Los esfuerzos de EU para combatir a los cárteles de la droga desde el interior de México están detenidos desde enero, ya que las tensas relaciones entre ambos países han congelado los intentos de acorralar a los capos del narco, según altos funcionarios de las actuales administraciones —y de anteriores— de las dos naciones.
Hasta hace poco, las autoridades de EU y México compartían de manera rutinaria, aunque con cautela, inteligencia sobre casos importantes, pero en diciembre, México promulgó una ley que requiere que las autoridades estadunidenses informen sobre sus contactos policiales en el país al gobierno mexicano, considerados ampliamente corruptos.
La nueva política ha llevado a los investigadores de ambos lados de la frontera a poner en pausa su cooperación, temerosos de que las nuevas reglas puedan comprometer los casos o, peor aún, la posibilidad de conseguir informantes.
Las operaciones sobre el terreno, incluidas redadas en narcolaboratorios mexicanos, han cesado en gran medida y las autoridades estadunidenses ahora luchan por rastrear los movimientos de cocaína con destino a EU desde Venezuela y Colombia a través de Centroamérica y hacia México.
Algunos agentes antidrogas estadunidenses que trabajaban en México informaron que habían sido seguidos por la policía local, lo que generó alarmas sobre su seguridad. Y decenas de agentes del orden de Estados Unidos no pueden obtener visas para trabajar en México.
“La mayoría de nuestros casos más importantes están paralizados", dijo a Reuters un alto funcionario policial de Estados Unidos. “Si tenemos que informar nuestras fuentes a su cancillería, se ponen en peligro nuestras fuentes y métodos. El sistema está configurado intencionalmente ahora para que la policía mexicana no pueda ayudarnos”.