Una nueva amenaza sorprendió a Zeferino cuando sus compañeros comerciantes, uno tras otro, informaron que los criminales de Tepito ya no se conformaban con cobrar derecho de piso. Los delincuentes les exigen, ahora, vender las drogas en sus negocios. Incendian los locales de quienes se atreven a negarse o los privan de la libertad.
Zeferino, representante de comerciantes en la zona, mira en silencio a los locatarios que cierran sus comercios para no convertirlos en sucursales de los grupos criminales.
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“Te sientes impotente por no saber qué responder al compañero. Agachas la cabeza”, confiesa Zeferino, nombre empleado por seguridad. Los delincuentes, explica, controlan a los comerciantes con el miedo. Para no poner en riesgo sus vidas, eligen callar si alguno de ellos recibe la orden de vender droga.
“Es una red poderosa y peligrosa. Una empresa de mil cabezas. Si la autoridad tumba una, inmediatamente hay sucesora”.
Detrás de un punto de venta y de su encargado, hay un ejército que protege las operaciones.
Si surge algún problema, aparecen de 10 a 15 sujetos armados en motocicletas. “Llegan por todos lados”.
La Unión Tepito manda en la zona, pero maniobran diversos grupos. Otro con peso es Fuerza Anti Unión. El nombre sobra, exclama Zeferino. Lo que aterra son sus armas largas y su poder humano.
Los comerciantes observan la abundancia de los puntos de venta. Conviven con esa realidad criminal que confirman los números oficiales. De acuerdo con la información entregada vía transparencia por la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX), tan sólo en la zona de Tepito se registraron, entre 2018 y abril pasado, mil 829 denuncias por narcomenudeo en sus dos modalidades: posesión simple y posesión con fines de venta, comercio y suministro.
Los barrios de Tepito y Peralvillo conforman la colonia Morelos, cuyos contornos son el Eje 1 y las avenidas Reforma, Del Trabajo y Canal del Norte. MILENIO revisó el índice criminal de ese perímetro de la alcaldía Cuauhtémoc, donde también proliferan los delitos de extorsión, tentativa de extorsión, homicidio por arma de fuego y por arma blanca, privación de la libertad y hasta tortura, con 16 casos.
La incidencia delictiva del narcomenudeo en Tepito es casi igual a la reportada en el mismo periodo por Sinaloa, con mil 872 registros. Y es superior a la de Zacatecas, Oaxaca, Yucatán, Nayarit y Tamaulipas, que rondan entre las 900 y mil 400 denuncias, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Zeferino dice que, desde Tepito, se distribuye la droga a otras zonas de la alcaldía, como las colonias Roma, Condesa y Juárez.
“Es delincuencia organizada. Se comunican con radios y teléfonos. Hay halconeo, extorsión. Es la bodega más grande que puedas imaginar de drogas del narcomenudeo”.
Cárteles de Jalisco y Sinaloa, surtidores
Tepito es una zona sin estado, o un estado dentro del estado. Es una isla de delincuencia e impunidad. Es la Central de Abasto de la droga de buena parte de la Ciudad de México. Las afirmaciones son de Leopoldo Rodríguez Aranda, director general de Consultores en Gerencia Pública (Gesec), consultoría especializada en seguridad y otras políticas públicas.
Sostiene que es evidente la incapacidad de los gobiernos de la alcaldía, de la ciudad y federal para combatir el control criminal que tienen los criminales en el barrio, y que se expande al Centro Histórico.
El narcomenudeo y la extorsión son sus principales fuentes de ingreso. Rodríguez ha efectuado trabajo de campo en la zona y conoce de cerca a los distintos actores y sus operaciones. Por eso sabe que buena parte de las familias que viven ahí se dedican a actividades ilícitas. Ya son generaciones. Hombres de 60 o 70 años, sus hijos y nietos.
La colusión entre autoridades y grupos delictivos del barrio se profundizó porque, declara, algunos integrantes de estas familias son, además, policías en las distintas corporaciones de la ciudad.
“Hay que quitarnos la idea de que es gente con mucha influencia o poder. Basta ser policía ministerial y preventivo con buena relación con el MP”.
Explica que los operadores de Tepito tienen redes de comunicación con los productores de drogas ligados a los cárteles. Los principales surtidores hoy en la zona son, primero, el Cártel Jalisco Nueva Generación y, luego, el Cártel de Sinaloa.
La Unión es la cara criminal más visible de Tepito, pero no es la única organización. Hay varias, expone, con distintos alcances. Son células del mismo barrio con cierto grado de autonomía y que trabajan en coordinación. Se les otorga territorio. A una célula se le concesiona una calle para, por ejemplo, extorsionar. Entrega una comisión.
Los líderes de La Unión coordinan. En su momento fueron Francisco Javier Hernández Gómez alias Pancho Cayagua, Óscar Andrés Flores, El Lunares, o Jorge Ortiz, El Tanque. Su grupo cercano de colaboradores reclutan a las células.
Vía estos grupos, desde Tepito se controla y se distribuye el narcomenudeo en buena parte de la ciudad: principalmente en las alcaldías Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza y Coyoacán.
Narcomenudeo y homicidios
Teodoro ha participado por más de dos décadas en el comercio de sustancias en el Barrio Bravo. En los últimos años, aparentemente, era un diablero que trasladaba cajas con zapatos o bolsas con chamarras de un lado a otro. Esa mercancía, en realidad, iba repleta de crack, marihuana, chochos y cristal, que es la droga, dice, más vendida desde hace unos años.
Teodoro partía de bodegas del barrio y arribaba a La Merced. Ahí, entregaba la droga disfrazada a los compradores. Parecía, a la luz del día, una venta cualquiera. Minutos después, ellos arrancaban sus vehículos rumbo a distintos puntos de la ciudad.
Un cabecilla de La Unión le ordenó trabajar. A cambio, nadie lo molestaría y ganaría buen dinero. “Te sientes protegido. Si te rehúsas, te amenazan para que sigas”.
Teodoro, como pidió ser identificado, lo ha visto todo en Tepito. A niños que cargan sustancias en sus cangureras. A papás que enseñan a sus hijos el negocio del narcomenudeo y un día les anuncian que serán presentados ante los integrantes del grupo criminal.
La Unión es la fuerza, exclama Teodoro. Si obedeces y muestras lealtad, asciendes a líder. “Ellos son bastantes. Me han pedido que consiga más trabajadores. Quieren más gente. Crecer más y más”.
Locatarios como Zeferino detectaron que con las dificultades económicas que trajo la pandemia, los criminales reclutaron a más personas, sobre todo hombres jóvenes.
Cuenta que cuando los líderes de La Unión se pasean en la zona arriba de sus trocas, armados y enjoyados, intimidan a los locatarios y asombran a los muchachos del barrio. “Ven ese poder… y lo quieren”.
Ha sido testigo de la guerra por la plaza. “Entre ellos se matan y queda al frente el más sanguinario”. Según los datos de la Fiscalía capitalina, 83 homicidios se registraron en la zona desde 2018 a abril último, 67 por arma de fuego.
Extorsión, el otro negocio
Cinco sujetos aparecieron en motonetas en el negocio de alimentos de Dante, ubicado en las calles de Tepito. Eran hombres de La Unión, armados y documentados: traían información personal de él y de su familia. Sabían dónde vivían y el monto de sus ganancias diarias. De entrada, exigieron 50 mil pesos y, además, un cobro mensual de 25 mil.
Desde el 2020, paga un derecho de piso de 10 mil pesos. El monto bajó porque Dante, nombre usado para protegerlo, rogó ayuda a amigos que tienen contactos dentro del grupo criminal.
“No se denunció. Es impensable. No hay denuncias porque son grupos extremadamente violentos”, exclama Santiago, la persona que negoció. Si no pagas, destrozan tu local o recibes una golpiza. Por temor, nadie te ayuda.
Pese al miedo, la Fiscalía capitalina informó que hay, desde 2018, 22 registros de denuncias por el delito de extorsión y hasta 57 por tentativa de extorsión en la zona.
Rodríguez, que conoce de primera mano los acontecimientos en la zona, considera que el 99 por ciento de los comerciantes en Tepito son extorsionados. Lo mismo ocurre en el Centro Histórico. Asegura que algunas autoridades reciben rentas cotidianas por permitir a los criminales operar sus distintas actividades.
Huestes de jóvenes
Un total de mil 521 integrantes de más de 15 grupos delictivos, entre líderes de organizaciones criminales, jefes de plaza, jefes de célula, operadores financieros, extorsionadores y distribuidores de droga, fueron detenidos por la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC-CDMX) de enero de 2020 al 15 de abril de 2022.
El jefe de la policía de la ciudad, Omar García Harfuch, informó este abril que 541 de los arrestados operaban para La Unión. De 156 células desarticuladas de los grupos, 51 conformaban la estructura del grupo más poderoso de Tepito.
Guillermo Gazal, presidente de Procentrhico AC, asociación civil de comerciantes establecidos del Centro Histórico, dice que, a pesar de las detenciones, en la zona “sigue un problema grave”. En parte, señala, porque algunos comerciantes de la vía pública se vincularon con las organizaciones criminales.
“Conocen los movimientos de locatarios, número de clientes y promedio de ventas. Eso nos ha puesto en una situación vulnerable”. Algunos decidieron cerrar.
Ocho de cada 10 negocios establecidos en el Centro Histórico, calcula, han sufrido, por lo menos, un intento de extorsión telefónica, por mensaje o presencial. Argumentan que pertenecen a grupos posicionados como La Unión.
Zeferino, el representante de comerciantes, conoce cómo operan en Tepito. Intimidan a empleados de locatarios para lograr información. Si alguien se niega a pagar el derecho de piso, lo golpean. Son constantes los secuestros exprés. En el paseo, te dan una paliza. Los comerciantes pagan para que regresen a su compañero.
Los datos de la Fiscalía de la Ciudad de México arrojan 30 denuncias por los delitos de privación de la libertad, plagio y/o secuestro en la zona.
El consultor Rodríguez Aranda advierte que cuando detienen a criminales, debajo hay decenas que asumen su lugar. “No se acabó el problema”. Los integrantes de las organizaciones desertan y surgen tres o cuatro bandas criminales más.
En Tepito, huestes de jóvenes –la mayoría consumidores– trabajan para los líderes a cambio de sustancias. Ellos conforman la red. “Hacen lo que se les diga”.
FS