegó un joven de aproximados 20 años de edad, quien de una mochila tipo escolar vació cuatro cargadores de AK-47.
El día miércoles, cuando la campaña inició, el personal se retiró sin recibir una sola arma a cambio de dinero; sin embargo, la participación repuntó durante la jornada del jueves.
Ninguno de los ciudadanos que acudió al módulo fue objeto de investigación.
VRM