• Ganó la gloria olímpica con un caballo tuerto, traficó drogas y murió en una cárcel de París

El general Humberto Mariles fue detenido en Francia en 1972. Llevaba un cargamento de heroína que, aprovechando sus influencias, pasaría ilegalmente a México.

Ciudad de México /

A las 11:20 horas del 11 de diciembre de 1972, Jorge Asaf Bala fue detenido y trasladado a las instalaciones de la Dirección Federal de Seguridad (DFS). Aunque había librado en el pasado otras acusaciones que lo señalaban de narcotraficante, había logrado evitar la cárcel gracias a sus influencias. Pero esta vez no iba a poder. Estaba metido en un escándalo mayor: un militar del Ejército mexicano había muerto en París, Francia, y él estaba involucrado.

El militar que había fallecido era nada más y nada menos que el general brigadier Humberto Mariles, una leyenda del deporte, quien con su inmortal caballo ‘Arete’, le había dado a México dos medallas de oro en equitación en los Juegos Olímpicos de Londres 1948

Humberto Mariles, con su caballo 'Arete', dio a México su primera medalla de oro en equitación durante los Juegos Olímpicos de Londres.

Cuando Asaf declaró, no le importó tirar por la borda la leyenda de Mariles y su caballo, que era tuerto. Les habían compuesto un danzón, “El arete de Mariles”, a su regreso de Londres, y el mismo presidente Miguel Alemán Valdés lo había felicitado.

Décadas después, pese a sus triunfos militares y glorias pasadas, Mariles era un hombre con muchas necesidades económicas, declaró Asaf, quien se presentaba como empresario pero tenía antecedentes penales por fraudes. Por eso le ofreció en 1972 un trato para aliviarse de sus deudas y salvar una casa hipotecada: traer heroína desde Marsella, aprovechando las pocas revisiones por las que pasaría en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México debido a su fama y contactos en el gobierno.

La droga era de un argentino, Edwin Montalvo, que se hacía pasar por empresario y con quien se había reunido en la avenida Masaryk ese mismo año. Montalvo le dijo que tenía un buen contacto que les vendería unos kilos de heroína a buen precio, sin embargo, no había encontrado a la persona adecuada para llevarla a México. Asaf pensó en el deportista militar. Era “el burro” perfecto, pero el plan falló: y en lugar de kilos de heroína, regresó a México en un ataúd discreto.

Esta es una colaboración de ARCHIVERO para DOMINGA, que reconstruye este caso gracias a la desclasificación de expedientes olvidados entre cajones y viejas oficinas públicas. Casos como éste revelan que en México la verdad oficial está en obra negra.

Humberto Mariles regresó al país en un ataúd discreto tras un fallido intento por cruzar heroína de Europa a México | Especial

El primer viaje fue un éxito. La heroína se iría a Tijuana

El día que lo detuvieron, Jorge Asaf llevaba un traje de rayas discretas, zapatos de vestir y una camisa blanca que parece de seda. Mira a los fotógrafos policiales con la barbilla en alto, y así se distinguen sus facciones: la nariz ancha, el rostro lleno de arrugas que delatan sus 62 años. Lo habían sacado de su casa en la calle Moctezuma, en la colonia Del Carmen en Coyoacán, y hasta el momento era el principal sospechoso de haber sonsacado al militar y gloria nacional mexicano.

Y sí, él lo había hecho. Por esos días Mariles, quien necesitaba ganar unos pesos por un apuro familiar, lo había ayudado a vender varios terrenos en Cuernavaca, Morelos. Entonces se lo soltó sin miramientos: había un argentino que necesitaba que alguien transportara heroína desde París, a donde llegaría una droga de Marsella, localizada a unas siete horas de la ciudad. Además, la paga sería buena: 500 dólares por cada kilo que trajera en su beliz. 

Pero antes de aceptar, Mariles quería conocer al dichoso argentino. Los tres se reunieron en el Hotel Reforma y entonces el militar aceptó.

El primer viaje de Mariles a París se realizó en octubre de 1972 y, por algunas dificultades técnicas, antes de regresar a México tuvo que esperar un mes y medio. Cansado de estar allá y sin que llegara la droga, regresó a México con la valija vacía.

En noviembre Asaf recibió una llamada de otro traficante, Max Rivera, a quien el argentino Edwin Montalvo le había pedido que se comunicara para informarle que ya había recogido la droga en Marsella y esperaba a Mariles, ahora sí, con el cargamento.

Para noviembre de 1972, el militar habría realizado su segundo viaje a la capital de Francia donde se reunió con Montalvo, quien le entregó en sus manos 16 kilos de heroína empacada perfectamente en bolsas de plástico de medio kilo cada una.

Según Asaf, Mariles lo colocó en su velís de color verde olivo, con el que acostumbraba a viajar. El militar regresó a México el 17 de noviembre de ese año con la droga y pasó las revisiones de aduanas en el aeropuerto sin contratiempos, tal como él había supuesto que sucedería meses atrás.

“Durante ese tiempo todos los gastos fueron subvencionados por mí, cada ocho días entregaba 10 mil pesos a su chofer, Alejandro, para la familia del militar, pues su ausencia se prolongó. También le giraba a París las sumas de mil y mil 500 dólares el cual le fue enviado al Hotel Jorge V en París”, declaró a la DFS.

La primera carga de drogas que Mariles trajo a México fue vendida a un narcotraficante llamado Pedro Torres, un tipo originario de Tijuana que tenía un hotel llamado Riviera. Torres compraría cada uno de esos kilos en 14 mil dólares. La entrega se hizo en un departamento de la colonia Nápoles, en la calle Dakota, en la Ciudad de México. El negocio había sido un éxito.

Entonces Montalvo le pidió a Mariles que regresara a París, donde tendría que recoger una nueva carga de heroína. El general le dijo que sí, pero le puso una condición: que le pagara el boleto a su segunda esposa, Alma, a quien quería llevar de paseo.

Fue detenido durante la madrugada en el Hôtel George V

Alma conoció al general Mariles cuando estuvo en la cárcel porque el militar tenía un antecedente. 

En agosto de 1964 había matado de un balazo a un hombre en un pleito en el Periférico de la Ciudad de México. El militar llevó al hombre al hospital y, cuando iba a ser detenido, escapó. Estuvo escondido en Texas, Estados Unidos, durante casi un año, sin embargo, en junio de 1965 se entregó. Fue sentenciado a pasar 10 años en prisión y ahí conoció a Alma, para entonces estaba casado y tenía varios hijos.

Alma y el general Mariles se conocieron cuando éste cumplía una sentencia en Texas | Especial

Según el expediente que contiene la declaración de Alma, cuenta cómo era la vida para ella, sus hijos y el general Mariles en aquel año de 1972.

Ella había nacido en la Ciudad de México en 1945, había terminado la primaria y de ahí ingresó al Instituto de Cursos Culturales donde se graduó como secretaria bilingüe “por allá de 1963”. Había entrado a trabajar en el negocio Casas y Terrenos Rebolledo. Era un hartazgo porque durante esos años recibió “propuestas indecorosas” de todos sus jefes, lo que la hacía renunciar constantemente. 

Siguieron años difíciles, no quería regresar a las oficinas donde era constantemente acosada. Por esos años, amigos de amigos le presentaron a Jorge Moreno Chauvet, un yucateco que durante los sesenta fue apodado el Rey de la Heroína, también un contrabandista de tesoros mayas y que terminó encarcelado en la prisión de Lecumberri.

Así Alma llegó hasta Mariles, quien ya estaba encarcelado en la misma prisión cuando asesinó a una persona en un pleito de tráfico. Ahí empezó la historia de amor con el militar con quien tuvo dos hijos. Mientras estuvo encarcelado en Lecumberri, Alma estuvo viviendo en casa de su mamá a donde le enviaba 2 mil 500 pesos mensuales para mantener a los niños.

En 1971, cuando fue liberado por decreto presidencial, le rentó una casita a ella y sus niños en Acopilco. Alma recuerda que su situación económica era muy precaria: “Decía que era muy mala y carecía de dinero”. Por eso lo que pasó, el 21 de diciembre de 1972, fue muy desconcertante para ella: de pronto un ofrecimiento de ir a Francia, no lo imaginó ni en sus mejores sueños.

—Prepara tus cosas porque mañana viajamos a París.

—¿Pero con qué dinero vas a pagar los gastos, si estás bien endrogado?, le dijo desconcertada.

—Sólo vamos a ir tres, cuatro días y allá me van a pagar un dinero y con eso te voy a comprar unas cosas. También nos vamos a traer unos aparatos electrónicos y ya estoy organizando un desayuno con los empleados de la aduana, le respondió y amplió su explicación: “así iban a facilitar su llegada y no lo iban a revisar”.


Alma y Mariles despegaron del aeropuerto el miércoles 23 de noviembre de 1972 a las 11 de la mañana en una aerolínea llamada KLM. Un sueño para ella. Cuando llegaron a París se hospedaron en el Hotel Jorge V y el primer día estuvieron paseando por los centros nocturnos parisinos en un Peugeot rentado. Todo era un sueño hasta el 25 de noviembre, cuando su marido le dijo que tenía una reunión en el bar del hotel con dos hombres.

Estaban Edwin Montalvo y Max Rivera, los dos tipos simpáticos con quienes estuvieron tomando unas copas. Fue ahí cuando escuchó a Rivera decirle a su marido: “Te voy a hacer millonario”. Mariles siguió de fiesta con los dos hombres y, dice Alma, que cuando regresó llegó con una valija nueva y un regalo de sus nuevos amigos.

Pero la vida cambió esa noche: a las 5:30 de la mañana los levantaron a gritos y golpes en la puerta de la habitación. La policía francesa los detuvo y fueron trasladados al Ministerio de Interior de Francia. Le permitieron hablar con su esposo, quien le dijo que unos días antes había conocido en un bar de México a los dos hombres con los que se encontraron en París. Le explicó que los problemas económicos lo hicieron tomar un trabajo: llevar unas maletas de Francia a México. Esa fue la última vez que vio con vida a su marido.

Mariles fue detenido junto a su esposa en París al día siguiente de estar con Montalvo y Rivera | Especial

Fue interrogada, detenida 72 horas, después la dejaron en libertad y fue puesta en un avión con destino a la Ciudad de México. Cuando aterrizó fue detenida por varias corporaciones policíacas: se bajó con unos bellos zapatos estilo Oxford y un suéter que sostenía las mangas con broches plateados.

Lo que dice el expediente judicial de Humberto Mariles

Las fichas de Humberto Mariles en la Secretaría de Gobernación y en la Secretaría de Relaciones Exteriores dejan en evidencia que el general estuvo metido en varios líos, pero que también fue presumido por los políticos de la época.

“‘El Lic. Gómez Magando hizo la presentación del Gral. Mariles exaltando la vida pública y deportiva de este militar’, 1963”.
Políticos de la época reconocían la grandeza de Humberto Mariles | Especial

Revisando el material de archivo, se evidencia cómo la gloria del general que nació en 1913 en Parral, Chihuahua, fue muy efímera. “En sobre cerrado se envió a la secretaría de gobernación [sic] un volante en el que se lee que se busca por homicidio”.

Hay documentos firmados por Emilio Rabasa, secretario de Relaciones Exteriores, quien autoriza un pasaporte diplomático de diciembre de 1971 que acreditaba al general brigadier en funciones para que viaje a París, visitando en el trayecto Estados Unidos, Canadá, Alemania, Japón, Inglaterra, Italia, Austria y Alemania con todas las facilidades de miembros del servicio exterior mexicano.

En un cable diplomático, firmado por Juan González Alpuche, quien era Secretario del Consejo Nacional de Turismo, incluso aseguran que los viajes de Mariles se harían “con el propósito de supervisar las labores de promoción y relaciones públicas que las correspondientes oficinas vienen realizando con la finalidad de atraer turismo hacia nuestro país”, dice un documento de esta dependencia.

Expedientes demuestran que Mariles habría viajado con las facilidades ofrecidas a miembros del servicio exterior mexicano | (Imagen ilustrativa) Cuartoscuro

El 6 de diciembre de 1972, solo 12 días después de su detención, Humberto Mariles fue encontrado muerto en su celda en la prisión municipal de La Santé, en París. Aunque las autoridades francesas aseguraron que murió de un edema pulmonar, su familia aseguró en ese entonces que tenían información que revelaba que había sido envenenado, pero nunca dejaron claro quién o por qué lo habrían matado.

Los agentes de la DFS estuvieron haciendo guardia afuera del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México desde donde reportaron la llegada de su féretro. “Hermana del Gral. Humberto Mariles. Espera en el aeropuerto el cadáver de su citado hermano procedente de París”, escribieron en una ficha el 12 de diciembre de 1972. El gobierno mexicano quería que Mariles fuera enterrado rápido e incluso se ordenó que se dejara ingresar el cuerpo al país aunque no contara con los requisitos legales sanitarios.

El cuerpo de Humberto Mariles fue repatriado tras fallecer en la cárcel municipal de La Santé, en París | Especial

A su velorio en el Panteón Francés, sólo acudió un compañero del Ejército, su viejo amigo el general y escritor Adolfo León Osorio. También fue el único que esa mañana se atrevió a hablar en favor de su compañero de milicia:

“Fue una injusticia que no se le hayan hecho honores militares, ni como héroe nacional. Fue calumniado con el asunto en París, así que yo me tomaré la atribución de darle honores de héroe”, dijo y puso una bandera de México sobre su féretro.
“A otros que son unos rateros sí les hacen honores”, remató en el velorio. Alguien entre las tumbas gritó que dijera los nombres. León Osorio respondió: “Son de todos conocidos…”.

Jorge Asaf Bala fue encarcelado, y según los medios de la época, llegó a ser apodado el Al Capone mexicano; sin embargo, tras su detención se pierde su rastro. Apenas en 2024 una periodista reveló que su nieto, Daniel Asaf , es quien cuida al presidente Andrés Manuel López Obrador.

*Paolo Sánchez Castañeda contribuyó en la búsqueda de este archivo

GSC/ASG

  • Laura Sánchez Ley
  • Es periodista independiente que escribe sobre archivos y expedientes clasificados. Autora del libro Aburto. Testimonios desde Almoloya, el infierno de hielo (Penguin Random House, 2022).

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