Así conoció 'La Narcosatánica' a Adolfo Constanzo:"Lo admiré mucho; me fui enamorando del poder"

Los Narcosatánicos

Ésta es la historia de Sara Aldrete y Adolfo Constanzo, quienes fueron relacionados con una secta satánica que exhuimaba cuerpos y ofrecía sus servicios al crimen organizado.

Sara Aldrete, La Narcosatáncia, fue recluida en Tepepan tras ser detenida. | Fotos tomadas de serie La Narcosatánica de HBO
Ciudad de México /

Las autoridades de Matamoros, Tamaulipas descubrieron en 1989 más de una docena de cadáveres en una fosa común en el rancho Santa Elena conocido como el altar de los dioses. Los cuerpos presentaban mutilaciones y entre las víctimas estaba un joven estadunidense llamado Mark J. Kilroy; crímenes que fueron ligados al norteamericano-cubano Adolfo de Jesús Constanzo, El Padrino.

De acuerdo con la serie La Narcosatánica estrenada en HBO, conforme las investigaciones se desarrollaron, un grupo de cuatro narcotraficantes-quienes dijeron que El Padrino les daba protección espiritual-fueron detenidos el 11 de abril de 1989 al estar relacionados con los cuerpos encontrados. 

Tras ser interrogados, confesaron que detrás de los hechos estaba El Padrino y una peligrosa mujer, cuyo nombre y rostro fueron hechos públicos. Se trataba de Sara María Aldrete Villareal.

Adolfo Constanzo practicaba lectura de cartas en la zona rosa de CdMx. | Foto tomada de serie La Narcosatánica de HBO

Sara María Aldrete Villareal, quien fue conocida como La MadrinaLa Narcosatánica, fue sentenciada a 62 años de prisión en el Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan al ser acusada de inhumación, exhumación y profanación de cadáveres, así como de homicidio de 13 personas.

En MILENIO te contamos cómo fue el día que Sara Aldrete pasó de ser una estudiante a la pareja criminal del norteamericano-cubano Adolfo de Jesús Constanzo, El Padrino, profesante de la santería desde pequeño y quien fue relacionado a una banda dedicada a exhumaciones y asesinatos satánicos, como fueron llamados los crímenes con los que se le vinculó.


El padrino

Adolfo de Jesús Constanzo


El Padrino nació en Miami, Estados Unidos y viajó a México supuestamente para realizar una gira de modelaje; gracias a su padrastro se involucro al tráfico de drogas, dónde fungía como sicario y traficaba droga de México a Estados Unidos.

En su camino por el país conoció a Sara Aldrete, quién se convirtió en su pareja y a la que apodaron La Madrina, juntos se encargaban de liderar la organización criminal.

En su juventud, Constanzo laboró como monaguillo en la iglesia católica, pero también fue acompañante de su madre en un viaje a Haití en dónde aprendió sobre el vudú. Su madre ya estaba dentro del esoterismo, era sacerdotisa de la religión conocida como Palo Mayombe.

Se presume que al llegar a México, Adolfo Constanzo comenzó a adquirir fama con personas de la clase alta y altos mandos de organizaciones criminales de Tamaulipas, todo gracias a sus dones espirituales.

Adolfo comenzó a ser un “informante místico”; daba información a los carteles sobre los ataques de organizaciones criminales contrarias e incluso llegaba a prevenir redadas policiacas. 


Información: Johan Kalet Segura Clemens

Sara María Aldrete Villareal, quien estaba por cumplir 23 años, es originaria de Matamoros, Tamaulipas. Estudiaba en la Universidad de Texas Southmost, y un día de agosto de 1987 tomó el coche de su padre y junto con su hermana, se lanzaron a dar una vuelta sin pensar que después sería una de las personas más buscadas por la policía, no sólo de México, sino de Estados Unidos.


En su viaje, se cruzaron con un hombre, quien desde otro auto saludó a Sara; era Adolfo Constanzo, pero la joven aceleró al presentir que aquel hombre no era de la zona, sin embargo, El Padrino se les atravesó más adelante y casi chocó con ella. 

La imprudencia de él generó enojo en Sara, quien le tocó el claxon, pero él bajó de su auto y al darse cuenta ella, por temor, subió el vidrio. Una vez frente a las hermanas, el hombre se agachó y dejó ver unos collares que llamaron la atención de Sara.

Sara Aldrete conoció a 'El Padrino' en 1987 | Captura de pantalla de la serie La Narcosatánica de HBO
"Conozco a Adolfo de Jesús Constanzo en el mes de agosto del 87. Un fin de semana, yo venía llegando, era viernes. Mi hermana quería salir y mi papá no le prestaba el coche. Nos dice 'bueno, si la llevas tú, sí'. Entonces fui yo la que la llevé y mi papá me prestó su carro", plática Sara Aldrete.
"Me dice 'es de mi religión, soy brujo'", cuenta Aldrete. A decir de ella, Adolfo de Jesús Constanzo manejaba su propia empresa: la brujería. Así nació una amistad de un año siete meses por la que, lamenta, lleva pagando tantos años de cárcel", expresa.

"Tú estás loca y me pones loquito"

La relación entre ambos fue creciendo, El Padrino le propuso que se casaran, pero ella le dijo que no, pese a que él insistía; "tú estás loca y me pones loquito". Sara asegura que nunca tuvo una relación ya que supo que Adolfo tenía dos esposas: una de Brasil y otra de Guatemala. 

El Padrino era bisexual y cuando llegó a México a principio de los años 80, trabajaba la lectura de cartas en la Zona Rosa de la Ciudad de México, donde conoció a Omar Orea Ochoa y luego a Martín Quintana Ramírez, quienes formaron parte de la secta y éste último fue pareja de El Padrino, según relata Sara.

Mark Kilroy (Especial)

Del gusto por la santería al arrepentimiento

En la escuela, Sara tuvo un gusto por los temas religiosos, en específico, la santería, por lo que ella deseaba aprender más del tema y ello lo logró cuando El Padrino llegó a su vida, con quien vio y supo lo que era la religión de Palo Mayombe. "Él me dijo que quería enseñarme y que si estaba dispuesta a aprender, y le dije que sí", contó. 

Ahora Sara Aldrete reconoce que se dio cuenta de las cosas que Adolfo de Jesús Constanzo hacía, como profanar tumbas y sacar los cuerpos para hacer trabajos de santería, pero ella no quería hacer lo mismo "porque se le está dañando a alguien más".

"La amistad que yo tuve con él se transformó en admiración, en que él era el sacerdote supremo y yo era una aprendiz (...) yo lo admiré mucho, mucho, mucho, y después me fui enamorando del poder, de su magnetismo, de la fortaleza; veía como lo respetaban, el temor que le tenían. 
"Me emocionó al principio, no voy a decir que no, claro que me emocionó, claro que me sentía de pronto como que nadie me puede hacer nada, nadie me puede tocar porque yo ya sé hacer esto, yo ya sé hacer aquello y los tengo controlados y a mí nadie me hace nada", confiesa desde el Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan, a donde ingresó a los 24 años y del cual espera salir para continuar su procesa en libertad por su buen comportamiento en el penal.


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  • Iván Ramírez
  • ivan.ramirez@milenio.com
  • Periodista por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Editor web y reportero en temas de seguridad y justicia. Amante de los perros. Siempre buscando historias que contar.

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